Mayo virtual: Madre de la Iglesia
Día 16. Madre de la Iglesia
“Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: - ‘Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios’ ” (Apocalipsis 21,2-3).
El Papa Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964, declaró a María “Madre de la Iglesia, esto es, de todo el pueblo cristiano, tanto de fieles como de pastores, que la llaman Madre amorosísima” y determinó que, en adelante, “todo el pueblo cristiano, con este nombre gratísimo, honre más todavía a la Madre de Dios”.
El 8 de diciembre de 1981, Juan Pablo II bendijo el mosaico de la Mater Ecclesiae. Momentos antes de bendecir la imagen, el Papa pronunció estas palabras: “Ahora bendeciré la imagen de la Virgen ‘Madre de la Iglesia’, manifestando el deseo de que todos los que vengan a esta plaza de San Pedro eleven hacia Ella la mirada, para dirigirle, con sentimiento de filial confianza, el propio saludo y la propia oración”. La Plaza que, de algún modo, hace visible la apertura de la Iglesia a toda la humanidad contaba ya con un icono mariano.
María y la Iglesia son realidades que se iluminan mutuamente, como ha puesto de relieve el Concilio Vaticano II, en el capítulo octavo de la constitución Lumen gentium. La Virgen, al dar a luz a Cristo, preparó el nacimiento de la Iglesia. Junto a la Cruz, fue proclamada como Madre nuestra. En Pentecostés, se convirtió en modelo de la Iglesia suplicante. Desde su Asunción a los cielos acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina.
La Virgen es la imagen purísima de lo que la Iglesia, “toda entera, ansía y espera” (Sacrosanctum Concilium 103): la discípula perfecta de Jesús; la Virgen fiel a su Esposo; la Esposa unida a Cristo con el vínculo del amor; la Madre fecunda que engendra para la vida nueva a los hijos de Dios; la Reina, adornada con joyas, que participa de la gloria de su Señor. Ella “resplandece ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de todas las virtudes” (Lumen gentium 65).
Oración
Oh Dios, por tu poder y bondad la Virgen María, fruto excelso de la Redención, brilla como imagen purísima de la Iglesia. Concede a este pueblo tuyo que peregrina en la tierra que, fijos los ojos en ella, siga fielmente a Cristo hasta que llegue a aquella plenitud de gloria que ya contempla con gozo en Santa María. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Guillermo Juan Morado
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