La fe, la inteligencia y la voluntad

La fe se asemeja y, a la vez, se distingue de otros actos intelectuales humanos, tanto desde el punto de vista psicológico como desde la perspectiva noética. Santo Tomás, siguiendo a San Agustín, define la fe como “cum assensione cogitare”; es decir, “pensar con asentimiento”.

Se trata de una formulación muy lograda. Creer no es ver, ni saber sin más – aunque sea una forma de saber - , ni opinar. Se parece al saber y al inteligir porque consiste en adherirse firmemente a la verdad, a la verdad revelada. Se parece a la opinión en el hecho de que la fe como conocimiento carece de la perfecta visión de su objeto.

Creer es una forma de juicio; es decir, va más allá de la aprehensión y del raciocinio. Se distingue de otras formas de juicio porque la inteligencia se determina a una parte movida, no por la evidencia del objeto, sino por la voluntad. Santo Tomás decía que el creer es acto del entendimiento en cuanto es movido por la voluntad a asentir.

El asentimiento no está causado por el pensamiento, sino a partir de la voluntad (“ex voluntate”). Creer es “asentir con cogitación a algún testimonio por la autoridad del que testifica” (R. Garrigou-Lagrange).

El asentimiento firme de la fe no elimina la “cogitatio”, el movimiento de la mente que delibera, aún no acabado por la plena visión de la verdad. La inteligencia se adhiere a la verdad de la fe y la voluntad consiente a la adhesión intelectual y mueve a la inteligencia a determinarse.

El objeto de la fe es lo verdadero. Por esta razón no basta con el obsequio de la voluntad, sino que es necesario el obsequio de la misma inteligencia. Pero la moción de la voluntad es necesaria porque el objeto propuesto a la inteligencia es oscuro y sobrenatural y no la determina suficientemente.

Sin duda, en el acto de fe, en el asentimiento a Dios que se revela, es necesaria la gracia. La gracia mueve la voluntad para que empuje a la inteligencia a asentir.

Dejemos aquí, de momento, estas reflexiones. Que, si Dios nos da tiempo, podremos ampliar un poco más en orden a tratar de comprender en qué consiste el religioso obsequio de la voluntad y del entendimiento que se debe al magisterio ordinario de la Iglesia, aunque no proponga una enseñanza como definitiva.

En cualquier caso, como recuerda el Catecismo, “los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus Apóstoles: ‘El que a vosotros escucha a mí me escucha’ (Lc 10,16; cf. LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas”.

Guillermo Juan Morado.

3 comentarios

  
Martin Ellingham
Interesante. Espero leer las ampliaciones.

Sugerencia: escriba sobre la teología de la tauromaquia y tendrá explosión de comentarios.

Saludos.


GJM. Jajajajaja. Sí, quizá.

04/12/11 4:08 PM
  
Eduardo Jariod
Muy interesante post.

Como sabe, yo soy el pesado de Gilson. Así que aquí le copio una cita de Santo Tomás recogido en la obra El Tomismo del filósofo francés:

" 'La fe', dice Santo Tomás, "se encuentra entre dos pensamientos, de los cuales uno inclina a la voluntad a creer y precede a la fe, mientras que el otro tiende a la intelección de lo que ya cree, y este es simultáneo con el asentimiento de la fe' ". [In III Sent., d. 23, q. 2, a. 2, sol. 1, ad 2m].

Así, habría tres momentos:

-Primer momento: "Quiero creer." (Voluntad).

-Segundo momento: "Creo." (Fe).



-Tercer momento: "Quiero justificar lo que creo, por qué creo en lo que creo." (Inteligencia).





GJM. Los tres momentos están presentes, aunque de modo "simultáneo", si podemos decirlo así.
04/12/11 8:33 PM
  
rodrigo quezada
más que un comentario... quisiera saber cómo entiendo qué es la verdad en estos tres momentos.
muy buen post. felciitaciones
12/01/16 3:20 PM

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