La expiación como solidaridad
Los cristianos creemos que Jesús, con su muerte, expió nuestros pecados; que los borró por medio de su sacrificio. Desde muy pronto se contempló la muerte de Jesús a la luz del cuarto canto del siervo de Yahvé del profeta Isaías: “Fue traspasado por nuestros pecados, molido por nuestras maldades”.
Realmente toda la vida de Jesús se resume en la palabra “servicio”; un servicio sanador, redentor, que hace posible una nueva comunión del hombre con Dios. Él fue, en su vida terrena, el “hombre para los otros”, y, en esta donación continua de sí mismo, no se ahorró nada, ni siquiera la muerte. Si toda su vida fue interpretada por Él mismo como un servicio salvador, resulta coherente pensar que interpretó en la misma clave su muerte.
El servicio a los hombres es indisociable de su obediencia al Padre. Un servicio y una obediencia que chocaron con los poderes de este mundo, con la desobediencia y el egoísmo de este mundo. Tal contraste tuvo como consecuencia, previsible pero ineludible, la muerte de Cruz. Donde, a los ojos del mundo, triunfa el fracaso, Dios puede crear algo nuevo. Tal es el mensaje de la Resurrección.
La palabra “solidaridad” puede expresar, en un lenguaje más asequible, lo que se quiere decir al hablar de “expiación”. La solidaridad es una realidad hasta cierto punto ambivalente: Estamos ligados a los demás no sólo para el bien, sino también para el mal. Nos beneficiamos de las acciones buenas de los otros y, a la vez, resultamos perjudicados por la maldad de los otros. Sólo en esta clave resulta inteligible, por ejemplo, la verdad del pecado original.
Jesús, al asumir vicariamente – es decir, a favor de otros – nuestra lejanía de Dios, nuestra desobediencia, al cargar con ella, por así decirlo, se convierte en el hombre solidario por antonomasia. Él entrega su vida por amor a nosotros; en nuestro provecho; en nuestro lugar. San Pablo dice que Jesús “siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para que os enriquecierais con su pobreza” (2 Cor 8,9). Por propia iniciativa, se identifica con nosotros y se pone en nuestro lugar y así cambia radicalmente nuestra situación. Este cambio significa, en su sentido profundo, “reconciliación”. Jesús, con su solidaridad con los hombres, nos reconcilia con Dios; cambia nuestra situación ante Dios.
Jesús es nuestro Dios y nuestro Hermano. Aquel que se hace pobre entre los pobres, necesitado entre los necesitados, “pecado” entre los pecadores (2 Cor 5,21); Aquel que “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo”. Marca así el camino que también sus discípulos debemos seguir: la entrega a los demás, por amor a Dios, si es necesario hasta la muerte.
Guillermo Juan Morado.
36 comentarios
Y cuando el entrevistador le preguntó por el carácter de la muerte de Cristo: “¿No lo describiría ya más de tal manera que Dios entregó a su único Hijo debido que los hombres eramos pecadores? ¿No lo describiría ya más así?” Monseñor Zollitsch respondió, “No.”
http://www.religionenlibertad.com/noticias/el-presidente-obispos-alemanes-afirma-muerte-cristo-fue-expiatoria
[2.-]
¿El Cordero Solidario?
ADVENIAT REGNVM TVVM.
Gracias una vez más por tratar de traer balance a lo que inquieta a muchos.
Me parece prudente, si usted me lo permite, a hacer referencia a una convicción de Juan Pablo II:
"Lo que confiere a la sustitución su valor redentor no es el hecho material de que un inocente haya sufrido el castigo merecido por los culpables y que así la justicia haya sido satisfecha de algún modo (en realidad, en tal caso se debería más bien hablar de grave injusticia). El valor redentor, por el contrario, viene de la realidad de que Jesús, siendo inocente, se ha hecho, por puro amor, solidario con los culpables y así ha transformado, desde dentro, su situación."
Luego dirá el Papa:
"Cristo, pues, se hizo solidario con cada hombre en la muerte, que es un efecto del pecado. Pero esta solidaridad de ninguna forma era en Él efecto del pecado; era, por el contrario, un acto gratuito de amor purísimo. El amor "indujo" a Cristo a "dar la vida", aceptando la muerte en la cruz. Su solidaridad con el hombre en la muerte consiste, pues en el hecho de que sólo Él murió como muere el hombre ―como muere cada hombre― pero murió por cada hombre."
Como usted bien ha señalado expiación y solidaridad no se contradicen; pero creo que a lo que la gente reacciona es a los excesos de subrayar la parte solidaria a costa de la expiación. Cosa que no hizo JPII, pero de lo que hemos visto mucho, sobre todo en América.
1. f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.
2. f. Der. Modo de derecho u obligación in sólidum.
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=solidaridad
ADVENIAT REGNVM TVVM.
“¿No lo describiría ya más de tal manera que Dios entregó a su único Hijo debido que los hombres eramos pecadores? ¿No lo describiría ya más así?”
Respuesta:
“No”
El problema no está en lo que afirma sobre la "solidaridad". Está en lo que niega.
Efectivamente, el nivel de la televisión alemana en estos asuntos está a años luz de lo que se ve por estos pagos.
El Cordero se "adhiere circunstancialmente" a la "causa" de la Humanidad.
Más claro, imposible.
ADVENIAT REGNVM TVVM.
Ella sí que tiene claro qué hizo su Dios por amor
Lo que a mí me extraña es, precisamente una entrevista en una cadena no religiosa en la que le pregunten sobre ese tema a un obispo. ¿alguien se imagina algo parecido en españa? Aquí del condón, de la cope y si dos tíos se pueden casar, no salimos...
la "expiación" no es un tema fácil, ni corriente para preguntar en una entrevista informal. ¿a ver si al obispo este le han hecho una encerrona para montar un escándalo "ad hoc" ? ¡Caña a Benedicto!
He vuelto a escuchar varias veces la entrevista porque no he encontrado transcripción. Lo que he podido captar, porque hay momentos en que o hablan poco claro o la cinta se salta algún segundo, lo he traducido ya. En un tema tan importante me cuesta decidirme por una versión determinada de una palabra que puede tener distintos significados. Espero haber captado bien lo que el obispo quiere decir. Ahora me voy a comer, después volveré a escuchar la entrevista, repasaré mi traducción y os la mando.
Entrevistador.* Ayer fue viernes santo, el día en que Jesús fue crucificado. Según la tradición teológica, el día en que Cristo murió por los pecados del mundo. Es [...] la antigua interpretación.
Zollitsch.* Hoy se discute mucho sobre esta cuestión. El motivo de su muerte por los pecados de los hombres no fue el hecho de que necesitara un sacrifico expiatorio, algo así como un chivo expiatorio. Se solidarizó con nosotros hasta el extremo, con el dolor y la muerte, y mostró que el dolor de los hombres, de todo hombre, también la muerte, es aceptada y transformada en su Hijo. Esta es la gran perspectiva, la imponente solidaridad que llega hasta el extremo de sufrirlo todo. Y si me pregunto en la oscuridad por el sentido del dolor y de la muerte, para mí la respuesta decisiva es que Jesucristo lo ha compartido conmigo y por mí, y que en Él está a buen recaudo y[...] me ilumina en esta oscuridad y me dice[...] Entonces yo no estoy solo, Dios va conmigo. Esta es la grandiosa noticia del Viernes Santo.
E.* Así pues, usted ya no lo expresaría diciendo que Dios, por así decir, entregó a su propio Hijo porque los hombres eran tan pecadores. No se expresará ya así.
Z.* No, permitió que su propio Hijo sufriera este último tormento mortal por solidaridad con nosotros, para mostrarnos esto: sois para mí de tan gran valor que voy con vosotros, estoy del todo con vosotros, en cualquier situación.
E.* Bueno, pero a pesar de todo es una imagen cruel de Dios. Esta señal hubiera [...] al hombre le hubiera bastado.
Z.* Desde luego. Dios hubiera podido hacer muchas otras cosas, pero lo dispuso así. De todos modos existe también la libertad del hombre, y con ello la libertad de ponerse en contra de Él, también de hacer el mal. Y Dios nos deja esta libertad, pero nos dice en su Hijo: aun cuando os apartéis de mí, aun cuando hagáis el mal, yo estoy con vosotros ayudándoos y sosteniéndoos, enseño la perspectiva, no desde un elevado observatorio que no[...] se identifica con la totalidad, sino a partir de vuestra misma humanidad, compartiéndolo plenamente todo. Para mí, esto es algo grandioso por parte de Dios.
E.* Precisamente en estos últimos años en la teología protestante se ha reflexionado también sobre la teología de la expiación con extraña intensidad, porque precisamente la teología protestante se basa en ella de otra manera, pero también en la tradición católica hay todavía hoy muchas personas que sufren a causa de esta tradición, de que antes se les enseñara que el Señor Jesús tuvo que sufrir y morir en la cruz por tus pecados. Era una especie de catequesis brutal para muchas personas.
Z.* Depende de nuestra manera de verlo desde la profundidad. También mis pecados, digo, tienen la culpa de que se comprometiera conmigo de esta manera, pero este compromiso conmigo lo adquirió por solidaridad conmigo y voluntariamente, y por ello llevó conmigo aquello de lo que yo soy culpable, también todo el mal que he ocasionado, para elevarlo de esta forma al mundo de Dios y mostrarme con ello también el camino que lleva de la culpa, de la muerte, a la vida.
La expiacion es mucho más, y si se quiere halagar los oídos de la masa semiprotestante, hay que descartarla.
3. Dificultad: la satisfacción incluye una cierta igualdad con la culpa, por ser un acto de justicia. Pero la pasión de Cristo no parece equivaler a todos los pecados del género humano, porque Cristo no padeció en su divinidad, sino en su carne, según aquellas palabras de 1 Pe 4,1: Cristo padeció en la carne. Y el alma, en la que se da el pecado, es mayor que la carne. Luego Cristo no satisfizo con su pasión por nuestros pecados.
CONTRA ESTO: está lo que, en nombre de Cristo, se dice en Sal 68,5: Pagaba lo que no robé. Pero no paga el que no satisface perfectamente. Luego parece que Cristo, padeciendo, satisfizo perfectamente por nuestros pecados.
RESPONDO: Propiamente satisface aquel que muestra al ofendido algo que ama igual o más que aborrece el otro la ofensa. Ahora bien, Cristo, al padecer por caridad y por obediencia, presentó a Dios una ofrenda mayor que la exigida como recompensa por todas las ofensas del género humano. Primero, por la grandeza de la caridad con que padecía. Segundo, por la dignidad de su propia vida, ofrecida como satisfacción, puesto que era la vida de Dios y del hombre. Tercero, por la universalidad de su pasión y por la grandeza del dolor asumido, como antes se ha dicho (q.46 a.5 y 6). Y, por tal motivo, la pasión de Cristo no fue sólo una satisfacción suficiente, sino también superabundante por los pecados del género humano, según aquellas palabras de 1 Jn 2,2: El es víctima de propiciación por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Uno lee a Tomás de Aquino, en estas questiones sobre la satisfaccion, en sus matices y perfiles y se da cuenta de que estos mercachifles de la fe son unos chapuceros.
¿Para qué, entonces, la cruz? ¿Para que viéramos que Dios hecho hombre se solidariza con el dolor? La objeción que hacen los ateos -por ejemplo R. Dawkins en su libro "the God delusion"- a la insuficiencia de ese argumento es muy obvia: Pues para eso que Dios omnipotente no hubiera puesto el dolor en el mundo.
Por eso, la Cruz significa mucho más que esa pobrísima visión. Significa, como dije antes, que somos radicalmente incapaces de salvarnos por nuestras propias fuerzas (usando nuestro libre albedrío), que no es el hombre el que busca la salvación en la ofrenda a Dios, sino el mismo Dios que por amor, por pura gracia, toma la iniciativa salvadora, y asume en su totalidad el sufrimiento y el pecado (Dios lo hizo pecado, recuerda san Pablo) para limpiarnos de culpas y abrirnos, con su resurrección, el camino del Cielo, el camino que nos une a Dios. ¿Tanta verguenza le da a ese obispo decir eso?
Pues lo de este obispo me recuerda a la religion inventada por el genial Phillip Dick, en "¿Sueñan los androides con ovejas electricas?". El "dios" (un deus impotens) es un viejo actor borracho,Mercer, que sube y sube una cuesta mientras le tiran piedras. La gente se identifica con él gracias a unas cajas de empatía. Cuando el protagonista le pregunta si hay redenciòn, le contesta que no. Y ante la obvia pregunta de por qué sufre, contesta: "Para que sepan que no están solos".
Ahora que lo pienso, Dick probablemente se estaba burlando de la religion protestante.
Yo cre que la cosa es sencilla: el internet le ha abierto la puerta a todo el mundo para que se dedique a "defender" la Iglesia. Como le comentaba a María Lourdes en su blog, todos se creen llamados igual que los Santos a "defender" la Iglesia, pero el llamado a la santidad, a la mesura, a la caridad, pues no se percibe tan claro como el de este auto-llamado a la apologética; entonces la carnalidad y el espíritu de contienda se esconden fácilmente detrás de esta "defensa".
Y mire, mi Cristología es Anselmiana hasta más no poder; yo soy de los que no puedo prescindir de las categorías tradicionales, a mí me encanta conservar el aspecto sustitutivo-vicario e incluso tolerar (como muchos católicos ortodoxos) la categoría de la sustitución penal; soy alérgico a que alguien se avergüenze de la Cruz; pero creo que no más hace falta un poco de lectura comprensiva para darse cuenta que en estas palabras del Arzobispo no hay ABSOLUTAMENTE nada que haga sus palabras heterodoxas. Yo, la verdad, no he entendido los títulos sensacionalistas de la prensa católica en este caso, mucho menos las referencias para que se acuse al Arzobispo con la CDF.
El oficio del obispo exige la maxima precision en su mensaje, pues justamente es el "inspector de la fe". Este es un típico caso de mala praxis profesional. Si san Pablo reprendió a Pedro porque "judaizaba", cuanto más esta actitud de aguar la doctrina catolica en sentido protestante inequívocamente es un atentado a la fe. Como enseñó bien el venerable Cardenal Newman, la vía media es la vía de la herejía.
Por eso, no hay contemplaciones cuando de la sanidad de la fe se trata, y menos por parte de un profesional de la fe. No hay agachada, subterfugio, "loquimini placentia" que valga. La verdad no es mercancía de contrabando, como dijo San Pío X. Si el obispo se averguenza de decir que Cristo es el cordero degollado desde la Creacion del Mundo (Apoc.), la víctima inmolada por nuestros pecados, victima inmaculada, santa y " rationabile" (como dice el rito extraordinario)por nuestros pecados, que deje el báculo y se dedique a otra cosa, porque el Cordero que fue inmolado desde la creacion del mundo se avergonzará de El. Confesamos plenamente a Cristo y a Cristo resucitado, no al Buda "compasivo" o al Mesías "solidario" (la palabrita, para los que tenemos formacion jurídica, es una verdadera porquería: la solidaridad es tambien una metafora jurídica,y de las peores, porque no implica "sustitucion" necesaria del deudor, puede ser subsidiaria y accesoria, no es propiamente una "redemptio" en el sentido del derecho romano).
La próxima va a ser un obispo que diga que María es madre de Jesús, no de Dios. Y algún idiota útil dirá que es cierto, que es verdad inequívoca que es la madre de Cristo. Y los "extremistas" diremos que no, que es la madre de Dios.
Esto se parece cada vez más a la Iglesia del siglo IV que describe Newman en su opusculo "Sobre la consulta a los laicos en materia de fe". Herejes, semiherejes, fautores de herejías, línea medistas, consentidores de ambiguedades. Y nos pocos insistiendo en la verdad catolica desnuda, pura y recta. Por Providencia divina, el primero, nuestro Santo Padre. Que Dios lo cuide y no lo haga caer en las manos de sus enemigos, internos y externos.
Si un cliente viene y me pregunta si es deudor directo,o fiador,o solidario o liso y llano y principal pagador, y le contesto que en realidad es un deudor "solidario" "empático", me quedo sin cliente y sin trabajo, por chapucero.
Otra cosa, ¿Será una respuesta clara a Zollitsch el hecho de que en la homilía que acaba de pronunciar el Santo Padre haya hablado dos veces de Cristo como "víctima de expiación"?
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