Cinco preguntas sobre la eutanasia
En la Hoja Parroquial de Julio y Agosto me ha parecido oportuno plantear cinco cuestiones sobre la eutanasia y dar la respuesta que, literalmente, se deduce de la encíclica “Evangelium vitae” de San Juan Pablo II.
Por si ayuda a otros, lo publico ahora en el blog:
1ª) ¿Qué es la eutanasia? “Por eutanasia en sentido verdadero y propio se debe entender una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”.
2ª) ¿Es lo mismo la eutanasia que los cuidados paliativos? No. “En la medicina moderna van teniendo auge los llamados « cuidados paliativos », destinados a hacer más soportable el sufrimiento en la fase final de la enfermedad y, al mismo tiempo, asegurar al paciente un acompañamiento humano adecuado”. Es lícito “suprimir el dolor por medio de narcóticos, a pesar de tener como consecuencia limitar la conciencia y abreviar la vida, « si no hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales »”.
3ª) ¿Es moralmente aceptable la eutanasia? No. La “eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana”. “Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio”.
4ª) ¿Es la eutanasia un acto de piedad? “La eutanasia, aunque no esté motivada por el rechazo egoísta de hacerse cargo de la existencia del que sufre, debe considerarse como una falsa piedad, más aún, como una preocupante «perversión » de la misma. En efecto, la verdadera «compasión » hace solidarios con el dolor de los demás, y no elimina a la persona cuyo sufrimiento no se puede soportar. El gesto de la eutanasia aparece aún más perverso si es realizado por quienes —como los familiares— deberían asistir con paciencia y amor a su allegado, o por cuantos —como los médicos—, por su profesión específica, deberían cuidar al enfermo incluso en las condiciones terminales más penosas”.
5ª) ¿Podemos decidir sobre quién debe vivir o morir? No. “Se llega además al colmo del arbitrio y de la injusticia cuando algunos, médicos o legisladores, se arrogan el poder de decidir sobre quién debe vivir o morir”.
Fuente: San Juan Pablo II, Encíclica “Evangelium vitae”.
Guillermo Juan Morado.
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