Ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Un artículo de mons. Cuevas
Dice, mons. Cuevas, que los cinco mandamientos de la Iglesia “se proponen como los marcadores personales del mínimo vital cristiano”. Tiene razón, objetivamente. Pero tal como están las cosas, uno tiende a pensar que esos “marcadores” son, en el presente, casi indicios de santidad. Es muy probable que los que ya tenemos una edad avanzada estemos mal acostumbrados. Lo que ayer era un mínimo, hoy es casi un mérito digno de mención.
Realmente, la fe ha sido casi siempre una excepción. Lo habitual, de un modo o de otro, ha sido – quizá - no creer, o creer aparentemente, o creer como si no se creyese. No debemos olvidar que la fe era, es y será una virtud “sobrenatural”, algo que viene de Dios y que no brota espontáneamente de uno mismo, aunque esa virtud sea plenamente conforme a nuestra condición de seres racionales y libres.
Añade mons. Cuevas: “esa familia de la que forman parte todos los bautizados, aunque sus fines sean espirituales, tiene como toda asociación humana, necesidad de medios materiales”. Es evidente que es así. Los católicos deberíamos repasar muy a menudo los concilios cristológicos de la Iglesia antigua, en los que poco a poco se fue explicitando la fe testimoniada en la Escritura.