Rigor y modestia
Esta tarde he podido conversar con un amigo especialista en Biología. Él sabe mucho más que yo de virus, moneras y protistas. Mucho más que yo, sobre ese tema, sabe casi todo el mundo.
En la carrera de Filosofía, en la UNED, cuando yo la cursé, se notaba el peso de las corrientes positivistas, digámoslo así, y también el de las tendencias menos positivistas.
El resultado era una amalgama de estudios “científicos” y de estudios “humanistas”. Entre los primeros: Lógica, Filosofía de la Lógica, Filosofía de la Ciencia, Historia de la Ciencia… Y, por si eso fuera poco, había que superar el rito de iniciación de una disciplina “científica”.
En mi caso, dentro de las alternativas disponibles, opté por “Introducción a la Biología”. No me arrepiento de ello. También estaban, como pidiendo perdón, las disciplinas humanísticas que, a mi juicio, eran las más filosóficas.
La Lógica, la Epistemología, la Historia de la Ciencia, la Filosofía de la Ciencia… ayudan mucho. Un buen científico es, trata de serlo, humilde y preciso, riguroso y modesto. Y esa actitud me gusta. Hoy parece que, por arte de magia, todos sabemos sobre todo.
Los científicos de verdad contestan, más o menos, con las siguientes cautelas: “Es bastante pronto. Tenemos que analizarlo”. “No tenemos ningún estudio que demuestre que los tratamientos que usamos son los más eficaces, pero es lo que tenemos”.
Veo en esa actitud rigor y modestia. Los que no somos científicos deberíamos intentar movernos dentro de la lógica y de la ética del rigor y de la modestia.