La alcaldesa de Madrid y Nuestra Sra. de la Almudena

Me ha parecido muy adecuada la presencia de la alcaldesa de Madrid en la Misa de Nuestra Señora de la Almudena. Creo que esta señora, doña Manuela Carmena, ha demostrado, con este gesto, al menos tres cosas: inteligencia, sensibilidad y apertura de miras; actitudes muy importantes para poder vivir en sociedad.

En primer lugar, inteligencia, que es la capacidad de entender o comprender la realidad. La realidad de Madrid tiene una historia concreta. De esa historia forma parte la fe de quienes la protagonizaron. Esa historia, para muchos - también hoy - , no es mero recuerdo, sino tradición viva de la que uno se siente partícipe. No solo en el ayer de Madrid, sino también en estos momentos, muchos madrileños participan de la fe, se sienten miembros de la Iglesia y miran, incluso algunos que ya se sienten menos creyentes, a María, la Madre de Jesús, con afecto y simpatía. De todo eso ha tomado nota la alcaldesa.

En segundo lugar, sensibilidad, tacto para acercarse con respeto y aprecio a lo que uno sabe que muchos otros valoran y quieren. No es sensible con los católicos, y con la Iglesia, un gobernante que los ignora, en tanto que católicos. Sí lo es quien, sin necesidad de profesar personalmente la fe, se aproxima con delicadeza a las manifestaciones de esa fe que contribuye al bien común.

En tercer lugar, apertura de mente, transigencia. La alcaldesa ha sabido recoger del patrimonio común de los católicos elementos que pueden ser compartidos por todas las personas de bien. Por ejemplo, se refirió al  respeto al prójimo, que “para los creyentes, es un hijo de Dios y un hermano del alma, del que soy responsable. Y para todos, seamos creyentes o no, es una gran riqueza y una oportunidad para mejorar nuestra ciudad".

Este post no pretende ser una canonización de Manuela Carmena. Ni yo puedo canonizar a nadie ni a nadie se le canoniza en vida. Habrá que criticar a esta alcaldesa, y a todos los políticos, en la medida en que actúen en contra de la ley moral natural y ofendan a Dios, causando daño a los ciudadanos.

Yo, como sacerdote, tendré que callarme en todo aquello que tenga que ver con la lucha de los partidos. La Iglesia, como tal, no pertenece a ningún partido; está por encima de ellos.

Y me reservo el derecho de alabar lo que me parezca loable: La participación de la alcaldesa de Madrid en la renovación del Voto de la Villa a Nuestra Señora de la Almudena me parece loable. Era lo que tenía que hacer y lo ha hecho. Y es loable que uno cumpla con sus obligaciones, sin dejarse paralizar por sectarismos.

El arzobispo de Madrid, con educación y naturalidad, ha agradecido ese gesto: “Muchas gracias, Sra. alcaldesa, por invitarnos a asumir el compromiso de construir: construir la cultura del encuentro, de la inclusión, de crear espacios en los que todos, con respeto y alegría, vivamos y hagamos siempre sitio a quien más lo necesita. Muchas gracias”.

Todo lo que se haga en pro de la convivencia civilizada será poco. Y, para convivir, incluso si alguien es partidario de la laicidad, no ha de atacar, ni tampoco despreciar o ignorar, el Catolicismo.

Debería ser lo normal, por encima de las luchas de los partidos. Y me ha encantado que una mujer, hoy alcaldesa, haya honrado a la Mujer más importante de la historia, la Virgen María.

 

Guillermo Juan Morado.

Veo que “La Cigüena de la Torre” me enlaza. Muchas gracias.

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