José Gregorio Hernández Cisneros, el primer santo venezolano
El pasado 24 de febrero de 2025, el papa Francisco, ingresado en el Policlínico Gemelli de Roma, aprobó, en una audiencia concedida al Cardenal Secretario de Estado y al Arzobispo Sustituto para Asuntos Generales, la próxima canonización, cuya fecha se determinará en un Consistorio de cardenales, del laico venezolano José Gregorio Hernández Cisneros, quien será el primer santo de ese país de Iberoamérica.
José Gregorio Hernández Cisneros es conocido como “el médico de los pobres”. Nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, una localidad de los Andes venezolanos que pertenece al Estado de Trujillo y que se ha convertido en un destino de peregrinación para los muchos devotos del futuro santo que visitan la capilla y el museo erigidos en su memoria. Murió en un hospital de Caracas el 29 de junio de 1919, a consecuencia de haber sido atropellado por un coche al salir de una farmacia donde había comprado medicinas para uno de sus pacientes.
Huérfano de madre a muy corta edad, se matriculó en la Facultad de Medicina en Caracas y posteriormente amplió estudios en Alemania, Francia y Estados Unidos. Fundó la cátedra de Microbiología en la Universidad de Caracas, creó el primer laboratorio y se dedicó a la investigación para poder curar muchas enfermedades tropicales. En un determinado momento entró en la Cartuja de Farneta, en Lucca (Italia), pero, por razones de salud, tuvo que abandonarla a los nueve meses. Comenzó a prepararse para el sacerdocio en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano, de Roma, pero hubo de dejarlo por enfermedad, regresando a Venezuela y dedicándose definitivamente a la medicina. Su vivencia de la fe estaba inspirada por la pertenencia a la Tercera Orden Seglar de San Francisco y orientada a la ayuda a los más necesitados.
Declarado “venerable” en 1986 por Juan Pablo II, fue proclamado “beato”, el paso previo a la canonización, en Caracas el 30 de abril de 2021, en una reducida ceremonia a la que, debido a las medidas de seguridad obligatorias durante la pandemia del COVID, solo asistieron unas ciento cincuenta personas. El milagro que la Iglesia aprobó para su beatificación es la curación de Yaxury Solórzano, una niña que sobrevivió, sin secuelas de ningún tipo, a un disparo en la cabeza al ser víctima de un asalto en 2017 en el caserío Mangas Coveras, en el Estado de Guárico. La madre la encomendó al futuro santo antes de la delicada intervención quirúrgica, sintiendo desde ese momento una gran paz.
José Gregorio Hernández era, como comenta en una entrevista Raúl Biord Castillo, arzobispo de Caracas, “un hombre culto, un hombre, además, que vivió una vida normal. Era un gran músico. Le gustaba tocar piano y violín. Le gustaba bailar. Él participaba en esta vida ordinaria, cotidiana, y un hombre que hizo de su vida una entrega a los demás”. Y añade el arzobispo: “Dios da las gracias a través del bautismo para vivir una vida ejemplar. Una vida de santidad. Es motivo de esperanza para Venezuela y lo reconocemos todos como un gran venezolano”.
Sus restos mortales se veneran en la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en el centro histórico de Caracas. La devoción al médico José Gregorio Hernández no se circunscribe únicamente a Venezuela, Iberoamérica y el Caribe, sino que se extiende por todas partes. Es casi seguro, debido a la presencia entre nosotros de tantos venezolanos, que pronto habrá una imagen del próximo santo en alguna de nuestras parroquias.
Guillermo Juan-Morado.
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