Mayo virtual: La historia de Ester
Pensando pros y contras, he decidido continuar la serie. Quienes han tenido la paciencia de leer estos posts no merecen una interrupción brusca.
Día 18. Medianera de la gracia
“En aquellos días, Ester volvió a hablar al rey. Cayó a sus pies llorando y suplicándole que anulase los planes perversos que Amán había tramado contra los judíos” (Ester 8,3).
Ester era una mujer judía, de extraordinaria belleza, que llega a ser reina en la corte persa del rey Asuero. Con su intercesión ante el rey, logró cambiar un decreto que autorizaba el exterminio de los judíos: “¿cómo podré ver la desgracia que se echa sobre mi pueblo? ¿Cómo podré ver la destrucción de mi familia”, decía Ester.
La figura de Ester anticipa la de María. La Virgen no deja de interceder por sus hijos, por aquellos que son su familia en el orden de la gracia: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”, rezaba Santa Catalina Labouré. No es exagerado afirmar que la Virgen es Madre y medianera de la gracia, ya que por sus manos maternales pasa, por así decir, la gracia que nos viene de Cristo.
El Concilio Vaticano II explica con precisión cuál es la mediación de María: su misión maternal “de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia”. Todo su influjo en la salvación de los hombres “brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia” (Lumen gentium 60).
Jacinto Verdaguer, en un poema, expresa esa mediación materna con bellas palabras: “Quien busca el buen grano/ lo encuentra en la espiga:/ quien quiere oro fino,/ lo busca en la mina:/ el que a Jesús quiera/ que busque a María”. A Ella, Madre y colaboradora del Redentor, nos encomendamos para que nos alcance la abundancia de la gracia.
Oración
Señor, Dios nuestro, que, por misterioso designio de tu providencia, nos has dado al Autor de la gracia por medio de la Virgen María y la has asociado a la obra de la redención humana, concédenos que ella nos alcance la abundancia de la gracia y nos lleve al puerto de la salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Guillermo Juan Morado.
12 comentarios
¿Podría una madre dejar alguna vez de interceder por sus hijos si estuviera en la presencia de Dios?
Pues así es María.
Por cierto ¿alguien me puede decir de quién este cuadro tan bonito?
Antes que nada yo también agradezco, como las otras personas que han comentado este post, su continuación con el Mayo virtual.
Por otra parte, en la presentación del libro "Hipótesis sobre María" su autor, Vittorio Messori, dijo que "cuanto más reflexionaba en el misterio de la Virgen, más me daba cuenta de que su tarea es la de todas las madres: velar a su hijo y protegerlo".
Por eso debemos tanto a María. Al fin y al cabo la intercesión de la Madre de Cristo no es, sino, pura protección nuestra.
Hoy le he estado hablando a una amiga monja de su mayo virtual y de estos avatares de "la crudeza del mercado". Qué alivio ver que no es cierto que "los medios impongan su ley". Sólo la imponen si la obedecemos. Esto es lo que podríamos llamar "desobediencia a las leyes del mercado". Que son aparentemente las más inexorables de las leyes. O como decía no sé qué intelectual rojillo (no recuerdo cuál, pero mejor no recordar el nombre porque seguro que no le caería bien). Decía: "Ellos mandan porque tú obedeces" Pues como NO obedecemos al mercado, NO nos manda.
Y ahora, al grano.
En todos los del mayo virtual, pero en este post y en otro de hace unos días especialmente, pones imágenes que me retrotraen a años lejanísimos de mis primeras devociones, cuando aún no me parecía María algo lejano y frío (cosa que se produjo a edad temprana, ya te dije), alguien sin prresencia en el tejido vital cotidiano de una persona.
El post de hoy me trae a la memoria las tardes en la capilla del cole rezando las párvulas el "Acordaos oh piadosa Virgen María que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido..." y no recuerdo más. Pero sí recuerdo la fe en la intercesión y en la mediación de María (seguro que entonces yo no emplearía estas palabras pero era eso lo que sentía). Y el abandono en esa certeza. Y esa especie de paz que producía el "Acordáos" mirando la imagen de la Virgen.
Bueno ha sido leer este tema y recordar aquella época. Pero para más adelante me gustaría que nos hablaras del sentido de la mediación y la intercesión. La necesidad que tenemos nosotros de sentir esa mediación es obvia. Pero, ¿y DIos? ¿Es necesario que le "intercedan? Es eso lo que ahora y desde hace décadas, no me entra en la cabeza.
Y de nuevo, gracias.
http://en.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Battista_Salvi_da_Sassoferrato
Gracias por seguir
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