Rey del Universo
Jesucristo, Rey del Universo, lleva a su consumación el plan salvador de Dios. Él es el supremo Pastor, Rey y Juez de todos los hombres, tal como había profetizado Ezequiel (cf Ez 34,11-17).
Jesucristo nos acompaña todos los días de nuestra vida; nos guía por el sendero justo y nos conduce a la casa del Padre (cf Sal 22).
Él es el Rey del mundo y el Señor de la historia. Quiere reinar en el mundo reinando en nuestros corazones. “Nosotros, y solo nosotros, podemos impedirle reinar en nosotros mismos y, por tanto, podemos poner obstáculos a su realeza en el mundo: en la familia, en la sociedad y en la historia", comenta Benedicto XVI.
Nuestra salvación personal, pero también la salvación del mundo, depende de nuestra correspondencia a la gracia, que se traduce de modo concreto en la decisión de practicar la justicia y no la iniquidad, de abrazar el perdón y no la venganza, el amor y no el odio.
Aunque no es de este mundo, el reino de Cristo tiene implicaciones en este mundo. Su mensaje no puede reducirse a una cuestión puramente privada, sino que tiene una dimensión social. Toda la organización de la vida social y política debe estar sometida al reino de Cristo, reconociendo la soberanía de Dios y la dignidad de los seres humanos.
El Señor vendrá como Juez para hacer resplandecer la justicia y la gracia. La justicia se establece con firmeza; no obstante, la gracia nos permite salir con confianza al encuentro del Juez (cf Benedicto XVI, “Spe salvi", 47).
Mientras aguardamos el momento, debemos verificar el amor a Dios en el amor al prójimo recordando lo que nos dice Jesús: “cuanto hiciesteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).
Guillermo Juan Morado.
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