Mayo virtual: "Salve, conculcas engaños y errores"
Día 20. Amparo de la fe
“Hermanos: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús” (Hebreos 12,1-2).
El “Akáthistos” es un himno griego, un poema mariano; el más célebre de las iglesias bizantinas. En este himno, entre otros motivos, se saluda a Nuestra Señora como amparo de la fe: “Salve, tú apagas hogueras de errores; salve, Dios trino al creyente revelas”; “salve, conculcas engaños y errores; salve, impugnas del ídolo el fraude”.
En el conjunto de la fe, la Santísima Virgen no es una figura marginal. Ella, por su singular participación en la historia de la salvación, “reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe” (Lumen gentium 65).
La fe es escucha y obediencia a la Palabra de Dios. La Virgen María es “la realización más perfecta” de la fe (Catecismo 144). Durante toda su vida, desde la Anunciación hasta la Cruz, “su fe no vaciló. María no cesó de creer en el ‘cumplimiento’ de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe” (Catecismo 149).
Al acudir a la Virgen como “Amparo de la fe”, los cristianos le pedimos a nuestra Madre que sostenga nuestra fe; que nos muestre el camino de la verdad. Es una súplica que parte de la constatación de la oscuridad que, a menudo, nos invade; de la dificultad de superar las pruebas que se presentan contra el creer. A veces, el mundo en el que vivimos parece – con el peso del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte -desmentir nuestra fe y contradecir la Buena Nueva del Evangelio. Necesitamos que María, como la columna luminosa que de día y de noche guiaba al pueblo en el desierto (cf Éxodo 13,21-22), nos señale el camino de la perseverancia en la fe.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Guillermo Juan Morado.
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