Erik Varden y la Iglesia católica en los países nórdicos

El obispo noruego Erik Varden (1974), prelado de Trondheim y administrador apostólico de Tromsø, ha sido elegido nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Nórdica, que reúne a los obispos de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. En la mente de todos está la idea de que estos países destacan por su alto nivel de vida y, podríamos pensar también, por su alto nivel de secularización. Se tiende a vincular fe con pobreza y prosperidad con descreimiento. Pero esta ecuación no es exacta ni tampoco está escrito que la secularización sea necesariamente irreversible.

Es verdad que la Iglesia católica en los países nórdicos es minoritaria, rodeada por lo que queda de un luteranismo generalmente vinculado a las estructuras del Estado y por una atmósfera de increencia, pero no es en absoluto insignificante. En su primera declaración como presidente de la Conferencia Episcopal Nórdica, Varden ha afirmado: “La presencia católica en nuestros países está creciendo; queremos acompañar este crecimiento de manera inteligente, tanto espiritual como materialmente, y apoyar todas las buenas iniciativas”.

Pero, ¿quién es Erik Varden? Aunque su figura resulta cada vez más conocida, no está de más recordar algunos datos. Nacido de padres luteranos no practicantes, Varden se movía en la esfera del agnosticismo. En su adolescencia, escuchando la sinfonía “Resurrección” de Gustav Mahler, acogió el don de la fe. Es recibido en la Iglesia católica y en 2002 ingresa en un monasterio trapense – es decir, de la Orden cisterciense de la estricta observancia -. Enseñó teología en la Universidad de Cambridge, amplió estudios en Roma y en 2019 fue nombrado obispo-prelado de Trondheim.

En sus escritos – dos libros suyos ya han sido traducidos al castellano – recurre con frecuencia a la literatura, a la música, al cine, al arte, además de a la sabiduría de los padres de la Iglesia. A partir de estas fuentes, intenta ofrecer respuestas originales y novedosas a los interrogantes de nuestro tiempo: “Las historias te ayudan a darte cuenta de que no estás solo. Te llevan a exclamar: «¡Dios mío! ¡Lo que está escrito en este libro es exactamente lo que me está pasando a mí!»”, escribe. Frente a la idolatría del progreso y del cambio por el cambio, Varden propone ejercitar la memoria, recordar, volver al origen, a lo esencial.

La Iglesia católica en los países nórdicos muestra, en este obispo y en los fieles que la forman, un nuevo rostro: joven, fresco, ilusionante, que evoca aquellas palabras del papa Benedicto XVI sobre las “minorías creativas”: “normalmente son las minorías creativas las que determinan el futuro, y en este sentido la Iglesia católica debe entenderse como minoría creativa que tiene una herencia de valores que no son algo del pasado, sino una realidad muy viva y actual”.

Habrá que acoger esa herencia de valores, sin dejarse arrastrar por la sumisión acrítica a la moda o al “espíritu del tiempo”, tan cambiante. En palabras de Varden: «Nuestra sociedad pos-secular vuelve a abrirse a cuestiones metafísicas y valores espirituales. Muchas personas están buscando respuestas. Cristo es y seguirá siendo la luz del mundo, el propósito de la existencia humana. Nuestra tarea es representarlo de manera creíble y fiel».

Reresentar a Cristo de manera creíble y fiel. No es poca cosa ni para la Iglesia en los países nórdicos ni para la Iglesia en España. Quizá los católicos nórdicos estén menos lastrados que los españoles por cargas añadidas, pesos que pueden opacar la preciosa herencia del Evangelio. Va siendo hora, quizá, de soltar ese lastre para dejar de ser una “ex-mayoría decandente” – “deja que los muertos entierren a sus muertos”, dice Jesús-  y pasar a ser una minoría creativa.

Guillermo Juan-Morado.

Los comentarios están cerrados para esta publicación.