Mayo virtual: La primera y más perfecta discípula
Día 8. La primera y más perfecta discípula
“- Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (Mateo 12,49-50).
El discípulo es aquel que pertenece a la familia de Dios; aquel que vive en conformidad con la manera de vivir de Jesús. Ésa es la vocación primera de un cristiano: seguir a Jesús.
San Agustín, en uno de sus sermones, no duda a la hora de ensalzar a María como discípula de su Hijo: “Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por esto, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo”.
¿Qué comporta el seguimiento de Cristo? Ante todo, escuchar su palabra, con un corazón bueno y generoso, conservarla, y dar fruto mediante la perseverancia (cf Lucas 8,15). Exige seguir las huellas del Señor, cargando con el yugo suave de la propia cruz (cf Mateo 16,24). Pide llegar hasta el Calvario, sin escandalizarse de la Cruz del Salvador (cf Juan 19,25-26).
María, la primera y más perfecta discípula de Jesús, la Palabra encarnada, buscó siempre y en todo la voluntad de Dios y supo cumplirla fielmente. Se hace así merecedora de la bienaventuranza divina y se convierte en ejemplo para cada uno de nosotros. Que en el camino del discipulado podamos decir, con el Salmista: “La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos”; más preciosos que el oro, más dulces que la miel (Salmo 18).
Oración
Señor, Dios nuestro, que en la bienaventurada Virgen María nos das el modelo del discípulo fiel que cumple tu palabra, abre nuestros corazones para escuchar el mensaje de la salvación que, en virtud del Espíritu Santo, ha de resonar diariamente en nosotros y producir fruto abundante. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
1 comentario
Adelante Padre.
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