Un teólogo excomulgado por negar, sobre todo, los dogmas marianos
El 2 de febrero de 1997, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la fe, el papa Juan Pablo II aprobaba una Notificación sobre una obra del del p.Tissa Balasuriya, O.M.I, en la que se declaraba que “el p.Tissa Balasuriya se ha desviado de la integridad de la verdad de la fe católica y, por tanto, no puede ser considerado teólogo católico, y además ha incurrido en excomunión latae sententiae (canon 1.364, § 1)”.
Se decía en esa Notificación que el teólogo Balasuriya no erraba solo en su teología, sino que patinaba en la fe, hasta el punto de ser objeto de la pena de excomunión.
Principalmente, la Congregación le recriminaba que llegase a negar “en particular los dogmas marianos. No reconoce la maternidad divina de María, su inmaculada concepción y virginidad, al igual que su asunción corporal al cielo, como verdades pertenecientes a la palabra de Dios. Al querer dar una visión de María que esté libre de todas las «theological elaborations, which are derived from a particular interpretation of one sentence or other of the Scriptures», de hecho, priva de todo carácter revelado la doctrina dogmática sobre la persona de María santísima, negando la autoridad de la Tradición como mediación de verdad revelada”.
Resultaba casi irónico – en la ironía del mal – que este sacerdote y teólogo excomulgado perteneciese a los Oblatos de María Inmaculada. Una paradoja no menor que la de un Lutero - perteneciente a la Orden de San Agustín, el doctor de la gracia - que peca, no obstante (Lutero), por tergiversar la doctrina de la gracia.
Sea lo que sea, quien es devoto de María no se pierde del todo. Podrá hacer mal, pero puede tener remedio. El p. Tissa Balasuriya lo tuvo, al menos en lo que podemos juzgar, que es solo lo externo. Murió reconciliado con la Iglesia. El 15 de enero de 1998 renovó públicamente su profesión de fe: “En la ceremonia, el padre Balasuriya presentó al obispo de Colombo una declaración de reconciliación en que lamenta el daño causado por su libro y por los acontecimientos posteriores. También expresa su fe católica y reconoce la autoridad del Magisterio ejercida tanto a nivel local como universal con respecto a sus escritos. Y señala que en el futuro accede a someter sus escritos relativos a la fe y a la moral al imprimatur de los ordinarios diocesano y religioso”.
Este sacerdote y religioso, Tissa Balasuriya, murió el 17 de enero de 2013.
Era un pensador, un teólogo, un religioso, un sacerdote. Un hereje. Sí. Y un arrepentido de su herejía, también.
No era un cantamañanas. Ahora, la diferencia entre una cosa y otra, entre un hereje y un/una cantamañanas mediático/a, ya no se nota.
Señal, clara, de que vamos a peor.
Guillermo Juan Morado.
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