El discurso del papa a los obispos italianos
Me gustaría resaltar algunas líneas maestras del discurso pronunciado por Benedicto XVI en la audiencia concedida a la Asamblea General de la C.E.I. que tuvo lugar esta mañana (24 de mayo de 2012).
1º) La necesidad de escuchar el Concilio Vaticano II. Y escucharlo, ante todo, profundizando en sus textos para así poder recibirlo de un modo dinámico y fiel. Benedicto XVI cita el discurso inaugural del concilio en el que Juan XXIII pedía a los padres conciliares que, en continuidad con la tradición milenaria de la Iglesia, trasmitiesen la doctrina “pura e íntegra”, pero “de un modo nuevo”, tal como requiere nuestro tiempo. Se trata, en suma, se aplicar la clave hermenéutica correcta a la hora de interpretar los textos: no la hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura, sino una hermenéutica de la continuidad y de la reforma.
2º) Esa escucha del concilio constituye la vía para “ofrecer una respuesta significativa a las grandes transformaciones sociales y culturales de nuestro tiempo, que tienen consecuencias visibles también en la dimensión religiosa”. ¿Cuáles son estas transformaciones? Benedicto XVI señala algunas de ellas:
2.1. El cientificismo: La racionalidad científica y la cultura técnica tienden, a menudo, a restringir el ámbito de las certezas de la razón a lo empíricamente demostrable y desvincularse de toda norma moral.
2.2. La confusa búsqueda de espiritualidad.
2.3. El secularismo, que provoca que el tejido cultural de matriz cristiana deje de ser un punto de referencia unificador sin que se perciba, además, su instancia veritativa.
3º) ¿Cuáles son las consecuencias de estas transformaciones en la vida religiosa?
3.1. La disminución de la práctica religiosa: Se participa menos en la Santa Misa y, sobre todo, se acude mucho menos al sacramento de la Penitencia.
3.2. Muchos bautizados han desdibujado su identidad cristiana y su sentido de pertenencia a la Iglesia.
3.3. Se excluye a Dios del horizonte personal.
4º) El corazón de la crisis que afecta a Europa “pasa por este abandono, por esta falta de apertura al Trascendente”. La crisis es espiritual y moral.
5º) ¿Qué hacer? ¿Cómo responder a esta situación?
5.1. No bastan nuevos métodos pastorales. Hay que volver a partir de Dios, “celebrado, profesado y testimoniado”, apuntando a lo esencial de la fe y de la vida cristiana.
5.2. Es preciso renovar la calidad de nuestra fe y de nuestra oración, acogiendo el don de la gracia y teniendo una profunda experiencia de Dios.
6º) A este fin se orienta el Año de la Fe, ya que solo volviendo a Dios será posible impulsar una nueva evangelización: “la misión antigua y nueva que se presenta es la de introducir a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo en la relación con Dios”.
7º) La comunidad cristiana ha de saber formar personas adultas en la fe. En este camino formativo es una referencia imprescindible el Catecismo de la Iglesia Católica.
Guillermo Juan Morado.