La lechuza y la comadreja
La lechuza de Minerva, diosa de la sabiduría, solo vuela al anochecer. Se parece a la filosofía, que solo puede comprender y explicar la realidad “a posteriori”, cuando una época histórica ha llegado a su fin. Sin embargo, el símbolo de la contemporaneidad ya no parece ser la lechuza de Minerva, que necesita tiempo para reflexionar, sino una singular comadreja disecada, que se muestra en el Museo de Historia Natural de Rotterdam, con el pelaje quemado y las patas carbonizadas. Esta comadreja se electrocutó en noviembre de 2016 al trepar por la valla de una subestación del Gran Colisionador de Hadrones del Centro Europeo para la Investigación Nuclear(CERN) de Ginebra.
Poco después, comenzó a circular por la red la teoría de que los experimentos del CERN habían provocado el desplazamiento del mundo a una realidad alternativa. Se trata, quizá, de una expresión más del llamado “efecto Mandela”, un fenómeno que se produce cuando grandes grupos de personas creen que algo ha sucedido no obstante las pruebas demuestren lo contrario. Muchos creyeran que Mandela murió en la cárcel, cuando no fue así. La comadreja del CERN revela no cómo son las cosas en realidad, sino cómo perciben el mundo nuestros contemporáneos.
El teólogo italiano Paolo Benanti, en su ensayo “La Era Digital. Teoría del cambio de época: persona, familia y sociedad” (Ediciones Encuentro, Madrid 2024) pretende reconstruir cómo y por qué es necesario analizar, con el vuelo de la lechuza, los primeros veinte años de nuestro siglo para entender por qué la comadreja es el símbolo de la contemporaneidad.