Un poco hartito sí que estoy
Me hacía gracia, cuando estudiaba en Roma, que un doctorando – hoy, felizmente, Obispo – nos dijese, si nos entreteníamos más tiempo del imprescindible a la hora del desayuno: “Vosotros aquí, de charla, y vuestros Obispos hartitos de pagaros los estudios”.
Bueno, pues algo así. Como no soy del Sur no suelo emplear mucho los diminutivos. No estoy “hartito”, estoy simplemente “harto”. ¿De qué? De comparaciones abusivas, mal hechas, carentes de toda equidad y proporción.
No se pueden poner en los dos platillos de la balanza aspectos que nada tienen que ver entre sí. No es riguroso comparar la apostura de Brad Pitt y la inteligencia de Einstein. O, para que haya paridad en el ejemplo, la belleza de Angelina Jolie y la capacidad de trabajo de la vicepresidenta del Gobierno.
La justicia pide dar a cada uno lo suyo. Si parangonamos la belleza del cuerpo, ciñámonos a ese aspecto. Si contrastamos el bagaje de los conocimientos, pensemos en el acervo de cada cual.