InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

16.11.24

La lechuza y la comadreja

La lechuza de Minerva, diosa de la sabiduría, solo vuela al anochecer. Se parece a la filosofía, que solo puede comprender y explicar la realidad “a posteriori”, cuando una época histórica ha llegado a su fin. Sin embargo, el símbolo de la contemporaneidad ya no parece ser la lechuza de Minerva, que necesita tiempo para reflexionar, sino una singular comadreja disecada, que se muestra en el Museo de Historia Natural de Rotterdam, con el pelaje quemado y las patas carbonizadas. Esta comadreja se electrocutó en noviembre de 2016 al trepar por la valla de una subestación del Gran Colisionador de Hadrones del Centro Europeo para la Investigación Nuclear(CERN) de Ginebra.

Poco después, comenzó a circular por la red la teoría de que los experimentos del CERN habían provocado el desplazamiento del mundo a una realidad alternativa. Se trata, quizá, de una expresión más del llamado “efecto Mandela”, un fenómeno que se produce cuando grandes grupos de personas creen que algo ha sucedido no obstante las pruebas demuestren lo contrario. Muchos creyeran que Mandela murió en la cárcel, cuando no fue así. La comadreja del CERN revela no cómo son las cosas en realidad, sino cómo perciben el mundo nuestros contemporáneos.

El teólogo italiano Paolo Benanti, en su ensayo “La Era Digital. Teoría del cambio de época: persona, familia y sociedad” (Ediciones Encuentro, Madrid 2024) pretende reconstruir cómo y por qué es necesario analizar, con el vuelo de la lechuza, los primeros veinte años de nuestro siglo para entender por qué la comadreja es el símbolo de la contemporaneidad.

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7.11.24

Ateos devotos

La expresión “ateos devotos” – o la equivalente de “ateos católicos” - parece contradictoria y plantea un interrogante sobre la coexistencia y alianza de los contrarios: ¿cómo puede un incrédulo, pese a su incredulidad, estimar seriamente la religión católica? Es un hecho que algunas personas que no se identifican como creyentes defienden, no obstante, la centralidad cultural y política de los valores cristianos. A estas personas se les empezó a llamar en Italia, ya en la etapa final del pontificado de Juan Pablo II, “ateos devotos”. Podríamos mencionar, entre otros, a la periodista Oriana Fallaci, al también periodista Giuliano Ferrara o al filósofo y político Marcello Pera. En España, podría señalarse a Gustavo Bueno, quien se consideraba a sí mismo ateo, pero culturalmente católico. Varios intelectuales no creyentes admiraban al papa Benedicto XVI, quien defendía la importancia de los cristianos como “minoría creativa” a la hora de custodiar y defender los valores de Occidente, amenazado por la frivolidad relativista.

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31.10.24

Rue du Purgatoire

La festividad de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos, con todos los ritos y costumbres que rodean estas fechas – como el adorno de los panteones y las visitas a los cementerios – pueden ser objeto de diversas aproximaciones; por ejemplo, desde la antropología cultural. También pueden ser analizadas desde la teología católica, que parte de la revelación cristiana, testimoniada en la Sagrada Escritura unida a la tradición de la Iglesia e interpretada con autoridad por el magisterio eclesiástico – por los obispos, por el papa, por los concilios -.

La Biblia habla de la práctica de la oración por los difuntos. El Libro Segundo de los Macabeos dice que Judas, líder de los macabeos, “encargó un sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran liberados del pecado”. Este pasaje atestigua la validez de la intercesión solidaria de los vivos por los difuntos. Una línea teológica que hace suya, desde los primeros tiempos, la Iglesia, que ha honrado la memoria de los difuntos, ofreciendo sufragios en su favor, especialmente el sacrificio de la santa misa, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión de Dios en el cielo. San Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla y uno de los grandes padres orientales, escribió al respecto: “No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido, y en ofrecer nuestras plegarias por ellos”.

La convicción que subyace a esta práctica es la fe en la existencia del “purgatorio”; es decir, en la creencia de la purificación final de los elegidos; de aquellos que han muerto en la gracia y en la amistad con Dios, aunque imperfectamente purificados de las huellas que han dejado sus pecados. Esta doctrina ha sido formulada principalmente en los concilios de Florencia y de Trento.

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24.10.24

Volver al Corazón. Sobre la encíclica del papa "Dilexit nos"

Con fecha del veinticuatro de octubre de 2024 el papa Francisco ha publicado su cuarta encíclica, titulada “Dilexit nos” – “Nos amó” –, sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. No se aparta el pontífice de la entraña del cristianismo, el amor de Cristo, ni de las actuales necesidades del hombre, que busca sentido y orientación para su existencia, que precisa retornar a su interior para no perder su propio centro.

Hay que realizar la síntesis de todas las dimensiones que nos constituyen: los deseos, la inteligencia, la voluntad, la imaginación y los sentimientos. “Necesitamos que todas las acciones se pongan bajo el «dominio político» del corazón”, dejándose moderar por su latido. Solo el corazón, lo más profundo de nosotros mismos, es capaz también de unir los fragmentos, superando la dispersión del individualismo. La urgencia de esta tarea, recuperar el corazón, es patente, “viendo cómo se suceden nuevas guerras, con la complicidad, tolerancia o indiferencia de otros países, o con meras luchas de poder en torno a intereses parciales”.

El Corazón sagrado “es el principio unificador de la realidad, porque «Cristo es el corazón del mundo; su Pascua de muerte y resurrección es el centro de la historia, que gracias a él es historia de salvación»”. En los gestos y en las palabras de Jesús se expresa la proximidad, la compasión y la ternura de Dios. Sobre todo, en el gesto supremo de la cruz, su palabra de amor más elocuente: «Me amó y se entregó por mí», dice san Pablo.

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18.10.24

Dicen que un (futuro) cardenal quiere vestirse de papa

Yo no sé dónde he leído que a san John Henry Newman, al ser creado cardenal, le preguntaron: “¿Qué es más importante, ser cardenal o ser santo?”. Newman contestó, advierto que mi memoria no es un acta notarial, que ser santo tiene que ver sobre todo con Dios mientras que ser cardenal es algo más humano.

Todo está relacionado. Newman lo sabía. Lo humano y lo divino. Lo humano como signo, como “sacramento”, de lo divino. A esto le llamaba, el santo cardenal inglés, “el principio místico o sacramental”, según el cual la realidad visible tiene un carácter de signo y remite siempre más allá de sí misma. Lo visible, físico o histórico, es una manifestación sensible de realidades mayores. Algo similar sostenía Maurice Blondel en su “ex libris”: “Per ea quae videntur et absunt ad illa quae non videntur et sunt”; es decir, “por las cosas que se ven y no son, a las que no se ven y son”. Así es, hasta el punto que el Concilio Vaticano II dice en “Lumen Gentium”: “la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”, “la sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino”.

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