Nadal, al Seminario
Tiene cara de buen chico. Y dicen que la cara es el espejo del alma, aunque el aspecto y la apariencia pueden engañar, pero no creo que sea el caso. De Rafa Nadal, de sus méritos deportivos, de su saber ganar, se ha escrito tanto que poco puedo añadir yo. Sobre todo porque, en lo que al deporte se refiere, mi ignorancia es absoluta. No recuerdo haber visto nunca, entero, un partido de fútbol; ese extraño juego entre dos equipos, de once jugadores cada uno, cuya finalidad es hacer entrar un balón por una portería. No logro descifrar el misterio que encierra este juego, ni las claves ocultas que consiguen acaparar incondicionalmente la atención de los espectadores. Pero hace mucho tiempo que he renunciado a intentar explicarlo todo.
Si el fútbol es complejo en su aparente simplicidad, ¿qué decir del tenis? En este deporte dos personas se lanzan alternativamente una pelota, utilizando raquetas, por encima de una red, con el propósito de que la otra parte no acierte a devolverla. Si ustedes me explican la segunda ley de la termodinámica, no les aseguro mi comprensión. Pero los enigmas relativos al calor y a las restantes formas de energía se me antojan, en su dificultad, más asequibles y cercanos que los arcanos del tenis. Los torneos; los “Roland Garros”, los “Wimbledon” y los “Open de Australia” suenan a mis oídos con la misma cadencia esotérica con la que puedo escuchar un mantra en sánscrito.

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO B
Eluana Englaro tenía 38 años y estaba en coma vegetativo desde 1992. Vivía – en coma, pero vivía – en un centro atendido por unas religiosas. A instancias de su padre, y por orden de un Tribunal, la trasladaron a “La Quiete”, una residencia de ancianos de Udine, para “liberarla” del coma y de la vida. La dejaron morir de hambre y de sed, retirándole la sonda nasogástrica mediante la cual recibía el alimento y la hidratación. El caso de Eluana recuerda al de la norteamericana Terry Schiavo. También a esta otra mujer, valiéndose de órdenes judiciales, la destinaron a un fin similar.
Parece que bastantes católicos alemanes se han sublevado contra el Papa por la decisión del Pontífice de readmitir a la plena comunión con la Iglesia a los obispos ordenados por Mons. Lefebvre. Las inoportunas, y disparatadas, declaraciones de uno de esos obispos sobre el holocausto perpetrado por los nazis han herido no sólo a los judíos, sino también a los alemanes, independientemente de su religión.












