8.09.20

Sobre una oración a san Telmo

Es conocida la oración a san Telmo que comienza con estas palabras: “Gloriosísimo san Telmo, celestial patrono de la ciudad y diócesis de Tui; desde el sitial altísimo que ocupas en el Cielo, mira hacia nosotros y extiende tu mirada…”

En la “Novena a san Telmo” escrita por mí (Guillermo Juan Morado, Novena a san Telmo, CCS, colección Mesa y Palabra 23, Madrid 2009, 68 páginas; ISBN 978-84-9842-305-1), se incluyó esta oración al final del opúsculo en la sección de “oraciones y cantos”.

Por error atribuí el texto de esta plegaria a fray José López Ortiz, obispo de Tui-Vigo (en algunos ejemplares, por exceso de celo de algún corrector, figura incluso como “obispo emérito de Tui-Vigo”, cosa que nunca fue). En realidad el texto de la oración es anterior al pontificado tudense de Mons. López Ortiz. He podido ver una fotocopia de esta misma oración en una estampa de 1936, siendo obispo de Tui D. Antonio García García.

¿De dónde ha venido mi error? De confundir la concesión de indulgencias por el rezo de la plegaria que otorgaban los obispos con la autoría del texto. Por ejemplo, la estampa de 1936 contiene una nota final: “Cincuenta días de Indulgencia por cada vez que se rece devotamente en estado de gracia. + ANTONIO, Obispo de Tuy”. Y en las estampas que yo estaba acostumbrado a ver, se lee al final: “Indulgencia Parcial. FR. JOSÉ, Obispo de Tuy-Vigo”. Parece claro que lo que firma cada obispo es solo la concesión de la indulgencia y no – como yo pensé en su momento – también el texto de la oración.

Entre el texto de la plegaria “indulgenciada” por D. Antonio y el de la “indulgenciada” por Fray José se observa, además de algún retoque secundario, una diferencia. En la de D. Antonio se dice: “no olvides tampoco las bondades de todo género que durante siete centurias de celestial patrocinio…”; en cambio, en la indulgenciada por Fray José se dice: “las bondades de todo género que durante ocho centurias…”.

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30.08.20

Bodas, bautizos, comuniones: lo principal y lo accesorio

Hoy he leído un interesante artículo de Alberto Cuevas – sacerdote de Tui-Vigo y periodista - publicado en el “Faro de Vigo” sobre la celebración de las bodas. Lo titula “A propósito de nada”, como la reciente autobiografía de Woody Allen, de quien dice (Cuevas) admirar la independencia de juicio y la sinceridad.

No está mal tratar de ser independientes y procurar ser sinceros. Sobre todo cuando lo que parece más de recibo es seguir al rebaño, hacer lo que otros hacen, pensar como otros piensan, etc. ¿Qué “otros”? Pues los que conforman “la mayoría”, los que se dejan configurar por la opinión dominante; aquella de la que, en público, uno, en principio, no se atreve a discrepar.

A mí no me cabe duda de que, con mucha propaganda, las masas – la inmensa mayoría de la gente – pueden ser persuadidas de cualquier cosa. Lo que hoy puede parecernos aberrante, mañana podría parecernos de sentido común, si entre el hoy y el mañana mediase una eficaz campaña de propaganda.

Dios me ha librado de tener que lidiar con celebraciones de bodas. En mi parroquia, simplemente no existen. No es el marco ideal, no hay donde aparcar, no se presta a estos eventos. Sí he padecido, en el pasado, algunas “creatividades” que asediaban las primeras comuniones de los niños. Hasta que, reflexionando sobre lo esencial, llegué a la conclusión de que “se acabó”.

“Si me queréis, irse”, que le atribuyen a la Faraona. No hace falta culminar un doctorado para caer en la cuenta de algo muy sencillo: No existe un “Ritual” para la primera comunión. Esa ausencia es muy significativa. Nos está diciendo que la “primera comunión” tiene un elemento principal: quien nunca había comulgado lo hace por primera vez. Punto. Es lo principal y no hay nada accesorio. Nada que ritualizar, que ordenar.

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16.08.20

Novena a San Roque

No sé cuándo saldrá. Sé que el contrato con la editorial (CCS) está firmado. Hoy es el día de San Roque y los motivos para acudir a su intercesión son evidentes. Anticipo la “Introducción” a la Novena:

“Jaque de aquí con este santo Roque,/ peste cruel, que quiere Dios que aplaque/ este bordón con su divino jaque/ todo peligro que a los hombres toque”. Así comienza un soneto de Lope de Vega en el que, sirviéndose de una comparación con el juego del ajedrez, celebra el poder del santo protector de la peste.

San Roque tuvo que lidiar con la terrible amenaza de la peste; baste pensar que vivió en el azotado siglo XIV. Como peregrino, se dirigió a Roma, asolada por la epidemia, y desplegó una actividad taumatúrgica y caritativa: curar y consolar. Él mismo se contagió en Piacenza, siendo expulsado del hospital y de la ciudad. Se refugió en un bosque, camino de los Alpes, en una pequeña cabaña donde esperaba la visita de la muerte. Pero la providencia no le abandonó: un perro le llevaba el pan y le lamía las llagas, hasta que finalmente superó la enfermedad.

Tras su muerte, fue enseguida venerado como santo. Su iconografía nos resulta muy cercana: se le representa como un joven peregrino, con una pierna al descubierto que muestra una llaga y, a su lado, un perro con un pan en la boca. A menudo le acompaña un ángel.

San Roque, y quienes lo invocaban como protector frente a la peste, eran muy conscientes de su vulnerabilidad. Sabían muy bien que podían ser heridos o recibir lesión, física o moralmente. Se relacionaban, de modo cotidiano, con la muerte, encarándola, afrontándola.

Se dice que los jóvenes tienden a creerse invulnerables. No deja de ser una pretensión ilusoria. Les queda, previsiblemente, mucha vida por delante. Pero ese proyecto puede trucarse en cualquier momento, hoy mismo o mañana.

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2.08.20

El precepto dominical restablecido

“Ahora es tiempo de salir de nuevo, con las medidas sanitarias exigidas, y de celebrar juntos la Santa Misa, con paz y alegría, con calidad litúrgica y calidez humana la eucaristía dominical con los hermanos en la fe, presididos por nuestros sacerdotes”. Así se expresan los Obispos de Galicia en una “Nota pastoral” (de 25 de julio de 2020) en la que informan sobre el restablecimiento del precepto dominical, de cuyo cumplimiento habían dispensado por la crisis del coronavirus.

Se me ha ocurrido recordarlo al final de la Santa Misa, entre los avisos. Daba por hecho que todo el mundo había entendido que la dispensa del cumplimiento del precepto tendría su pronta caducidad. Pues se ve que para algunos parecía indefinida: “Ya seguimos la Santa Misa por televisión, ¿ya no vale?”.

Creo que nunca, con pandemia o sin ella, se ha dicho que sea equivalente ir a Misa o seguirla por la televisión. Hay circunstancias en las que uno está dispensado de ir a Misa, y seguirla por la televisión o por otros medios puede ayudar espiritualmente. Pero nada más. No existe un precepto sustitutivo que diga: “Si no puedes ir a la Santa Misa, síguela por los medios”. No existe.

Cuando se trata de cuestiones de este tipo no es conveniente fiarse de la propia memoria, tan proclive a ser colonizada por intereses y comodidades. No. Hay que ir a una fuente objetiva; por ejemplo, el “Catecismo de la Iglesia Católica”.

En el número 1389 leemos: “La Iglesia obliga a los fieles ‘a participar los domingos y días de fiesta en la divina liturgia’ y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual, preparados por el sacramento de la Reconciliación”.

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14.07.20

La correspondencia inédita entre Morente y Ortega. Un libro de Óscar Valado

Óscar VALADO DOMÍNGUEZ, Manuel García Morente. Una vida a la luz de la correspondencia inédita con José Ortega y Gasset, SEE (Colección Ariadna 25) Salamanca – Madrid 2020, 149 páginas, ISBN 978-84-8260-365-0.

Óscar Valado Domínguez (Vigo 1981) es sacerdote de la Archidiócesis de Santiago de Compostela, doctor en Teología por la P.U. Lateranense de Roma y Operador Litúrgico Musical (titulado en el P.I. de Música Sacra, de Roma). El libro que reseñamos no es su primera obra sobre García Morente, autor al que dedicó, entre otros estudios, su tesis doctoral: La música como “porta fidei” en la conversión de Manuel García Morente (1886-1942). Una interpretación teológica a partir de la relectura teológico-musical del “hecho extraordinario” , Aracne, Roma 2015.

Señala Valado Domínguez en la “Introducción” que, aun siendo Manuel García Morente “uno de los hombres más distinguidos de la época” – rica en personalidades descollantes en el mundo de la cultura – la historia lo ha convertido “en alguien muy poco conocido” (p. 13).

Para contribuir a que su figura sea más conocida, Valado Domínguez ofrece en esta obra la reproducción de las veintitrés cartas, inéditas hasta ahora, que Morente escribió a su amigo Ortega y Gasset entre 1912 y 1938, integrando la correspondencia en un relato cronológico de la vida de Morente.

El libro está articulado en catorce capítulos breves: 1. “El despertar a la vida”. 2. “El inicio de una gran amistad” – en este capítulo se recogen seis cartas de Morente a Ortega, algunas de ellas remitidas desde Marburgo (Alemania), donde se fragua la amistad entre ambos - . 3. “Los proyectos comunes” – capítulo que recoge las cartas VII y VIII - . 4. “El decano” – cartas IX a XI -. 5. “La destitución”. 6. “El exilio en París” – cartas XII a XVII - . 7. “El hecho extraordinario” – carta XVIII -. 8. “América” (cartas XIX – XXII). 9. “Yo quiero ser sacerdote”. 10. “El regreso a España”. 11. “El fin de la amistad” (carta XXIII). 12. “El monasterio de Poyo”. 13. “Por fin, Madrid”. 14. “Sacerdos in aeternum”.

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