Desatados
Nuestros gobernantes parecen estar “desatados”; es decir, dan la impresión de proceder sin freno y desordenadamente. Sin freno, desde luego. Dicen ellos mismos que su ideología incorpora asertos como éste: “el propietario de tu cuerpo eres tú. Tú eres quien toma decisiones. Eso es ideología socialista” (Bernat Soria).
Esta máxima se usa como cobertura ideológica del proyecto de eutanasia o de “suicidio asistido”. Si lo he entendido bien, esto significa que si deseo morirme, por razones que sólo a mí me incumben, me dirijo al médico de guardia y le pido: “por favor, asístanme en mi suicidio”. Es decir, yo le pido al Estado que colabore conmigo en el acto de quitarme voluntariamente la vida. Y el Estado pondrá a mi disposición los recursos necesarios para que, en vez de ahorcarme colgándome de una viga, me inyecten en vena alguna solución letal.

Merece la pena releer la encíclica de Juan Pablo II “Evangelium vitae”. Sobre el aborto, recuerda el Papa que, entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, reviste éste características que lo hacen “particularmente grave e ignominioso”. Realmente es, como enseñó el Concilio Vaticano II, un crimen nefando (cf “Evangelium vitae”, 58).
Los españoles vivimos en la angustia. Podemos pensar, como quizá pensaban los ciudadanos de Roma o del III Reich, ¿cuál será la nueva iniciativa legal de nuestro Gobierno? ¿Qué buscarán ahora? ¿Cuál será el objetivo de la voluntad del César?
Recuerdo en una ocasión que una chica joven se dirigió a mi parroquia. Deseaba apostatar. La escuché. Intercambiamos algunas palabras. Vi que estaba muy convencida del paso que iba a dar y, al final, le dije: “Espero que no te ofendas, pero pienso rezar por ti”. Ella, muy educadamente, me contestó: “Haga lo que le parezca”. Y de eso se trata, de dejarme hacer lo que yo quiera. De respetar mi libertad de rezar por quien lo desee, al igual que yo respeté - como no podría ser de otro modo - su libertad para apostatar.
1. La importancia del “dogma”






