Un eco de la Navidad
Domingo II después de Navidad. Homilía.
El segundo domingo después de Navidad constituye un eco de la solemnidad del Nacimiento del Señor. El eco es la resonancia o la repercusión de una noticia o de un suceso. La noticia que resuena en este día es la Buena Noticia de la Encarnación del Hijo de Dios: “Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos” (cf Sab 18,14-15).
La Liturgia nos invita así a adentrarnos en lo invisible, en la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Cristo es la Sabiduría y la Palabra del Padre, enviado a plantar su tienda en medio de nosotros, para que podamos llegar a ser hijos de Dios. No sólo es la Sabiduría, imagen de la Ley de Moisés, sino una Persona, la Palabra que es “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”: “Esta persona divina se ha encarnado verdaderamente. De este modo, ahora disponemos, para orientar nuestra vida, no sólo de una ley, de una institución, sino de una persona que se ha encarnado y ha asumido una naturaleza como la nuestra” (A. Vanhoye).