Buscad los bienes de allá arriba
San Pablo, en la Carta a los Colosenses (3,1-4), expone las consecuencias que tiene para nuestra vida la Resurrección de Jesús: “Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba”.
¿Qué significa buscar “los bienes de allá arriba”? Significa, primordialmente, buscar a Dios. No se trata de escapar de la realidad, ni de desentenderse del mundo, sino que se trata de no perder la orientación, el sentido del porqué y del para qué vivimos y actuamos.
A veces pensamos, equivocadamente, que todo lo que tiene que ver con Dios constituye una segunda dimensión, aparentemente superflua, en relación con la existencia cotidiana. Parece que lo esencial radica en otra cosa: en buscar la justicia, en asegurar el bienestar temporal para el mayor número de personas, en procurarnos una vida más digna y más próspera.
Todos estos afanes son legítimos. Pero lo secundario no debe hacernos olvidar lo principal. Y lo principal es solamente Dios: “Se podrían enumerar – comentaba el Papa Benedicto XVI – muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos sólo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro, si Dios resulta de nuevo visible en el mundo, si llega a ser decisivo en nuestra vida y si entra también en el mundo de un modo decisivo a través de nosotros” (7.XI.2006).
Buscar “los bienes de allá arriba” equivale a vivir la vida nueva que Cristo, por su Pascua, nos ofrece; significa vivir en la fe, en unión con Cristo Resucitado, dilatando nuestra mirada para contemplar todas las cosas desde la perspectiva de Dios; significa vivir en la esperanza, sabiendo cuál es nuestra meta definitiva, sin detenernos en metas parciales; supone vivir en la caridad, aprendiendo a amar a Dios sobre todo y a los demás por amor a Dios.
Tal es la existencia nueva que nos regala la Pascua. Con palabras de la “Secuencia” de este día podemos decir: “Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Amén. Aleluya”.
Guillermo Juan Morado.
5 comentarios
Lo que cuentas en tu texto es parecido o tiene relación con lo que cuenta D. Fernando Sebastián en su último post.
En el fondo es lo que se llama "unidad de vida". Aprender a ser místicos, a disfrutar de Dios, al tiempo que somos buenos ciudadanos, hermanos, padres, madres, trabajadores, ....
También tiene relación con lo escrito por Fray Nelson , cuando hablaba de pobreza y esperanza.
No es fácil mirar hacia arriba cuando estamos en la cima del poder, del dinero, de la fama,...; el "rico del evangelio" que decía ser bueno porque "cumplía" las reglas, fue incapaz de de dejar de mirarse el ombligo.
Pero tampoco es fácil mirar hacia arriba cuando estás en el fracaso, en la derrota, en la pobreza,... ; uno de los ladrones en la cruz no fue capaz (el otro sí). Y es que tenemos tan interiorizado el valor casi absoluto de ciertas cosas materiales que no es fácil prescidir en ocasiones de ellos.
En mi caso particular, he aprendido a relativizar muchas cosas, sobre todo tras los desengaños, los fracasos, las traiciones propias y ajenas, los desastres.... En esos momentos he aprendido que hay cosas que no valen la pena.
Ahora soy mucho más tolerante con las personas (no con los defectos, ojo) , y menos ambicioso de muchas cosas que hace 10 años (con veintitantos). Supongo que es algo que aprendes con la edad. Pero también soy consciente de que soy débil y en cualquier momento puedo echarme a perder. Y además con la capacidad de autoengaño que tenemos los humanos...
Hacer fructifiar TODOS los talentos y al tiempo poner a Dios como "estrella polar"
(o "cruz del sur" para los que seáis del polo sur :-) ) de nuestro comportamiento sólo es posible si nos enamoramos de Dios, es decir, si aprendemos a ser místicos , a disfrutar de las cosas y la belleza de Dios. No es fácil, pero tengo claro que es lo ÚNICO que nos hace FELICES. (pedro Trevijano escribió un post el otros día sobre si es posible ser felices, leedlo, vale la pena)
Le agradezco tanto sus palabras como el testimonio de fe que da en su vida sacerdotal, que juntos animan a otros a seguir también a Cristo, abriendo nuestras vidas por completo al Señor.
¡Feliz Pascua y enhorabuena por su reciente nombramiento como Director del Instituto Teológico! Que el Señor continúe bendiciéndole a cada paso. Un saludo desde los EE.UU.
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