Los invitados a la boda
Homilía para el Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (Ciclo A)
En su plan de salvación, Dios invita a los hombres a entrar en su Reino, simbolizado por un banquete de bodas. San Gregorio Magno ve en este banquete una imagen del misterio de la Encarnación: “Dios Padre celebró las bodas a su propio Hijo cuando unió a Éste con la humanidad en el vientre de la Virgen”. Todos nosotros estamos llamados a participar en esta comida de fiesta; es decir, a unirnos a Jesucristo formando parte de su Iglesia por la fe y el Bautismo.
La solicitud amorosa de Dios no siempre es correspondida. Muchos convidados “no quisieron ir” (Mt 22,3). Posiblemente no se pararon a valorar ni quién los invitaba ni a qué. En esta actitud de rechazo podemos ver reflejado el pecado, que consiste en la negativa a escuchar la palabra de Dios, en “la cerrazón frente a Dios que llama a la comunión con Él” (Benedicto XVI, Verbum Domini, 26).
Otros convidados “no hicieron caso” (Mt 22,5). A la invitación que les llega de parte de Dios responden con la indiferencia. Corremos el riesgo de proceder así si permitimos que el agnosticismo práctico, que se traduce en vivir como si Dios no existiese, invada nuestra alma y la haga insensible en relación con las cosas de Dios.
Sumergidos en nuestros trabajos, apegados a nuestros intereses materiales e inmediatos, podemos dejar pasar de largo lo más importante. Simone Weil decía que “el apego es fabricante de ilusiones; quien quiera ver lo real, debe estar desapegado”. Si estas palabras valen para el conocimiento de la realidad en general, valen mucho más cuando se trata de escuchar el eco de la voz de Dios.
San Gregorio indica que “algunos llamados a la gracia, no sólo la desprecian, sino que también la persiguen: por esto añade: ‘Y los otros echaron mano de los siervos’ ”. Es verdad; el anuncio del Evangelio se encuentra muchas veces no solo con el rechazo o la indiferencia, sino también con el conflicto y con la persecución.
De los que acuden al banquete, recogidos en los cruces de los caminos, hay uno que no llevaba traje de fiesta (Mt 22,11). ¿Qué debemos entender por este “traje de fiesta”? Orígenes ve en el que no está vestido de modo adecuado a un cristiano que “no había mudado sus costumbres”; es decir, a alguien que acepta la llamada del Señor para entrar en su Iglesia, pero que sigue viviendo como si no fuese cristiano, conservando la malicia después de la fe como la había tenido antes de creer.
De un modo complementario, San Gregorio Magno identifica el traje de fiesta con la caridad: “¿Qué debemos entender por vestido de bodas, sino la caridad? Porque el Señor la tuvo cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Entra, pues, a las bodas, sin el vestido nupcial, el que cree en la Iglesia, pero no tiene caridad”.
Creer y actuar en conformidad con lo que se cree. Creer y amar. Tales son las disposiciones adecuadas a la invitación que Dios nos hace. Para participar en el banquete del Reino, que se anticipa sacramentalmente en la Eucaristía, necesitamos una actitud de continua penitencia, dejando que nuestro corazón sea atraído y movido por la gracia para así responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero.
Guillermo Juan Morado.
13 comentarios
La de San Gregorio Magno no se entiende de que caridad habla, cuando la sentencia del Rey es justa, los hipócritas no pueden estar dentro del Reino de los Cielos, que la caridad del Señor permanecerá con ellos fuera de la fiesta no hay duda, y que si escuchan la Palabra de Dios y la practican, serán elegidos a compartir el reinado en la tierra lo recibimos Sacramentalmente y en el cielo concretamente y para siempre.
Feliz domingo con el traje de fiesta.
Hoy, sin desdecirme del todo creo que el traje de bodas es la disposición interior al abandono, tal como Theresita indicaba:
Yo sé que mis suspiros y mis lágrimas
ante ti están y te encantan, mi Señor.
Los serafines forman en el cielo
tu corte, y sin embargo
tú vienes a buscar mi pobre amor...
Quieres mi corazón, aquí lo tienes,
te entrego enteros todos mis deseos.
Y por ti, ¡oh mi Rey y Esposo mío!,
a los que amo seguiré yo amando.
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-Mandaré a mis dos testigos para que profeticen, durante mil dosciento sesenta días, vestidos de saco. (Ap.11,3)
-La vestimenta de saco es una urdimbre perpendicular,horizontal y oblícua que, operando simultáneamente desde los cuatro puntos cardinales del tejido, mide y define la estructura molecular de la naturaleza humana. Esto quiere decir que estos descienden de Adán y Eva; Abraham y Sara...
El individuo que se le cuela en el banquete, lo consigue porque los servidores -ministros de la Iglesia- no llegan a ver la sutil diferencia de este individuo, que como vestimenta existe, entre los descendientes de Caín e Ismael y los de Abel e Isaac. De aquí que solo el Señor dueño del banquete, -Dios- que conoce todo desde un principio. Se percata del origen y la vestimenta del intruso.
En otro sitio dirá: En ella no entrará cos impura ni quie cometa abominación y mentira, sino los que están escritos en el libro de la vida del Cordero
La boda es una nueva dimensión, en nueva Tierra de cielo y nueva tierra, de la multiplicación de especie. Donde el efecto y causa de la cópula carnal no tendrá lugar.
Esto más que pura filosofía evangélica es antropología de origen
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Estas palabras me hacen recordar otras: "Al atardecer de la vida te examinaras del amor".
El evangelio es tan bello, que jamás se le podría agregar y quitar nada, las apreciaciones de los santos nos ayudan mucho a interpretarlas.
Noberto, buena apreciación, sobre el traje de la humildad, es el que conquista la santidad.
Hay un poema que dice:
-«El Amor me dio la bienvenida, mas mi alma se apartaba, / culpable de polvo y de pecado. / Pero el Amor que todo lo ve, observando / mi entrada vacilante, / se acercó hasta mí, preguntándome con dulzura: / ¿hay algo que eches en falta? / Un invitado, respondí, digno de encontrarse aquí. / Tú serás ese invitado, dijo el Amor. / ¿Yo, el malvado, el ingrato? ¡Ah, mi amado, / si no puedo mirarte! / El amor tomó mi mano y replicó sonriente: / ¿quién ha hecho esos ojos sino yo? / Es cierto, Señor, pero yo los ensucié; deja que mi vergüenza / vaya donde se merece. / ¿Y no sabes, dijo el Amor, quién tiene la culpa? / Te serviré, mi amado. / Siéntate, dijo el Amor, y degusta mis manjares. / Así que me senté y comí».
George Herbert y su poema «Love»
Perdonar que me extendido.
Bonne nuit.
Sí, aceptamos la invitación del Señor cuando nos llama, entramos con alegría en su casa, pero nuestra vida sigue siendo la misma, mediocre y nada ajustada al estado sublime en que la gracia y la misericordia del Señor nos ha puesto.
La consecuencia es que al no haber tranformado nuestra vida, somos un extraño en el banquete de los santos -no llevamos traje, estamos desubicados-. Por eso nos echan fuera.
1.- Somos invitados a una fiesta de Bodas ( Alianza, intimidad, entrega...) vivida en la Iglesia, espacio que Jesús nos dejó para celebrar esas Bodas.
Ahora viene la sorpresa, tal como me la explicaron a mí en unos Ejercicios Espirituales:
== Yo jamás había entendido que se impidiese la entrada a quien no tenía el adecuado vestido de Bodas. Pero, ¿ no eran pobres traídos de todos los caminos ? ¿ Qué vestido de Bodas iban a tener ?
Ah... es que Jesús no sólo nos invita a las Bodas, sino que nos regala el vestido de fiesta si nosotros lo aceptamos: nos transforma con su divina gracia ( no nos creamos autosuficientes ), nos regala su Iglesia, nos entrega los sacramentos, la llamada a la vocación de cada uno, nos conoce, nos acepta, ¡ nos da el vestido adecuado, siempre bello, el necesario para cada uno ! Tenemos que dejarnos vestir, tenemos que dejarnos guiar por la Iglesia, tenemos que prorrumpir en un SÍ gozoso, el " Sí, quiero " de las nupcias...
Entreguémonos al Amor obediencial en la Iglesia para que, unidos a Cristo, podamos dar el fruto que Él espera y entremos radiantes a la sala del banquete.
Nos espera el Esposo.
O hay coincidencia o ... ¿información privilegiada?...SPH
Es muy significativa esta frase, y creo, se concentra en ella todo el drama actual del hombre.
A medida que pasa el tiempo creo más y más que eso que se llama ateismo y agnosticismo no son más que meros eufemismos vanidosos para encubrir lo que es simple rechazo a Dios. No existe el ateísmo ni el agnosticismo, en mi opinión; tan sólo la aceptación o el rechazo de Quien viene al encuentro del hombre para sanar sus heridas y rescatarlo de la muerte y el mal. Así lo voy viendo y comprobando con el transcurrir de los días.
Y como nuevos adanes y evas, y, por desgracia, con la gran apostasía de estas últimas décadas y todo alejamiento de Dios que viene de más atrás incluso, este nuevo "adanismo" y "evismo" de gran soberbia,como decía, quizá la única desgarradora del ser humano, se ha implantado bien en el corazón del hombre moderno, y amenaza también a los que hemos aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador.
¿Qué traje llevamos hoy? ¿Somos sencillos, somos como niños? Me ha sorprendido que, a raiz del triste fallecimiento de Steve Jobs, el mundo entero se ha puesto a llorar, como si de un profeta de la vida fuese y hubiese sido. Y son muchos los creyentes que en las redes han lamentado el triste suceso, como es morir en la flor de la vida. Tienen razón; así como, en ese afamado discurso que dio en Stanford, y de la ilusión de la que habló y la fe que quiso transmitir. Pero....no se,algo no me cuadra. Parece-y aquí dejo al margen al sr. Jobs, al que Dios tenga a Su lado-, de repente veo que toda esa tecnología inventada por el hombre-no sólo Jobs-,parece que nos ha hecho entrar en un mundo comparable-mayor aún me atrevería a decir- al que Gutenberg nos hizo entrar,o ayudó a que la humanidad diese unos pasos de gigante hacia delante en el campo de las ideas, cultura, artes y demás. Pero, como todo invento-o casi todo-humano, con sus pros y contras, ¿no hemos dejado que sea esa tecnología y sobre todo, el discurso que la rodea de globalidad, inmediatez, ilusiones, comunicación, la que ha tomado delantera al hombre, subyugándolo y alejandolo de algo tan primordial como la escucha? ¿No nos hemos vestido acaso con los ropas de una nueva fe "adanica", una fe que afirma "este soy yo y aquí estoy para que el mundo me oiga y me vea antes de que muera, si es que muero"?
No se, son preguntas que me vengo haciendo en poco tiempo, sin demasiadas respuestas aún. Quizá todo es por dejarse llevar por toda esa vorágine, esa inmediatez que absorbe. Se habla del exceso de noticias, de lo efímero de estas, pero.....y de lo que toda la nueva tecnología deja en nosotros, un casi querer ser el centro de esta vida nuestra, un prestar atención a nosotros, para que nos tomen en serio, y un "no ver" de veras al de al lado, sino al de la pantalla de todos los cachivaches que poseemos.
Tenemos al hombre sin piel, al que no poder acariciar, consolar. Le podemos prometer oraciones, sí, pero ¿estaremos a su lado realmente?,tocaremos al pobre con su roñez, su mal olor, su desesperación que quizá nos aplaste por que nos hemos habituado a que todo, o casi todo lo tengamos al alcance, pantallas mediante y el arduo "trabajo" de amar sin medida, sin recompensa terrena nos haga huir? ¿Es esa la nueva fe? ¿Nuestra ropa? ¿Hemos perdido la capacidad de escucha,que es por la que Dios entra en nuestros corazones y nuestra pobre razón?
Querría decir más cosas, pero me temo que aburre escribir comentarios largos,y, de todas formas, no son más que preguntas lanzadas al aire, no afirmaciones, sólo dudas de quien quiere que todo sea a traves del "cristal" de Cristo Resucitado, y, débil, no ve más allá de sus narices.
P.S: no he leído la homilía de Benedicto, pero estoy muy cansado y en cuanto tenga tiempo, lo haré. Benedicto sí que habla de corazón a corazón, es un buen ejemplo de amor que macera poco a poco a algunos duros corazones, en tiempos humanos, pero de quien es fiel a Dios.
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Interesante apreciación de esta escritora judía-francesa después de haber vivido una vida intensa, algo rebelde, busco y encontró la fe, la vida junto a nuestro Señor, y todo lo demás lo considero nada frente al amor de Dios.
Gracias por las apreciaciones César, nos enriquecen y nos hacen bien , venido de ti, que también el Señor espero tu respuesta, que razón tenia Santa Teresa, “La paciencia todo lo alcanza”
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