Me sumo a lo que dice Bruno sobre Segovia y sobre "400 poemas para explicar la fe"
La ciudad de Segovia la conocí hace ya casi tantos años como tiene su Acueducto. No es preciso que comente, en este momento, la belleza de la misma ni de su espléndida catedral. Bruno lo comenta con enorme acierto.
Está a punto de salir en “Compostellanum” 64 (2019) 769-770, una recensión mía sobre el libro de Yolanda Obregón, ed., “400 poemas para explicar la fe. Selección de poesía religiosa para la catequesis” (Vita Brevis, Maxstadt 2019, 602 páginas).
Comento, en esa recensión: “La teología no tiene nada que perder, sino mucho que ganar, si se pone a la escucha de la literatura y, en particular, de la poesía. Grandes teólogos lo han hecho así. El cristianismo es la religión de la Palabra encarnada, de Jesucristo, el Verbo de Dios hecho carne".
Acercase a Jesús es acercarse, también, a quienes desde la sensibilidad y la inteligencia hablan de él: “Las grandes inteligencias no son, en el fondo, sino sensibilidades muy vivas” (X. Tilliette).
El Cristianismo tiene que ser sensible, sin que eso suponga que los sentidos opaquen la fe, sino que, sacramentalmente, los sentidos se abran al Misterio y lo hagan significativamente presente.
El libro de Yolanda Obregón, que Bruno presenta, contribuye a este noble y necesario fin.
Guillermo Juan Morado.
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