8.03.11

La renovación de la Liturgia (II)

Continuamos con el repaso de la Carta apostólica de Juan Pablo II “Spiritus et Sponsa” - en adelante SS - , fijándonos en el segundo objetivo que el Papa busca alcanzar en este documento: comprobar de algún modo la recepción de la Constitución conciliar sobre la Liturgia. Esta recepción es caracterizada por Juan Pablo II de la siguiente manera: “De la renovación a la profundización”. Entiendo que, en las indicaciones que siguen, se refiere a logros de la renovación litúrgica que, no obstante, hay que seguir profundizando y afianzando:

0. El Santo Padre propone, como punto de partida, un examen de conciencia sobre la recepción de la “Sacrosanctum Concilium”: “¿Se vive la liturgia como “fuente y cumbre” de la vida eclesial, según las enseñanzas de la Sacrosanctum Concilium?” (ib.). El redescubrimiento del valor de la palabra de Dios, que la reforma litúrgica ha realizado, ¿ha encontrado un eco positivo en nuestras celebraciones? ¿Hasta qué punto la liturgia ha entrado en la vida concreta de los fieles y marca el ritmo de cada comunidad? ¿Se entiende como camino de santidad, fuerza interior del dinamismo apostólico y del espíritu misionero eclesial?” (SS, n. 6).

1. Anima a profundizar en las riquezas y en las potencialidades de los libros litúrgicos: “Esa profundización debe basarse en un principio de plena fidelidad a la sagrada Escritura y a la Tradición, interpretadas de forma autorizada en especial por el concilio Vaticano II, cuyas enseñanzas han sido reafirmadas y desarrolladas por el Magisterio sucesivo” (SS, n. 7).

2. Señala la necesidad de “una pastoral litúrgica marcada por una plena fidelidad a los nuevos ordines (cf SS, n. 8): “A través de ellos se ha venido realizando el renovado interés por la palabra de Dios según la orientación del Concilio, que pidió una ‘lectura de la sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada’ (n. 35)”.

3. Pide seguir inistiendo en el redescubrimiento del valor del domingo: “No cabe duda de que se han realizado notables esfuerzos en la pastoral, para lograr que se redescubra el valor del domingo. Pero es necesario insistir en este punto, ya que ‘ciertamente es grande la riqueza espiritual y pastoral del domingo, tal como la tradición nos la ha transmitido. El domingo, considerando globalmente sus significados y sus implicaciones, es como una síntesis de la vida cristiana y una condición para vivirla bien’ (Dies Domini, 81)” (SS, n. 9).

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7.03.11

La renovación de la Liturgia (I)

En 2003, el Papa Juan Pablo II promulgaba una Carta Apostólica, “Spiritus et Sponsa” en el XL aniversario de la constitución “Sacrosanctum Concilium” sobre la sagrada Liturgia.

Es muy interesante volver a este texto del Papa, que reafirma la importancia de la constitución sobre la Liturgia: “en la Constitución sobre la sagrada liturgia, primicia de la “gran gracia que la Iglesia ha recibido en el siglo XX” (Novo millennio ineunte, 57; cf. Vicesimus quintus, 1), el concilio Vaticano II, el Espíritu Santo habló a la Iglesia, guiando sin cesar a los discípulos del Señor “hacia la verdad completa” (Jn 16, 13)” (n.1).

¿Qué se propone Juan Pablo II en esta Carta? Persigue tres objetivos:

1) “redescubrir los temas de fondo de la renovación litúrgica impulsada por los padres del Concilio”;
2) “comprobar de algún modo su recepción”;
3) “y mirar al futuro”.

Veamos, pues, el recorrido que sigue el Papa. Nos centraremos, en este post, solo en el primer punto:

1. ¿Cuáles son los temas de fondo de la renovación litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II?

En el balance de la Constitución conciliar, el Papa señala los siguientes méritos de la misma:

a) “En ella se delinean luminosamente los principios que fundan la praxis litúrgica de la Iglesia e inspiran su correcta renovación a lo largo del tiempo (cf. n. 3)”; a saber:

i. “Los padres conciliares sitúan la liturgia en el horizonte de la historia de la salvación, cuyo fin es la redención humana y la perfecta glorificación de Dios”.

ii. “Cristo se hace presente, de modo especial, en las acciones litúrgicas, asociando a sí a la Iglesia”.

iii. “Toda celebración litúrgica es, por consiguiente, obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo místico, “culto público íntegro” (n. 7), en el que se participa, pregustándola, en la liturgia de la Jerusalén celestial (cf. n. 8)”.

iv. “Por esto, “la liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza” (n. 10)”.

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5.03.11

14 preguntas y respuestas sobre la celebración de la Santa Misa

No voy a elaborar un texto propio. Me limitaré a citar algunos párrafos de la Carta del Papa Benedicto XVI que acompaña al “Motu Proprio”, sobre el uso de la Liturgia romana anterior a la reforma efectuada en 1970, titulado “Summorum Pontificum”.

Es que da la sensación, leyendo ciertas cosas, de que esa carta del Papa no se ha entendido bien del todo. Formularé lo que sigue en forma de preguntas, que haré yo, y de respuestas - extraídas, literalmente, de las afirmaciones del Papa - . No pretendo entrar en polémicas – que, en este asunto, son especialmente inútiles y cansinas - , sino que pretendo disipar ciertas dudas que pueden surgir en determinados católicos.

1. ¿Ha desautorizado el Papa el Concilio Vaticano II o ha puesto en duda la reforma litúrgica?

En absoluto: “En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales – la reforma litúrgica – se ponga en duda. Este temor es infundado”.

2. ¿Debemos albergar alguna reserva sobre el llamado Misal de Pablo VI?

Tampoco: “Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarística”.

3. ¿Cabe usar el Misal Romano anterior al Concilio Vaticano II?

Sí: “La última redacción del ‘Missale Romanum’, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como ‘Forma extraordinaria’ de la Celebración litúrgica”.

4. ¿Se trata, entonces, de dos ritos diferentes?

No: “No es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran ‘dos Ritos’. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito”.

5. ¿Fue jurídicamente abrogado el Misal de 1962?

No: “Por lo que se refiere al uso del Misal de 1962, como ‘Forma extraordinaria’ de la Liturgia de la Misa, quisiera llamar la atención sobre el hecho de que este Misal no ha sido nunca jurídicamente abrogado y, por consiguiente, en principio, ha quedado siempre permitido”.

6. ¿La ruptura llevada a cabo por Mons. Lefebvre tuvo como única causa la cuestión del Misal?

No: “Todos sabemos que, en el movimiento guiado por el Arzobispo Lefebvre, la fidelidad al Misal antiguo llegó a ser un signo distintivo externo; pero las razones de la ruptura que de aquí nacía se encontraban más en profundidad”.

7. ¿Todos los simpatizantes del Misal de 1962 desconfían del Concilio Vaticano II o del Papa?

No: “Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma, querida para ellos, de la sagrada Liturgia”.

8. ¿Ha autorizado el nuevo Misal los abusos litúrgicos?

No: “en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad, lo cual llevó a menudo a deformaciones de la Liturgia al límite de lo soportable”.

9. ¿Fue el Papa Juan Pablo II enemigo del Misal de 1962?

No: “El Papa Juan Pablo II se vio por tanto obligado a ofrecer con el ‘Motu Proprio Ecclesia Dei’ del 2 de julio de 1988, un cuadro normativo para el uso del Misal de 1962, pero que no contenía prescripciones detalladas sino que apelaba, en modo más general, a la generosidad de los Obispos respecto a las ‘justas aspiraciones’ de aquellos fieles que pedían este uso del Rito romano”.

10. ¿Facilitar el uso del Misal de 1962 puede llevar a la división de las comunidades parroquiales?

No: “El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo. Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles”.

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3.03.11

Un próximo libro: "El camino del discípulo. Meditaciones sobre Jesús, el Señor"

Hoy he recibido la maqueta de lo que, en pocas semanas, será un próximo libro: “El camino del discípulo. Meditaciones sobre Jesús, el Señor” (Cobel Ediciones, Alicante 2011, 108 páginas).

Es un libro que he ido preparando con cuidado, semana a semana. Está pensado en continuidad con “La humanidad de Dios", también editado por Cobel en enero de este año. Si “La humanidad de Dios” es, sobre todo, un texto centrado en la contemplación de Cristo, este segundo libro mira, sin perder la referencia cristológica, a las características del discipulado cristiano.

Puedo adelantar dos datos: El índice y la presentación.

El índice es el siguiente:

Presentación…………………………………….. 7
1. La forma del Amor……………………………… 11
2. Exigencias del camino………………………….. 27
3. Vía Crucis……………………………………. 41
4. Fidelidad y agradecimiento……………………… 57
5. Oración y paciencia …………………………… 73
6. La verdadera realeza…………………………… 89

Y el texto de la “presentación":

“El presente volumen es continuación de ‘La humanidad de Dios. Meditaciones sobre Jesús, el Señor’. Si fijamos nuestra mirada en Jesucristo, centro de la revelación y de la fe, encontraremos la senda del seguimiento.

El Señor nos invita a reproducir en nuestras vidas la forma de su amor. El camino del discípulo sigue las huellas trazadas por el Maestro. Es, también, un “Via Crucis". La fidelidad y el agradecimiento, la oración y la paciencia caracterizan el itinerario cristiano.

Jesucristo, Rey del Universo, nos muestra en qué consiste la verdadera realeza: en el servicio y la entrega a los hermanos. Su Reino, que no es de este mundo, aviva nuestro deseo y nos empuja a transformar este mundo para que sea cada día más conforme con el proyecto de Dios.

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2.03.11

Para quien tenga interés: Presentación de “FIERI. art & theology”

Seminario Mayor de Vigo, 2 de marzo de 2011.

Hay tres razones por las que me resulta grato presentar el catálogo de la exposición “FIERI. art & theology”, por otra parte tan bellamente editado: Una razón institucional, una razón teológica y una razón pastoral.

1. Una razón institucional

El 7 de marzo de 2000 la Congregación para la Educación Católica concedió, mediante el correspondiente decreto, la afiliación del Instituto Teológico “San José” de Vigo a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Comenzaba así nuestro Centro su andadura, con la finalidad de que los alumnos que aquí cursasen los Estudios Eclesiásticos pudiesen obtener, tras el examen de grado, la conveniente titulación universitaria, con reconocimiento canónico y civil. En un período relativamente corto de tiempo (desde el curso 1999-2000 al curso 2010-2011), contamos con más de veinte egresados, algunos de ellos ya sacerdotes y otros, al menos en el momento de acceder a la titulación, todavía candidatos al sacerdocio.

En los Estatutos del Instituto Teológico se señalan tres objetivos como fines del Centro:

1. Impartir las disciplinas correspondientes al ciclo institucional de Estudios Eclesiásticos.
2. Capacitar a los alumnos para su futuro ministerio pastoral, mediante una formación integral.
3. Fomentar la investigación y la difusión de las ciencias eclesiásticas.

En el “perfil del egresado” se concretan aun más estos objetivos, indicando que los alumnos, con la iluminación de la fe intelectualmente bien pensada deben haber adquirido, al término de su formación, “conocimiento de los grandes problemas del hombre, de la actual situación histórico-religiosa, de las aportaciones de los pensadores relevantes en la cultura humana y de las corrientes del saber teológico”.

No cabe duda de que el arte no es ajeno a los grandes problemas del hombre. Más bien los expresa y los formula con un lenguaje del todo propio.

Pero a un Instituto Teológico – como a cualquier otro centro de formación – no sólo se le exigen objetivos, sino también resultados, tanto en los egresados como en el personal académico.

No creo exagerar si afirmo que, entre los resultados recientes del programa formativo, el catálogo “FIERI. art & theology” ocupa, por méritos propios, un lugar destacado. En la preparación de la exposición – y en la elaboración del catálogo - han participado de modo activo los alumnos y gran parte de los profesores del Instituto Teológico. La formación de los alumnos ha de ser integral y, por ello, no puede limitarse exclusivamente a la asistencia a las clases. Asimismo, los profesores son, sobre todo, acompañantes y tutores de ese proceso de aprendizaje y de formación que ha de ser siempre un proceso vivo.

2. Una razón teológica

Entre arte y teología existe una relación de connaturalidad, de afinidad, de simpatía. Si se me permite emplear una terminología kantiana, diría que el arte es expresión “fenoménica” del reino “nouménico” del valor. En el arte, la realidad se manifiesta, se “revela”, se encarna.

La teología encuentra precisamente en la categoría de “revelación” su categoría fundamental. Toda la teología tiene como principio objetivo la “revelatio”; en su doble acepción de manifestación (“revelatio”) y de ocultamiento (“re-velatio”; volver a velar). Y si tuviésemos que destacar una característica de la revelación podríamos aludir, sin forzar la naturaleza de las cosas, a su carácter simbólico y sacramental.

La revelación es simbólica porque, desde las realidades de este mundo, se nos remite a otras realidades que trascienden este mundo. La revelación es sacramental porque las obras y las palabras están intrínsecamente conectadas, de modo semejante a como, salvadas las distancias, en el catálogo de una exposición se aúnan las imágenes y los textos.

En definitiva, la ley básica de la economía de la revelación es la encarnación. El “Todo” se da en el “fragmento”, el Misterio irrumpe en el acontecimiento histórico y el fulgor de la divinidad resplandece en la carne de Jesús de Nazaret, el Señor.

No puede extrañarnos que una pensadora tan sutil como Simone Weil escribiese: “En todo lo que suscita en nosotros el sentimiento puro y auténtico de la belleza está realmente la presencia de Dios. Existe casi una especie de encarnación de Dios en el mundo, cuyo signo es la belleza. Lo bello es la prueba experimental de que la encarnación es posible. Por esto todo arte es, por su esencia, religioso”.

Mucho antes de que naciese Simone Weil, San Juan Damasceno, frente a los iconoclastas, reivindicaba la legitimidad de las imágenes sagradas apelando al acontecimiento de la Encarnación: “En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura, no podía de ningún modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de lo que he visto de Dios”.

Como la obra de arte puede expresar la belleza, sin aprisionarla, así en la revelación Dios se acerca y se da a conocer sin suprimir la distancia ontológica que diferencia al Creador de la criatura.

La saludable sacudida que produce la belleza despierta al hombre para abrirse a lo que está por encima de él: “La humanidad puede vivir sin la ciencia, puede vivir sin pan, pero nunca podría vivir sin la belleza, porque ya no habría motivo para estar en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí”, escribía Dostoievski. En estas palabras resuena la enseñanza de Jesús: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios” (Mt 4, 4).

En la Eucaristía, clave de bóveda del edificio del cristianismo, la materia es transustanciada por la acción del Espíritu Santo y por la eficacia creadora de la palabra de Cristo. Como un artista que convierte un bloque de mármol en una escultura, así Dios anticipa, en el Sacramento, un nuevo cielo y una tierra nueva.

Arte y teología, en definitiva, nos empujan a atravesar el umbral de la esperanza, y nos permiten así pregustar la salvación.

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