La necesaria certeza
Pocas veces en la historia se ha elogiado tanto la duda y la perplejidad como en nuestra época. A quien dice poseer certezas se le mira con desconfianza, con recelo. Se prefiere a quienes se muestran partidarios de la irresolución o de la confusión. La duda se presenta como una vacuna frente a la intolerancia o el fanatismo.
Sin embargo, la fe cristiana exige certeza. El creyente debe estar seguro de lo que cree y de por qué cree. La fe es la adhesión firme a la revelación divina; una adhesión que excluye el temor a errar, pues se apoya no en nuestras capacidades limitadas, sino en la infalibilidad y veracidad de Dios.
Si lo pensamos más a fondo, no se puede vivir sin certezas; sin la seguridad de que podemos apoyarnos en algún punto firme. Un niño, por ejemplo, necesita para crecer y desarrollarse normalmente la certeza del amor de sus padres. Una religión sin certeza conduce a la inactividad, a la indiferencia. Sin la estabilidad de la fe resulta imposible entregar la propia vida al Evangelio, haciendo frente a las dificultades y a los asedios a los que, cada día, nos vemos sometidos.
Si no pudiésemos estar seguros de lo que creemos, ¿por qué cumplir los mandamientos cuando, en ocasiones, parecen contradecir nuestras apetencias o deseos?, ¿por qué amar a los que no nos aman?, ¿por qué respetar al que piensa de modo distinto, cuando este respeto no nos resulta ventajoso?, ¿por qué perseverar en la fe recibida cuando percibimos la invitación de seguir otros caminos y otras rutas?
San Pablo, en la Carta a los Romanos, expone el fundamento indubitable de la certeza de los cristianos: El amor de Dios a los hombres manifestado en Cristo. Todo puede resquebrajarse, pero esa roca firme permanece inalterable. La vida y la esperanza cristianas se edifican sobre esa base indestructible: nada ni nadie “podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
Esta certeza del amor de Dios infunde valor. Es verdad que existen fuerzas superiores a nosotros. Pero ninguna potencia, por poderosa que sea, está por encima de Dios. Ni las ideologías hostiles, ni los poderes de Estados totalitarios enemigos del Cristianismo, ni la presión de la propaganda adversa pueden nada frente al amor de Dios.
La historia de la Iglesia está marcada por la persecución, por el signo de la Cruz, por el martirio. El testimonio de los mártires pone de manifiesto la solidez de la certeza de la fe. Se puede vencer fácilmente, por Aquél que nos ha amado, la aflicción y la angustia, la persecución y el hambre, la desnudez, el peligro y la espada.
Esta confianza en el amor de Dios destierra el temor e infunde en medio de las luchas – internas y externas – la seguridad de la victoria. Esa victoria prefigurada en la aparente derrota de la Cruz: La victoria de la vida sobre la muerte, de la santidad sobre el pecado, del amor sobre el odio.
Guillermo Juan Morado.
27 comentarios
"ni la presión de la propaganda adversa pueden nada frente al amor de Dios. " ¿Hay "propaganda adversa" al Amor de Dios?
No tengo la misma certeza de que algún día resucitaré, que la certeza de que me estoy bebiendo un vaso de agua fría, por ejemplo.
Olvidar estos importantes matices haría deslizarnos por la peligrosa pendiente del fundamentalismo.
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Bueno, el texto dice: "La fe es la adhesión firme a la revelación divina; una adhesión que excluye el temor a errar, pues se apoya no en nuestras capacidades limitadas, sino en la infalibilidad y veracidad de Dios".
Creo que esa distinción es suficiente.
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Por supuesto. Toda propaganda contra el hombre, contra la vida, contra los derechos humanos; todo racismo, etc. es propaganda contraria al amor de Dios. La Historia da, por desgracia, numerosos ejemplos de esta propaganda.
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Para un cristiano, la fuente de la certeza se identifica con la fuente de la tolerancia: el amor de Dios manifestado en la Cruz de Cristo.
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La precisión no está mal, pero se funda en un razonamiento circular: La fuente última de la certeza es la veracidad de Dios. Pero reconocer la veracidad de Dios ya implica hacer un acto de fe.
La certeza de la fe no es una "certeza cierta", no sé si logro explicarme.
"Otros actos del entendimiento, en cambio, tienen cogitación, aunque informe, sin asentimiento firme, sea que no se inclinen a ninguna de las partes, como es el caso de quien duda; sea que se inclinen a una parte más que a otra (inducidos) por ligeros indicios, y es el caso de quien sospecha; sea, finalmente, porque se inclinan hacia una parte, pero con temor de que la contraria sea verdadera, y estamos con ello en la opinión.
"Pero su conocimiento no ha llegado al estado perfecto, efecto de la visión clara del objeto, y en esto coincide con el que duda, sospecha y opina . Por eso, lo propio del que cree es pensar con asentimiento, y de esta manera se distingue el acto de creer de los demás actos del entendimiento, que versan sobre lo verdadero o lo falso."
(S.Th. II-II, q. 2 a. 1).
El pretender estar en posesion de la verdad no es mas que un acto de soberbia, me atreveria que a decir antinatural, dado que bastantes misterios del universo escapan a nuestro entender.
El gran problema del cientifismo es que pretenden dar por verdades absolutas basadas en cuatro datos caducos. No caigamos en el mismo saco los hombres de Fe.
Disfrutemos de esta vida de dudas ya cuando muramos veremos la solucion a todo.
PD: no confundamos duda con el actual relativismo, la actual sociedad es que hasta se niega a dudar porque pasa de preguntarse por la naturaleza del hombre. Una cosa es dudar, la postura mas acertada en un hombre. Otra es que te de todo igual ya que vale lo mismo.
PD2: asimismo para mejor sobrellevar este estado de duda permanente y poder enlazarlo con la fe cristiana.
Nada mejor que un consejo que hace unos lustros daba el Cardenal Ratzinger invitando a los agnosticos a comportarse como xtnos por si acaso.....y sobre todo porque pienso yo es siempre mejor tener las espaldas cubiertas.
pero, ¿quién le paga por ello?
Mi propia inteligencia es la que me paga para dudar, no se si te puede servir como respuesta.
El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos "a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos". "Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación". Los milagros de Cristo y de los santos, las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad "son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos", "motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu" (Cc. Vaticano I: DS 3008-10).
La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero "la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural" (S. Tomás de Aquino, s.th. 2-2, 171,5, obj.3). "Diez mil dificultades no hacen una sola duda" (J.H. Newman, apol.).
Saludos cordiales.
El hecho de querer certezas absolutas me temo que no es mas que una demostracion de miedo.
Cuantas hombres con certezas absolutas han dudado y perdido su fe y pasado a odiar la Iglesia!!!!
No gracias, no me interesa ese panorama. Prefiero mis dudas.
No quiero, tengo, gracias a Dios, certezas absolutas. No me interesa su calificación de mi estado como "demostración de miedo". Creo que sólo es digno el hombre que no prefieren quedarse en las dudas.
Yo solo digo que nuestra capacidad limitada nos impide alcanzar las certezas absolutas a lo sumo podemos alcanzar las sombras que dimanan.
El Misterio nos supera ha sido siempre asi y asi lo sera hasta el dia en que muramos y vayamos al Padre, en ese momento si que tendremos certezas absolutas y ademas para toda la eternidad.
Cuando dice luego El P. Guillermo:"Al creer, en el único acto de fe, se cree el motivo y el contenido de la fe, puesto que la fe es esencialmente sobrenatural"
Yo tengo que señalar que un musulmán al creer, en el único acto de fe le da un contenido bastante diferente al que le da un cristiano. El contenido de su fe consiste en que Alá es uno, Mahoma es su profeta y el Corán la Palabra de Dios revelada literalmente.
Pero evidentemente los cristianos en quien creemos es en Jesucristo como Palabra de Dios hecha carne.
De forma que la certeza es un arma de doble filo, pues en tanto en cuanto no te permite replantearte lo que crees produce el hecho de que un musulmán, por ejemplo, no pueda hacerse cristiano (eso y que si se le ocurriera le caería una fawua, en algunos casos mortal)
Por tanto soy una firme partidaria de poder replantearse las cosas con libertad, y tener las certezas justas, sin imponérselas a la fuerza a los demás.
Sin embargo, la misma razón me dice que examine la coherencia de mis certezas, por si no son razonables, y que examine los frutos de las certezas para ver si son buenos o malos y si son certezas convenientes o no.
Desde estos presupuestos, tengo la certeza de que creer en un Dios Amor que da sentido a la vida puede ser coherente y siempre da frutos buenos.
Como dice el blogger:
"Esta certeza del amor de Dios infunde valor"
Pero ¿cómo creer en ese Dios bueno y amoroso y en el sentido de la vida ante tantos desastres y tragedias? No encuentro otra fe más coherente con este principio que la concepción de Dios como un misterio de amor trinitario, la Encarnación de "Dios-con-nosotros", para vivir nuestra misma vida al modo divino, entregándola hasta la muerte y triunfando en la resurrección, arrastrándonos con él a los que vivamos su misma vida.
Como dice el P. Guillermo: "Esta confianza en el amor de Dios destierra el temor e infunde en medio de las luchas – internas y externas – la seguridad de la victoria. Esa victoria prefigurada en la aparente derrota de la Cruz: La victoria de la vida sobre la muerte, de la santidad sobre el pecado, del amor sobre el odio"
Paz y bien.
En el conocer ya no hay dudas. En el conocer hay certeza infalible e indudable.
En el creer hay una autoridad externa a nosotros mismos, que nos dice que creer o que no. En el saber las pruebas son esa autoridad externa. En el conocer no hay autoridad externa. En el conocer hay conocimiento intimo de la verdad y en concecuencia hay total certeza fundamentada en la comunión intima vivenciada de instante en instante, e innegable en forma total y plena.
Resulta que esta comunión con la verdad, no nace sino del amor a ella. Así que amar la verdad es indispensable para llegar a conocerla. Así pues la excelencia del amor sobre la fe es manifiesta. Pero el amor sin fe es imposible. Asi es como la fe, la ciencia y el amor se conjuntan para cooperar en la realización del acto sublime de comunión, la cual simbolizamos en la eucaristía, añorando estar en íntima comunión con nuestro creador.
De los santos sabemos esto, que no basta la eucaristía para entrar en extasis, sino que el amor, la fe y la ciencia han de estar presentes para que así podamos entrar en el conocer la verdad y asi ser libres finalmente de todo temor y duda.
DECIDIMOS QUE ES CIERTO POR QUE ES VERDAD, Y NO TENEMOS DUDA ALGUNA, Y SI TENEMOS CONVICCION TOTAL DE QUE LAS SIGUIENTES SON
VERDADES REALES Y EVIDENTES.
1- QUE SIN ENERGÍA NADA SOY.
2- QUE MI FUENTE PRIMARIA DE ENERGIA ES MI FUENTE INTERNA. (OLVIDARLO ES SUICIDA).
3- QUE SI MI FUENTE INTERNA FALLA, TODAS LAS DEMAS FUENTES SON INUTILES.
4- QUE TODAS MIS DIFICULTADES NACEN DE MIS DESCONECCIONES CON MI FUENTE INTERNA.
5- QUE MI LABOR PRIMARIA ES MANTENER MI CONTACTO CON MI FUENTE INTERNA.
6- QUE TODAS MIS DESCONECCIONES
DESAPARECEN CUANDO COMPARTO MI ENERGIA INTERNA BENDICIENDO A TODOS. (AMANDO).
7- QUE EL COMPARTIR LA ENERGIA EN
COOPERACION PRODUCE UNA SINERGIA EXPANSIBA Y EVOLUTIVA.
8- QUE EL AMOR NOS UNE. (AMAR ES COOPERAR).
9- QUE AMAR ES DAR VIDA, DAR ENERGIA, BENDECIR.
10- QUE SI NO PRACTICO DAR ENERGIA SUFRO EN DEMASÍA.
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