Un pin que se llama 'Pies Preciosos'
Hoy me han regalado un pin. Se llama “Pies Preciosos” y reproduce en metal, con el tamaño real, los pies de un niño no nacido de diez semanas de gestación. En esos pequeños pies están perfectamente formados hasta los dedos.
El pin es símbolo de “Pro-Vida”. Es un modo sencillo, amable y creativo de decir a todos que un niño no nacido es un niño, un individuo de la especie humana y no un mero amasijo de células o un ente extraño que no se sabe ni lo que es ni lo que llegará a ser.
Bueno, lo que llegará a ser, si le dejan, sí se sabe. Un feto humano con el tiempo llega a ser un niño recién nacido, o un adolescente o un hombre o una mujer que, olvidando su propia historia, hasta puede incurrir en la incoherencia de defender el aborto.
A veces se habla del acto y de la potencia. Y se dice que un feto es un ser humano en potencia, pero no en acto. Parece olvidarse que, salvo la pura materia, nada es pura potencia, sino que, en cada ser, hay una unión de acto y de potencia, una movilidad, una capacidad de desarrollo desde lo que ya se es hasta lo que se puede llegar a ser.
Un feto humano no es pura potencialidad. Si lo fuese, podría llegar a ser cualquier cosa: un árbol, un repollo, una cebolla. Es, sí, un niño en potencia, como un niño es un joven en potencia, o un joven es un adulto o un anciano en potencia. Hay una “actualidad” en el feto humano; es ya un feto humano, un embrión humano, cuyo recorrido comienza con la unión del óvulo y del espermatozoide, continúa con la implantación en el útero y prosigue hasta el momento del parto.
Si un bebé prematuro es un bebé, y no una mera potencialidad de bebé, es porque cinco minutos antes del parto ya lo era. Y diez minutos antes. Y un mes antes… Y si movemos las manecillas del reloj hacia atrás no encontraríamos, desde el inicio de la vida embrionaria, algo sustancialmente distinto. No llega a ser, con el paso del tiempo, lo que esencialmente no era, sino que llega a ser más plenamente, más perfectamente, más acabadamente, lo que ya era desde el principio.
Reconocer la condición humana de un no nacido es complicado. No porque la realidad no sea clara, que lo es, sino porque esa realidad nos plantea dificultades, nos confunde. Si reconocemos la realidad de lo que un no nacido es, nos resulta un poco más difícil justificar su muerte violenta*. Aunque, con una cruel coherencia, algunos de los que apasionadamente defienden el aborto tampoco le hacen ascos al infanticidio. Eso sí, solicitarían un marco jurídico seguro para establecer nítidamente hasta cuanto tiempo después de nacer se podría eliminar a ese invitado que carece de invitación.
Guillermo Juan Morado.
P.S: No faltará quien diga que un huevo no es una gallina, ni una bellota un roble… ¿Pero tiene la misma dignidad una gallina o un roble que una persona humana? Si se trata de un ser humano, la mínima duda con respecto a su humanidad, si cupiese, que creo que razonablemente no cabe, bastaría para abstenerse de atentar contra él, de impedirle por medios violentos llegar a ser lo que está llamado a ser plenamente.
* Ejemplo de esta mayor complicación resultante del hecho de reconocer a un feto como ser humano y, más aún, como persona:
“Si los fetos fueran ya personas, en el sentido descrito, sería arbitrario anteponer los derechos de la mujer a los del feto. Pero es difícil argumentar que a los fetos o los recién nacidos sean personas en este sentido, dado que las capacidades de razonar, ser conscientes de sí y tener reciprocidad social v moral parecen desarrollarse después de nacer. ¿Por qué, pues, debemos considerar el nacimiento, en vez de cualquier otro momento posterior, como el umbral de la igualdad moral? Una razón de peso es que el nacimiento hace posible que al niño le sean otorgados los mismos derechos básicos sin violar los de nadie. Es posible encontrar en muchos países hogares idóneos para la mayoría de niños cuyos padres biológicos son incapaces o no están dispuestos a criarlos. Como la mayoría de nosotros deseamos proteger a los niños, y dado que ahora podemos hacerlo sin imponer excesivas penalidades a las mujeres y las familias, no hay razón evidente para no hacerlo. Pero los fetos son diferentes: su igualdad significaría la desigualdad de las mujeres. En igualdad de condiciones, es peor denegar los derechos morales básicos a los seres que claramente no son aún personas consumadas. Como las mujeres son personas y los fetos no, deberíamos estar a favor de respetar los derechos de las mujeres en casos de aparente conflicto” (M.A. Warren, “El aborto", en P. Singer (ed.), “Compendio de ética").
18 comentarios
Me parece una forma muy gráfica de convencer a la gente de lo que dice, efectivamente el feto no es un ser humano en potencia, ya lo es.
Pienso que llevando un poco más allá la imagen, puede decirse que esa criatura ya ha dejado su huella en el mundo.
'Nada llega a ser lo que no es ya de alguna manera'
'Proteger a un ser humano es, antes que nada, velar por aquello que lo hace viable; que lo hace posible.'
Decía hace pocos días Eduardo Verástegui que si las mujeres tuvieran el vientre de cristal no se produciría abortos. No me lo creo: están las ecografías, las de gris y las de $D a todo color, estén estos bebés prematuros que sobreviven contra todo cálculo y los legisladores siguen sin aceptar la realidad .
Gracias por la dirección de los piecitos
Ah y preparaos hay personas a los que el pin(pequeñísimo por cierto)les parece agresivo y que hiere la snsibilidad
Salud
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