El día primero de la semana
El Señor Resucitado se encuentra con los suyos “el día primero de la semana”. Son estos encuentros, estas apariciones, las que, bajo la acción de la gracia, hacen nacer la fe de los discípulos en la Resurrección.
La Resurrección de Jesucristo es un acontecimiento único, que no tiene parangón con los demás acontecimientos de este mundo. No se trata de un retorno a la vida terrena, como en el caso de las “resurrecciones” obradas milagrosamente por Jesús: la de la hija de Jairo, la del joven de Naím, o la de Lázaro.
En la Resurrección de Cristo nos encontramos con la novedad absoluta del paso de su cuerpo del estado de muerte a otra vida más allá del tiempo y del espacio (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 646). Como ha explicado el Papa Benedicto, usando una imagen tomada de la teoría de la evolución, nos encontramos con “la mayor «mutación», el salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva, que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo”. Su cuerpo se llena del poder del Espíritu Santo y participa, para siempre, de la gloria de Dios.
La Resurrección de Jesucristo es un acontecimiento trascendente que irrumpe en la historia. El Pregón Pascual dice que sólo esa noche santa “conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos”. No hubo testigos oculares de ese acontecimiento. Nadie vio el hecho mismo de la Resurrección.

San Pablo, en la Carta a los Colosenses (3,1-4), expone las consecuencias que tiene para nuestra vida la Resurrección de Jesús: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba”.
En la Carta a los Romanos, San Pablo considera el carácter definitivo de la Resurrección: “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más” (cf Rm 6,3-11). Su muerte fue un morir al pecado “de una vez para siempre” y su vivir “es un vivir para Dios”.
Roma es una ciudad singular. Entre otras razones, porque allí tienen sus sedes tres Jefes de Estado: el presidente de la República italiana, el Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta y, no en tercer lugar en cuanto a importancia, el Papa. En Roma confluye el mundo, en una especie de ONU anterior a la ONU. Desde el mundo a Roma - y desde Roma al mundo - , llegan los ecos, normalmente fidedignos, de casi todo lo que acontece en el planeta.
La celebración del Viernes Santo, primer día del Triduo Sacro, está enteramente centrada en la muerte de Cristo en la Cruz. “¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto!”.












