1.10.08

Biblia e Iglesia

La Biblia, el conjunto de los libros que conforman la Sagrada Escritura, sigue despertando en los hombres de hoy, como en los de otras épocas de la historia, un gran interés. Karl Jaspers afirmaba que mediante la Biblia se abren en nosotros las profundidades que nos permiten atisbar el fundamento de las cosas. ¿Quién no ha visto reflejadas las grandes experiencias de los hombres y de los pueblos en las páginas de la Escritura? ¿Cómo no pensar en Job a la hora de enfrentarse al problema del mal? ¿Cómo no evocar el Cantar de los Cantares para descifrar la indescifrable hondura de los multiformes rostros del amor? ¿Cómo no conmoverse ante los relatos de la Pasión de Cristo que nos ofrecen los Evangelios? ¿Cómo no hacer memoria del Éxodo cuando un pueblo pasa de la esclavitud a la libertad?

Leer más... »

29.09.08

¿Quienes son los “evangélicos”?

Para un católico no es fácil orientarse en el variado mundo del protestantismo. Son muchos y son, sobre todo, muy diferentes entre sí los que se autodefinen como “protestantes”. Si están adscritos a las grandes tradiciones, luterana o calvinista, resulta más sencillo saber de qué hablamos. Si no lo están, es casi imposible no perderse.

Algunos protestantes se denominan “evangélicos”. Lutero mismo empleaba esa expresión para referirse a quienes aceptaban la doctrina de la “sola gratia”. Muchas veces se emplea “evangélico” como equivalente a “luterano”, frente al “calvinista” o “reformado”. Pero no siempre es así

En los siglos XVIII y XIX, muchos de los resurgimientos religiosos que se dieron se asociaban al “evangelismo”. Insistían, estos movimientos, en la conversión, en la moral, en la piedad y en el compromiso social. En el siglo XX el acento se puso, más bien, en la iluminación personal y en la experiencia de salvación por medio de la fe.

Leer más... »

28.09.08

Protestantes

Un “protestante”, según la Real Academia Española, es alguien “perteneciente o relativo a alguna de las Iglesias cristianas formadas como consecuencia de la Reforma”.

En la Dieta Imperial de Spira en 1529 una minoría de príncipes “protestaron” contra la política del Emperador. El adjetivo – “protestantes” – que, en un primer momento, aglutinó a los seguidores de Lutero, se fue haciendo cada vez más amplio hasta cobijar bajo su paraguas a grupos muy diversos entre sí: anabaptistas, calvinistas, evangélicos, congregacionistas, luteranos, menonitas, presbiterianos, etc.

Ya al comienzo de la así llamada “Reforma” aparecieron dos grupos: el protestantismo de la línea principal y el protestantismo radical. El protestantismo clásico encuentra su expresión en los escritos de Calvino y de Lutero, con sus convicciones particulares sobre la salvación, la revelación y la Iglesia.

La salvación vendría de la justificación por la fe. Los hombres no pueden agradar a Dios. Sólo Cristo, por su cruz, establece la paz entre Dios y el hombre. Por los méritos de Cristo, Dios declara al hombre justo. Y esta justicia se acepta por medio de la fe. Para Calvino, Dios predestina: a la salvación, sí; pero también a la condenación.

La Biblia tiene toda la autoridad: “sola Scriptura”. Ni la Tradición ni la Iglesia tienen nada – definitivo - que decir. La palabra decisiva corresponde la Escritura; porque Dios es soberano y el hombre débil. La Iglesia es, a lo sumo, la comunidad de los que se salvan.

Leer más... »

26.09.08

Una Inmaculada de Zurbarán

Cuando uno escribe un libro, sea grande o pequeño, no tiene apenas posibilidad de elegir su portada. Las editoriales se ocupan de eso. También del tipo de letra, de la maquetación, del diseño y de los complejos campos que afectan a la edición de un texto. Un libro no sólo debe ser interesante. Debe ser – o ha de procurar serlo – bello.

Hoy estoy muy contento. La editorial CCS, en su colección “Mesa y Palabra”, nº 19, anuncia la próxima publicación de un texto que he escrito con devoción; es decir, con amor, con fervor y con veneración. Se trata de una “Novena a la Inmaculada”. Ya sé que algunos al leer “Novena” se reirán. Pero yo no comparto esa risa, si lo que mueve a reír es un sentimiento de burla. Hay muchas cosas que escribir: textos académicos, artículos periodísticos, colaboraciones en revistas y también - ¿por qué no? – opúsculos que estimulen la piedad, sin olvidar por ello la necesidad de la formación.

He de confesar que, en esta ocasión, se me ocurrió una pequeña trampa. Al enviar el texto a los editores puse una portada. Se trataba de una Inmaculada de Zurbarán. En ese cuadro, la Virgen aparece con una túnica rosada y con un manto azul, coronada con las doce estrellas. No pensé que la “sugerencia” llegase a más. Me imaginaba otro diseño - bello, cuidado – pero “otro” al fin y al cabo. Y, en efecto, se trata de otro diseño. Pero no muy alejado de mi propuesta encubierta. Han optado por una Inmaculada del mismo artista.

En el precioso cuadro, que sirve finalmente de portada, María aparece con una túnica blanca – elemento no muy frecuente en esa época - . También porta un manto azul. La Virgen joven, con cabellos sueltos sobre sus hombros y coronada por las doce estrellas, apoya sus pies sobre un cuarto de luna. Me parece un icono de gran belleza. Los atributos de la Letanía se mezclan con escenas de un paisaje sevillano: un barco que fondea, y además – ya no estrictamente Sevilla - una fuente, un pozo, un cedro… Entre las nubes del cielo, diversos símbolos que tienen su base en la Escritura y en la Tradición.

Leer más... »

Stephen Hawking y Dios

El famoso científico Stephen Hawking, sucesor de Newton en la cátedra Lucasiana de Cambridge, tiene la virtualidad de plantear el problema de la relación entre Creador y creación o, dicho de otro modo, entre Dios y el mundo. No es poco, teniendo en cuenta el espeso ambiente de silencio que reina en nuestros pagos en lo que a Dios se refiere. En Inglaterra las cosas son de otro modo. Allí el debate entre ciencia y religión es un debate vivo y, generalmente, de gran altura intelectual.

“La ciencia no deja mucho espacio a Dios”, dicen que dijo. Y, si de ciencia hablamos, tiene razón. La ciencia practica lo que se suele denominar el “naturalismo metodológico” o, incluso, el “ateísmo metodológico”. En sentido estricto, Dios no es objeto de la ciencia, porque Dios no es un objeto más entre los objetos del mundo. Y ni siquiera es un objeto, sino un Sujeto libre, imposible de analizar en un laboratorio o de encajar en un perfilado modelo cosmológico.

Leer más... »