La paga extra, a Cáritas

Algo me han dicho, algo he leído por ahí: Que los curas donen su paga extra a Cáritas. Me parece una buena iniciativa. Pero una iniciativa que, en cualquier caso, ha de partir del realismo. No son hoy los sacerdotes – creo que nunca lo han sido, salvo contadas excepciones individuales – un colectivo poderoso desde el punto de vista económico.

Los sacerdotes cobran – cobramos – un pequeño sueldo, más parecido a una pensioncita que a un salario al uso. Y no creo que dediquemos pocas horas a nuestra tarea… No obstante, la mentalidad que se nos ha infundido – y que hemos introyectado – es la de que el salario es solo una ayuda para poder vivir y, en consecuencia, desempeñar nuestro ministerio.

Si de golpe y porrazo desapareciese la famosa “X” de la Declaración de la Renta ese pequeño sueldo pasaría a ser literalmente nada y quedaríamos, los curas, al cabo de la calle. Lo que se ingresa en una parroquia – hablo en general – malamente da para intentar que la parroquia siga abierta y para procurar que no falte tampoco, en la medida de lo posible, la atención a los necesitados.

En mi parroquia al menos, y creo que en todas, esa partida, la de la atención a las personas más necesitadas, es siempre la partida mayor. Bien entendido que dentro de la modestia de las cifras que manejamos.

De todos modos, se entiende que se les pida a los curas que donen, si pueden, su paga extra. Se diga lo que se diga, la Iglesia es una comunidad de pobres. Pero ser pobre no es un obstáculo para ser generoso. Más aún, el pobre, quizá, puede sentirse más inclinado a ser generoso. Aunque haya, de corazón, ricos que son pobres y pobres que son ricos.

Estas invitaciones a excitar la generosidad de los sacerdotes – que apenas, con su salario, podrán atender a sus gastos básicos – se producen en un contexto extraño: Se le pide a la Iglesia Católica – que da más que nadie – que pague más impuestos (por ejemplo, el IBI), para que así pueda dar menos, para que así, a ser posible, desaparezca, ahogada por las deudas.

Muchos se suman, a la postre, a la misma receta: ¡Qué paguen más!, ¡qué den la paga extra!, ¡qué …. (cada cual que añada lo que le sale de adentro)!.

Solo unos pocos, muy pocos, se acercan al sacerdote para preguntarle: “¿Puede usted llegar a fin de mes?, ¿necesita algo?”. Esto es la excepción, la triste excepción.

Yo no he escrito este post para pedir limosna. De momento me arreglo con lo que tengo. Pero de seguir así las cosas las parroquias irán cerrando por inviabilidad económica. Y con las parroquias, las cáritas parroquiales. Y con las cáritas parroquiales, esas pequeñas ayudas que alivian las angustias de los que peor viven.

A los curas, desde luego, no se nos trata bien. Ni desde fuera ni tantas veces desde “dentro”. Y luego la comunidad cristiana querrá que haya vocaciones. Así, de este modo, será un milagro que surja alguna. Pero Dios, que nadie lo dude, puede hacer milagros.

Guillermo Juan Morado.

_____________________________

JUAN PABLO II, EL PAPA UNIVERSAL
Autor : Juan Morado, Guillermo
ISBN : 978-84-9805-546-7
PVP : 2,16 € (s/iva) 2,25(c/iva)

Los comentarios están cerrados para esta publicación.