La fuerte conexión. Sobre "Dilexi te"
En su primer documento extenso, la exhortación apostólica “Dilexi te” – “Te he amado”-, el papa León XIV expresa, en continuidad con su predecesor en la sede romana, el deseo “de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres”. La esencia del cristianismo – el amor de Cristo – es indisociable de esa proximidad a los más necesitados. Ambas dimensiones brotan de la misma fuente, el amor divino y humano del Corazón de Cristo, temática abordada por el papa Francisco en su última encíclica, “Dilexit nos” – “Nos amó” -.
Tal concentración en lo principal, en lo sustancial, nos sitúa, más allá de la mera beneficencia, en el horizonte de la revelación divina. No se trata solo de hacer el bien a los demás, sino de entrar en la lógica de la manifestación y comunicación que Dios hace de sí mismo a los hombres, una comunicación que llega su plenitud en Jesucristo, el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre. Una tentación que ronda a cualquier cristiano es la de subvertir la originalidad del Evangelio para acomodarlo a lo mundano, a los cálculos de este mundo y de este tiempo, a expectativas acerca de lo útil que no siempre dejan espacio a la generosidad y a la apertura a los demás.