Fondo y forma
Los humanos tendemos, a veces, a la dicotomía, a la división bipartita, quizá por un deseo de simplicidad: lo bueno y lo malo, lo caliente y lo frío, lo bello y lo feo.
Pero, frente a esa búsqueda de brevedad y sencillez, se alza lo real. Y lo real, al menos la realidad terrena y mundana, no suele ser tan simple. Más bien se presta a matices, a eso que los italianos, con una palabra genial, llaman “sfumature”. Un mundo sin grados, sin tonos, sin variedades, sería o excesivamente grande para ser un mundo, o bien excesivamente uniforme.
Salvo Dios, que en su grandeza excede la complejidad de lo no divino, las demás realidades resultan complicadas, incluso enmarañadas y difíciles. ¿Quién es, en el día a día de nuestras vidas, completamente bueno? ¿Quién completamente feo? ¿Quién completamente falso?