14.07.15

Primero una cosa y luego otra

Es muy mala receta que uno se deje agobiar. A veces será inevitable sentir agobio y cansancio, pero no siempre será, ni de lejos, la única ni la mejor receta. Aunque es normal que uno desconfíe de las “recetas”, ya que las situaciones que nos toca vivir son, casi siempre, muy peculiares.

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28), nos dice Jesús. Tomando literalmente estas palabras, el Señor promete solo “alivio”, que no es poco. “Aliviar” es quitar parte del peso que pesa sobre uno. Si uno ha tenido la experiencia de cargar con un peso excesivo y alguien se ha ofrecido a hacerse cargo de una parte de ese peso, uno se tiende agradecidamente aliviado.

Muchas veces la carga excesiva está en la realidad, sí, pero también en la anticipación que nuestra mente hace de esa carga, de ese peso. Podemos hacer que muchas cosas nos afecten antes de tiempo. Incluso quizá no nos lleguen a afectar, pero si las anticipamos, nos afectarán.

Dios no nos va a obligar a cargar con un peso que exceda nuestras fuerzas. Haremos, en lo posible, lo que nos toque hacer. No somos el centro del universo ni la clave de bóveda de la que dependa las grandes causas de la justicia en el mundo o de la equidad universal.

A cada cual le toca lo suyo. Haremos, quizá, muy poco, si nos centramos en un plazo muy corto. Haremos mucho si, “primero una cosa y luego otra”, tratamos de dar lo que podamos dar de nuestra parte.

Dios es misericordioso y omnipotente. También es paciente. Dios sabe esperar. Lo mismo debe hacer cada uno de nosotros. Esperar. La siembra no es la cosecha. El éxito y el fracaso no son inmediatos. Y si uno hace lo que puede, “primero una cosa y luego otra”, no puede fracasar más que aparentemente.

Pero la apariencia no es la verdad. La apariencia y la verdad solo coinciden, al cien por cien, en Cristo, al menos si se ve esa coincidencia desde la perspectiva de Dios. Desde la óptica humana, ni en ese caso.

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4.07.15

Orgullo

Se ensalza mucho la palabra “orgullo”, como si el hecho de ser –  o sentirse – orgulloso de algo fuese, en sí mismo, una virtud. Realmente la palabra “orgullo” tiene, más bien, una connotación negativa: “Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas”, dice el “Diccionario”.

El orgullo suele coincidir, pues, con el exceso: bien sea de altanería, de insustancialidad o de aprecio de uno mismo. Los excesos no son buenos. Y el orgullo, aun en el hipotético caso de que nazca de causas nobles, no es muy noble. Lo noble es la humildad, el antónimo por excelencia del orgullo.

La humildad es compañera de la verdad. El orgullo lo es de la mentira, aunque esta mentira se disfrace de “piadosa”. En el plano de la verdad, uno puede sentirse conforme con lo que es, o agradecido, o resignado o hasta desgraciado. No creo que nunca uno pueda sentirse orgulloso de nada.

Expresiones como “estoy orgulloso de mis padres” o “de mi patria” o de… no dicen, si vamos al fondo, gran cosa. Por buenos que sean nuestros padres, ninguno de nosotros ha podido elegirlos. Ni tampoco el lugar de nuestro nacimiento.

El orgullo está peligrosamente cerca de la soberbia; tan cerca que casi se identifica, en su apuesta por el exceso, con ella. Y la soberbia, lo sabemos, es uno de los pecados capitales, quizá el más capital de todos ellos; o sea, es un pecado, un vicio, que da origen a muchos otros.

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3.07.15

Votación griega

Está medio mundo – europeo - como en un “ay”. ¿Qué votarán los griegos en esta especie de “referéndum exprés”? Pues no lo sé, ya que, con seis meses en el poder, el gobierno de Syriza ha preferido no dejar mucho tiempo para pensar en las implicaciones de un “sí” o de un “no”.

Son seis meses en los que no se sabe si, los gobernantes griegos, han puesto a prueba todas las posibilidades de la teoría de juegos o si, a la vez, se han sentido vinculados por sus promesas electorales… Quizá haya un poco de todo. Se podría decir que estos nuevos gobernantes no han firmado los anteriores acuerdos, pero es evidente que si acceden al poder se responsabilizan de los compromisos de que quienes les han precedido en su ejercicio. Para cumplirlos, o para tratar de incumplirlos. Se hereda todo, lo que gusta y lo que no. Sobre todo si quien se presenta a heredero sabe, de sobra, con qué historial le tocará lidiar.

Un discurso binario de buenos y malos es demasiado simple para ser verdadero. Las llamadas “Instituciones” tienen mucho que ver con los socios de la Unión Europea y de la zona euro. El dinero prestado a Grecia no cae del cielo, sino que proviene claramente de las aportaciones de los demás contribuyentes comunitarios.

No es, me parece a mí, una ocasión para el romanticismo. Claro que lo ideal es que todo sea una balsa de aceite. Pero, ¿quién sostiene la viabilidad de esa balsa? ¿Cómo se apuntala la solidaridad si no hay ingresos?

Pero hay un elemento que me sorprende más cuando se oye, en voz muy alta,  que el “no” sería la única opción justa en el referéndum – que tampoco tiene tanta importancia, porque votan algo de ayer y ya no de hoy - . Lo que me sorprende es que, a veces, parece que no se piensa en las consecuencias de los actos.

No se puede actuar de modo intrínsecamente inmoral, sean cuales fueran las consecuencias. Pero, salvo en ese reducto, hay que atender mucho a las consecuencias.

¿Cuáles serían en el caso del referéndum griego?: ¿Es claramente un daño duradero, grave y cierto que los demás socios de Grecia pidan que les devuelva, Grecia, lo que le han prestado? Quizá no puedan devolverlo todo, pero, al menos, la voluntad de devolverlo sí cuente.

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28.06.15

La pesada amenaza del terrorismo islamista

Matar sin discriminación, como hacen los terroristas, es, si cabe, especialmente contrario a la justicia. Ayer ha habido víctimas en Francia, en Túnez, en Kuwait y en Somalia. Las seguirá habiendo, por desgracia, aunque no sepamos de antemano ni cuándo ni dónde.

A la vez que se producen esas acciones terroristas se siguen perpetrando gravísimos atentados – también terroristas, en el fondo -  contra civiles, como en Siria o en Iraq y en otros países.

La amenaza del mal llamado “Estado Islámico” está ahí, y nos recuerda cada día su presencia y su poder destructivo. Y somos muchos los que nos preguntamos si lo que se está haciendo para frenar esa barbarie es suficiente o no. Si vemos los resultados, parece a todas luces que no se hace lo suficiente.

¿Qué busca esta gente? ¿Escalar todas las cimas de la perversidad humana hasta llegar a ser considerados como interlocutores políticos, capaces de negociar sus planes? No lo sabemos.

Algunos dicen que el terrorismo “funciona”. Es decir, que llegar hasta el extremo en la maldad permite lograr ser considerado como un adversario fuerte con el que hay que dialogar y pactar.

Lo que sí sabemos es que los cristianos, y no solo ellos, aunque ellos quizá en primer lugar, están siendo masacrados.

“La comunidad internacional debe enfrentar y combatir este peligro [el terrorismo islamista]  para la humanidad entera, sin lavarse las manos o peor, tratando de circunscribirlo a regiones lejanas de sus propios países: los muertos ya son de diversas nacionalidades y Europa, como América, se convirtieron en el objetivo casi cotidiano”. En este diagnóstico coinciden la Universidad sunnita de Al-Azhar y el mismo Vaticano.

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25.06.15

Total apoyo al Cabildo de Córdoba

Parece que, para algunos, todo vale. La operación de acoso a la Iglesia Católica con algunos pretextos, falsos, es digna de ser denunciada públicamente: que si el IBI, que si las inmatriculaciones, que si el dinero que financia a Cáritas…

Este último punto es de lo peor: solo mencionan, los que acusan, la cantidad que del presupuesto anual de la Conferencia Episcopal Española se destina a Cáritas, silenciando que las Cáritas parroquiales se financian al cien por cien con fondos eclesiales (parroquiales), y, asimismo, casi, las Cáritas diocesanas.

Es la ceremonia de la confusión, del engaño. Lo mismo con las famosas “inmatriculaciones” de bienes. Silencian que hasta hace nada, hasta 1998, la Iglesia Católica no podía registrar sus propiedades. Pero no poder ir al Registro no significa, en absoluto, que no pudiese acreditar su propiedad.

Y lo del IBI es otro mantra, cansino y falso. Hablan solo de la Iglesia, y se olvidan de la ley del mecenazgo, y de las exenciones de ese impuesto que afectan a muchas otras entidades: partidos, sindicatos, etc.

Ya lo de Córdoba, lo de su catedral, roza lo esperpéntico. Que la catedral de Córdoba es de la Iglesia no lo dudan ni ellos, los que acusan. Lo saben de sobra. Pero les da igual: Miente que algo queda. Miente y conseguirás, si tienes el poder, que tu mentira parezca verdad.

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