Sagrado Corazón de Jesús: Amor y reparación

El amor de Dios se manifiesta como amor crucificado, como reconciliación: “la prueba del amor que Dios nos tiene nos la ha dado en esto: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (Romanos 5, 8). Sólo conociendo el amor es posible descubrir la gravedad del pecado. La cruz revela, a la vez, la grandeza del amor y el abismo del pecado; es absolución y condena; salvación y juicio; muerte y vida.

El Corazón de Cristo es el corazón del Buen Pastor que va tras la oveja descarriada y, al encontrarla, la carga sobre los hombros. La caridad de Jesucristo, Pastor de los hombres, refleja así la imposible indiferencia de Dios; su indeclinable compromiso.

“El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron”. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús entraña la voluntad de reparación, de satisfacción, de penitencia.

Pedimos a Dios que “al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación”. Existe un vínculo entre amor y reparación. Reparar implica dejarse atraer por el dinamismo del Corazón de Cristo y dejarse transformar por esta fuerza, que es la única capaz de vencer el mal, el pecado y la muerte.

La fuerza del amor de Dios es el Espíritu Santo, que Dios ha derramado en nuestros corazones para la remisión de los pecados, haciendo posible en nosotros la vida nueva en Cristo. El amor de Dios no es un principio exterior, sino interior, aunque trascendente. Gracias al poder del Espíritu Santo podremos dar frutos de “caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza”.

Esta fuerza del amor, que brota del Corazón de Cristo, transforma a los hombres; nos capacita para construir la civilización del amor, el reino del Corazón de Cristo. Esta es – afirma Juan Pablo II – “la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador”. Y este es también el servicio que la Iglesia está llamada a prestar a la humanidad: construir un mundo animado por la ley del amor; una civilización del amor.

Sin referencia a Dios, la ciudad de los hombres queda privada de fundamento y corre el riesgo de convertirse en una ciudad contra los hombres. El primer servicio de la caridad es ayudar a todos a encontrar a Dios, revelado en Cristo, presente y actuante en la historia por la acción del Espíritu Santo.

Guillermo Juan Morado.

5 comentarios

  
Dniepper
Guilermo,

He leído con atención este escrito ; me ha parecido excepcional. El Espíritu, la Gracia, Amor, Reparación, Frutos.. . EMOCIONANTE!

Sólo en el último párrafo me ha parecido que falta algo. No digo que esté mal lo dicho, al contrario. Sólo quiero expresar dos ideas que me han venido a la mente al leerte. De hecho quizás no tienen nada que ver con lo que querías decir:

1) El espíritu también actúa en personas que no creen . Hay una especie de bondad/moral natural, tanto a nivel personal como de sociedad.

2) Cualquiera puede corromperse. Sociedades que tengan como referente al Señor, o personas transformadas por la Gracia son capaces de caer en la seducción del mundo. El dejarse transformar por la gracia es tarea del día a día.

Quiero decir que en esto de la gracia también influye la voluntad humana. Somos libres para rechazar , o acomodar a nuestras miserias la acción de la gracia.
02/06/09 5:42 PM
  
Luis Fernando
Está usted "sembrao", padre.
02/06/09 6:02 PM
  
Guillermo Juan Morado
Buenas aportaciones. El Card. Newman decía que todo sermón debía ser incompleto. Y eso que sus sermones eran sermones. Imagínese un post.
02/06/09 6:13 PM
  
Norberto
Sagrado Corazón de Jesús en ti confío
02/06/09 6:32 PM
  
susan
El marido de una amiga, cuando se pone muy tierno, la llama como máxima expresión de amor, Corazón.Supongo que es algo muy común en más matrimonios.
Esa palabra es el resumen de sentimientos de amor, ternura, fidelidad, sacrificio,entrega, unidad, amabilidad, benignidad...Todo lo que su Sagrado Corazón nos aporta si sabemos amarlo
03/06/09 4:42 PM

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