Recemos por nuestro Obispo emérito, don José Diéguez Reboredo
La Iglesia es una familia, complicada, sin duda, como todas las familias. Pero en la Iglesia, como en las familias, existe el afecto hacia el padre. El padre no siempre es perfecto, no siempre es el que, pensamos, debería ser. Pero es el padre.
Y con el Obispo, en una diócesis, sucede algo similar. No siempre el Obispo es perfecto. Yo diría que casi nunca, porque perfecto solo es Dios. Pero es el Obispo. Newman escribe en la “Apologia pro Vita Sua” que no podía concebir estar en contra de su Obispo. Yo pienso lo mismo. Yo tampoco lo concibo. Newman dice también que ese buen propósito suyo fue culminado con creces por la Providencia. Dios le envió, así pensaba el Newman aún anglicano, obispos dignos de tan alto aprecio.
A mí también me envió Dios obispos dignos de alto aprecio. Entre ellos, a don José Diéguez Reboredo. Don José Diéguez nació en la parroquia de san Miguel de Enquerentes, en la archidiócesis de Santiago de Compostela, el 25 de abril de 1934. Muy jovencito ingresó en el Seminario Menor de Santiago. Luego, tras sus estudios en el Seminario Mayor, fue ordenado presbítero por el cardenal Quiroga Palacios el 13 de agosto de 1961.
Estudió en Salamanca y se licenció en Ciencias Exactas en la Universidad de Santiago de Compostela. Era un matemático. Totalmente. En cualquier lugar calculaba metros cuadrados, distancias, etc. Un talento peculiar y no frecuente entre la mayoría de los eclesiásticos.
Fue profesor en el Seminario Menor de Santiago y Pro-Vicario General del Arzobispado, además de canónigo de la Basílica Metropolitana de Compostela.
El 1 de septiembre de 1984 fue nombrado Obispo de Osma Soria, siendo consagrado en Burgo de Osma el 28 de octubre de ese año. Es imposible no pensar en el arzobispo de Santiago Lago González, que fue, previamente, obispo de Tui y, en su primer destino, obispo de Osma Soria.
En 1987, don José Diéguez fue nombrado Obispo de Orense, tomando posesión el 27 de junio de ese año. El 7 de junio de 1996, el papa san Juan Pablo II lo nombró Obispo de Tui-Vigo, y tomó posesión de la Diócesis el 14 de julio de 1996.
Durante su pontificado en Tui-Vigo impulsó un Sínodo Diocesano que clausuró con gran éxito. El 17 de marzo de 2006 el Instituto Ferial de Vigo (Ifevi) acogió la clausura del Sínodo Diocesano: “En el acto se estrenará oficialmente la Misa del Sínodo, compuesta expresamente para este acontecimiento por el monje benedictino de Montserrat, Odilo María Planás, a petición del párroco de la Concatedral viguesa y músico, Moisés Alonso. Además, en la ceremonia estarán algunas imágenes significativas en la devoción de los diocesanos. El Cristo de la Victoria presidirá el altar. También se ha solicitado la presencia de la imagen de la Virgen de la Franqueira, y acompañará a las imágenes citadas la del patrono de la ciudad de Tui y de la Diócesis, San Telmo”, se leía en un periódico.
Don José Diéguez hizo todo eso y mucho más. Ahora, tras haber sufrido un derrame cerebral, necesita de nuestras oraciones.
Guillermo Juan Morado.
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