Cuando Yitzhak bar Shimón salió de su casa, a la mitad de la prima vigilia, el cielo estaba cuajado de estrellas, estaba oscuro, pues la luna no se haría visible hasta el final de la secunda vigilia, tomó el camino de la Bet haKenéset (Sinagoga) de Antioquía, al poco se detuvo pues el resplandor, a jirones, de una lluvia de estrellas conocidas como Acuáridas se mostraba en todo su esplendor, y, con una extraordinaria actividad.
En su fuero interno elucubraba sobre qué significaba aquel derroche en la bóveda del cielo, como buen oriental su mente se nutría de toda suerte de conclusiones astrológicas, por lo que no pudo evitar una sonrisa, siguió caminado y mirando al cielo, sintió una felicidad interior reconfortante, se dijo: “Sin duda YHWH nos saluda por medio de sus estrellas”; tan absorto iba en su contemplación, que, apenas, en el último momento, pudo evitar tropezar con el rabino Ariel, ocupado en la misma tarea que Yitzhak, ambos rieron de buena gana, y sin ponerse de acuerdo previamente, coincidieron en interpretar la lluvia de estrellas, como “un saludo de YHWH a su pueblo”.
Llegaron a las puertas de la casa para la vigilia de Shavuot, donde esperaban los patriarcas, residentes, antioquenos, también estarían los nuevos cabezas de familia todos ellos vestidos de fiesta, pero dejando algo, para estrenar y lucir a la luz del día.
La Bet haKenéset estaba ornada con belleza y buen gusto con canastillas de palma o mimbre atestadas de flores, abundancia de amapolas, narcisos e iris, que no solo mostraban su flor, sino que sus hojas acompañaban al césped, traído de las montañas cercanas, recordando el milagroso verdor que crecía sobre el Sinaí cuando la Divina Presencia descansaba allí, y, otras cestas contenían unas muestras de las siete especies de Israel: trigo, cebada, uva, higo, granada, aceituna y dátil, (Dt 8,8), conseguidas, con facilidad, y donadas por los comerciantes, en el mercado de la ciudad, y dos panes, uno de cebada y otro de trigo, la cebada se cosecha antes y simboliza la inmadurez, el trigo se cosecha después y simboliza la plenitud por la recepción de la Toráh.
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