Don José Cerviño Cerviño
Ha sido, en realidad, el primer obispo que yo conocí. Claro que, antes que él, habían regido esta diócesis otros obispos. Pero había un hilo común, antes y después: Todos se llamaban “José”: José López Ortiz, José Delicado Baeza, José Cerviño Cerviño Cerviño, José Dieguez Reboredo… La primera sorpresa que nos causó el nombramiento del actual obispo, D. Luis Quinteiro Fiuza, fue que se llamase “Luis”. Nada malo, obviamente, pero sí algo que, en primera instancia, nos sorprendía. Tan apegados estábamos, por aquel entonces, al nombre de “José".
De Mons. Cerviño tengo grandes recuerdos. Es imposible que no los tenga. Él me confirmó, cuando yo estudiaba en el Seminario Menor. Me ordenó diácono, en la catedral de Tui y, seis meses más tarde, presbítero en la con-catedral de Vigo. Luego, me dio mi primer destino pastoral: Fiolledo y Pesqueiras, en el concello de Salvaterra de Miño.
Yo le había manifestado, por esa época – ya parece que ha transcurrido un siglo – , mi deseo de completar la licenciatura en Filosofía en Madrid. Unos estudios que, si no con su consentimiento expreso, sí con su benevolencia, había iniciado en la UNED. Me dijo que no, que me fuese a Roma, para licenciarme en la especialidad de Teología Fundamental. Argumentaba el Sr. Obispo que era esencial el diálogo entre la fe y la razón, entre la religión y la cultura.
Al cabo de los dos años previstos (1994-1996) volví a la diócesis con todas las maletas encima. Mi director de tesina, el actual arzobispo Rino Fisichella, me animaba a continuar con el doctorado, pero yo le decía: “No me han dicho nada, no sé qué hacer”.
Volví a Vigo, me despedí para siempre de mi director de tesina, de mis compañeros de la Universidad Gregoriana e incluso de mis colegas del Pontificio Colegio Español de San José de Roma. Pues ya en Vigo, D. José Cerviño me dice: “Ay, qué impulsivo eres, seguirás en Roma haciendo el doctorado. Ya lo he hablado con Mons. Diéguez”. D. José Diéguez había sido nombrado, por esas fechas, obispo de Tui-Vigo.
Así fue. Entre 1996 y 1999 tuve que compaginar Roma con Vigo, Vigo con Roma. Un semestre allá – como doctorando - y otro aquí – como profesor-.
En una visita que Mons. Cerviño hizo a Roma tuvo el deseo de saludar al entonces Pro-Prefecto de la Congregación del Clero. Se trataba de Mons. Darío Castrillón Hoyos. Yo le acompañé en esa entrevista. El Pro-Prefecto me preguntó: ¿Usted, qué vínculo tiene con el sr. obispo? Y le dije: “Ya no es mi obispo, pero sí es el obispo que me ha ordenado”. No hizo falta, entonces, ni hace falta ahora, explicar nada más.
Mi gratitud hacia él. ¡Qué el Señor lo acoja en su seno!
Guillermo Juan Morado.
PS. Y muchas gracias a todos los que han rezado por él. Pido que tengan la bondad de seguir encomendándolo a Dios.
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