El purgatorio
Muchas de nuestras prácticas litúrgicas y devocionales carecerían de sentido de no existir el purgatorio. Es verdad que la palabra como tal, “purgatorio”, es relativamente tardía y se remonta al siglo XII, a la obra de Pedro Manducator – un devorador de libros, de ahí su apellido -.
Pero antes de la palabra está la realidad designada por la palabra. Y lo cierto es que, desde muy antiguo, se constata la praxis de la oración de los cristianos por los difuntos. Desde ese praxis se leen algunos pasajes de las Escrituras: 2 Mac 12,39-46 – el sacrificio de Judas Macabeo por los soldados caídos -; 1 Cor 3,11-15, que alude a la salvación “por medio del fuego”; 1 Cor 15,29, que habla de un enigmático “bautismo por los muertos”; 2 Tim 1,16-18, con la oración por Onesíforo; Lc 12,48 y Mt 5,26.