Leo en "Faro de Vigo": Que ¿dónde está la Iglesia?
Mons.Alberto Cuevas Fdez.* 16.04.2020
Me cuentan que con estas o semejantes palabras se están preguntando retóricamente algunos cínicos comunicadores, disfrazados de predicadores laicistas, ahora aún más activos que siempre, en el televisivo ente público y en los ahora canales gemelos acampados en los números que van del cuatro al seis. Quienes como profesionales honestos deberían dedicarse a informar imparcialmente a todos, aunque les mandasen como es el caso, orientarse a distraer con otros asuntos la disparatada actuación gubernamental, se están dedicando, me cuentan, que a eso, a preguntarse que a ver ¿qué está haciendo la Iglesia en esta crítica situación social de pandemia y desesperación?
¿Serán hipócritas y repito el apelativo de condecorados cínicos? Silencian, callan, esconden o manipulan cuantas noticias e informaciones se les remiten referidas a la Iglesia; no captan ni difunden el ejemplar comportamiento de obediencia y prudencia de su jerarquía, la incansable entrega de los sacerdotes, de tantas personas consagradas a servir, ni la magnífica y ejemplar acción de tantos seglares católicos, activos hasta la heroicidad como tantos otros colegas, en las distintas tareas de la vida social, para después, que es ahora mismo, levantar la voz simulando ignorancia y preguntar acusatoriamente que ¿dónde estamos?
Pues estamos donde siempre estuvimos, desde el principio y hasta el fin de los siglos, donde hay que estar cuando alguien nos necesite. Porque cuando alguna vez hemos estado donde no debiéramos estar -y avergonzados pedimos perdón cuando alguno de los nuestros se enfangó-, ya os encargasteis vosotros, y seguiréis haciéndolo, de proclamarlo a los cuatro vientos, para hacer creer que la infame conducta es lo habitual en nosotros y por ello merece el caché de importante noticia.
Pues no, eso es y será siempre lo raro, lo excepcional, que por eso tendrá que ser noticia faltaría más; pero también debieran serlo, si fuerais profesionales al servicio de la verdad, las innumerables acciones de personas e instituciones eclesiales, en tantas ciudades y pueblos de España: la atención y el mimo a los desconocidos ancianos que estarían solos sin la cercanía de las parroquias y los sacerdotes; los comedores sociales, que tienen que reinventar fórmulas para seguir cumpliendo su cometido a la vez que observan la necesaria normativa sanitaria; la poco reconocida presencia y labor de los capellanes de los Hospitales -"médicos del alma” reconfortando y fortaleciendo, supliendo muchas veces a la familia-, y que como el resto del personal sanitario del que forman parte, debieran recoger cada tarde, nuestro reconocimiento y aplauso, sin olvidar el número de los muchos contagiados y algunos fallecidos.
Y qué preciosos reportajes os habéis perdido y de ellos nos habéis privado -por ser profesionales sectarios- al no habernos informado de la labor de cuántos conventos de clausura han mutado esta temporada de reposteras a mascarilleras o a lo que hizo falta en el pueblo en que se ubican, ofreciendo y dejando los espacios de sus seculares monasterios para albergar a quien hubiere menester.
Ni nos habéis contado, que el día de Jueves Santo, día del sacerdocio y del amor fraterno, bastantes obispos y sacerdotes han hecho sus donativos y limosnas a las Cáritas diocesanas, para la lucha contra el Covid-19, a pesar de estar ese día los templos vacíos.
Bien es verdad que, para compensar, tampoco nos dijisteis nada de la generosa aportación económica que con idéntica finalidad, os filtraron que habían hecho los diputados y ministros en la sesión telemática y no presencial del Congreso. ¿O esto como vuestros donativos son fake news?
Me falta espacio y me estomaga tener que enumerar para quienes no lo quieren ver -para luego echarlo en falta cínicamente- los rosarios de emocionantes conductas y ejemplares acciones que repiten a diario por doquier tantos cristianos que son la Iglesia, porque esta -aunque muchos todavía no se han enterado- no la conforman solo los miembros de su jerarquía.
Los buenos profesionales saben contar el real pero invisible sacrificio entregado de tantos curas rurales, los servicios y atenciones de los buenos vecinos jóvenes y ancianos, la actitud y cariño de incontables niños, que colgadas o no en los balcones y en las azoteas abiertas, que eso son ahora las nuevas tecnologías, están multiplicando a diario la cercanía para con sus familiares e incluso -¡muy bien papás porque se lo enseñáis- para quienes no tienen familia…
Ganas me dan de llamarles asalariados cegatos más que periodistas, pues miran y muestran solo lo que quieren y les mandan mostrar, en vez de mostrar lo que nosotros no alcanzamos a ver y nos debieran enseñar, que esa y no otra es la nobilísima misión del periodista: ser ojos y voz que hace llegar al gran público lo que por sus medios le sería imposible alcanzar.
Creo que a estas alturas de la civilización ya nadie desconoce el criterio básico del comportamiento humilde de los discípulos de Jesús que formamos la Iglesia: que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha. De tal modo suelen comportarse las instituciones y las gentes de Iglesia. Con actuaciones silenciosas, estando presentes en donde sea necesario, pero nunca proclamándolo vanidosamente a bombo y platillo.
Tal actitud de no envanecerse personalmente ha de armonizarse con la otra enseñanza evangélica de no esconder lo que hacemos para que los demás se estimulen y “viendo vuestras buenas obras glorifiquen al Padre Dios". Ser humildes y a la vez ser luz para otros es la misión de la Iglesia y de cada cristiano. Del mismo modo que la norma para todo comunicador, cristiano o no, es el servicio a la verdad, conscientes además de que solo “la verdad os hará libres". Ya que quien no la difunda sin trabas vivirá prisionero de sus cobardías.
No puedo por menos de terminar manifestando públicamente la gratitud de la Iglesia diocesana de Tui-Vigo a los medios de comunicación locales que en todo tiempo y con profesional criterio, suelen dar a conocer la actualidad de la vida eclesial y tan bien ( sic) en estos duros tiempos de pandemia y confinamiento. Como debe ser. Debieran ser espejo en que mirarse para otros colegas de ámbito nacional. Los nuestros, los de aquí, acostumbran a ser críticos cuando hay que serlo y honestos en todo tiempo, aunque quizá tengan menos renombre y fama (dejo al lector la perspicaz tarea de descubrir, también en este caso, la prevalencia del ser sobre el tener).
*Sacerdote y periodista
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