Una ecuación falsa

Leyendo algunas páginas de la red que tratan sobre la religión o, específicamente, sobre la Iglesia no dejo de sorprenderme. Para algunas personas, incluso para personas de buena fe y para católicos devotos, parece existir una especie de ecuación muy simple: “sé ortodoxo, sé obediente al magisterio y tu parroquia, congregación o grupo crecerá como un vergel en medio del desierto”. No me lo creo.

Para evitar objeciones oportunistas diré que estoy convencido de que la verdad nos hará libres. No hay, a largo plazo, una propuesta sostenible separada de la verdad. Y la
verdad no es solo una conquista; es un don, un regalo de Dios. Un don que tiene un rostro muy concreto, el de Nuestro Señor Jesucristo. Pero la búsqueda de la verdad y su aceptación no resulta fácil, ni cómoda, ni proporciona ventajas a corto plazo.

El relativismo invade nuestras vidas: “Todo da igual”, podría ser el lema y el resumen de la filosofía del ambiente que respiramos. Todo es relativo, menos el relativismo. En el crepúsculo de nuestra civilización ese “todo da igual” se erige como último dogma incuestionable, como base de la libertad, de la tolerancia y de la democracia.

La recomposición del orden, el retorno a la búsqueda humilde de lo justo, de lo bueno, de lo verdadero, llevará mucho tiempo. Quizá haya que llegar hasta el final, hasta comprobar el resultado no querido de un supuesto progreso que, sin referencias, se convierte en absurdo.

Pienso que la Iglesia, siguiendo al papa, no ha de cansarse en la tarea de mantener despierta la sensibilidad ante la verdad. Y esa misión se cumple proponiendo la fe, evangelizando la inteligencia de las personas y curando la mayor enfermedad de las almas que no es otra que la ignorancia – aunque esa ignorancia pretenda presentarse como “docta” - .

Pero educar y enseñar no es un empeño que se consiga de hoy para mañana. ¿Cuánto tiempo nos ha llevado aprender a leer, estudiar el catecismo o prepararnos para los múltiples exámenes que, al final, permiten la concesión de un título académico? La prisa es una mala consejera. “El que resiste, vence”, decía Camilo José Cela.

No pretendo convertir a Cela en un “lugar teológico”, pero sí estoy convencido de que a la Iglesia le toca, en este tiempo, sembrar y esperar, sin dejarse seducir por el camelo de los éxitos inmediatos. No, no siempre lo correcto es bendecido por el logro mundano. Sin que sea lícito, por ello, desechar los éxitos. Si llegan, son consuelos que Dios nos manda y que hay que agradecer.

La auténtica apuesta es más de fondo y, como una carrera difícil, solo puede mantenerse si uno está convencido, como decía el papa, de que “Jesucristo, que es la plenitud de la verdad, atrae hacia sí el corazón de todo hombre, lo dilata y lo colma de alegría. En efecto, solo la verdad es capaz de invadir la mente y hacerla gozar en plenitud”.

Hagamos las cosas bien, no obstaculicemos el camino que lleva al hombre hasta Dios, pero no caigamos en la tentación fácil de quemar etapas, de identificar, sin mayor calibre, la verdad con el éxito. Aunque la verdad pueda y deba muchas veces, para sostener nuestra esperanza, estar acompañada del reconocimiento de las gentes.

Guillermo Juan Morado.

18 comentarios

  
rastri
Para evitar objeciones oportunistas diré que estoy convencido de que la verdad nos hará libres.
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-Yo no digo que la verdad no exista, la necesito. Pero como la verdad ni es ni está en este mundo; mientras el otro mundo llega: o se espera o se desespera.

Y aquí cada cual con su propia verdad, entre tantos de los que dicen poseer la verdad.

-Mi justo vivirá de fe, si se arredra le quitaré mi favor. Dice el Señor.
02/09/11 12:22 AM
  
Nerea
Hagamos las cosas bien, no obstaculicemos el camino que lleva al hombre hasta Dios
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Un santo rezaba a Dios diciendo, que no sea una piedra de tropiezo para que los demás te encuentren Señor.

Y un Santo Padre confesor decía:
Las satisfacciones rápidas a corto plazo malo, muy malo, hay que saber esperar, una semilla para dar fruto, espera ser plantada, regada, cuidada, cultivada, y un buen día da el fruto de la verdad y el amor

Pienso que la Iglesia, siguiendo al papa, no ha de cansarse en la tarea de mantener despierta la sensibilidad ante la verdad. Y esa misión se cumple proponiendo la fe, evangelizando la inteligencia de las personas y curando la mayor enfermedad de las almas que no es otra que la ignorancia
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Creo que el Padre con este post esta tocando nuestras inclinaciones al relativismo que la sociedad nos quiere imponer, que delicado e inteligente me parecen sus apreciaciones.

Un grand Merci Don Guillermo.
Bonne nuit
02/09/11 12:54 AM
  
Guillermo Juan Morado
Todos, pienso, estamos tentados por el relativismo. Pero debemos confiar.
02/09/11 12:57 AM
  
Gaby
En otras oportunidades he dicho que Dios no se mide con números. No es más exitoso un "grupo" que reúne cien jóvenes que otro que apenas junta tres. Hay más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por cien justos. (Lc 15, 10).

Así pues, que no se alegren los que hacen reuniones masivas ni se entristezcan los que no lo logran. Dios no hace "fans" en Facebook ni pretende superar a Justin Bieber. Dijo San Francisco algo como: No quiero números, quiero almas. Y eso quiere Dios.
02/09/11 1:17 AM
  
Guillermo Juan Morado
Si hay número, mejor. Si no lo hay, paciencia. Creo que me explico.
02/09/11 1:23 AM
  
Gregory
Jesucristo es la plenitud de la verdad, atrae hacia si el corazón de todo hombre, lo dilata y llena de alegría esto no es un slogan sino un anuncio un mensaje a campartir que nos invita al encuentro con Jesucristo mismo, es desde ese encuentro donde se funda el camino de la vida cristiana. El ser atentos al Magisterio y vivir en una sana ortodoxia nos brinda el apartarnos del relativismo. De la misma forma es una ecuación falsa decir: no importa no le hagas caso a lo que enseña la Iglesia solo cree en Jesús.
02/09/11 1:24 AM
  
Norberto
Pero educar y enseñar no es un empeño que se consiga de hoy para mañana.

Lo importante, a mi entender, es la recuperación de la condición educadora de la Iglesia, que los agentes de pastoral, ora seglares, ora clérigos, enseñen, no solo compartan, participen, abran el abanico, etc...esto está muy bien se hace sobre un buen cimiento: la doctrina de la Iglesia, bien expresada - sin recortes - y bien explicada - sin engolamientos, ni cursiladas - v.g. como hace Vd. y hace el Papa.
02/09/11 7:29 AM
  
Yolanda
En el crepúsculo de nuestra civilización ese “todo da igual” se erige como último dogma incuestionable, como base de la libertad, de la tolerancia y de la democracia.

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Justamente porque estamos viviendo el crepusculo de una civilización. Tan es así, que cuando ese "todo da igual" se hace insoportable en algún momento crítico de la vida, en el que inevitablemente toca comprometerse por más que se quisiera huir del compromido, se puede llegar a una inversión tal de valores que conduzca a a que matar a tu madre de hambre y sed llegue a con siderarse un acto meritorio de virtud personal y cívica.
02/09/11 8:12 AM
  
El pescador
Una vez oí que somos sembradores, no cosecheros.
02/09/11 10:33 AM
  
Eduardo Jariod
Magnífico post que suscribo punto por punto. Nuevamente, muchas gracias por estas palabras, D. Guillermo. Con posts como éste se me hace claro por qué sigo acudiendo a su blog: para mitigar un poco la soledad y la sensación de hastío e incluso asco.

Por mi trabajo veo hasta qué punto de confusión está sumida la gente. Es verdaderamente desolador. La mejor intervención psicólogica sólo puede dar recursos yoicos, o psíquicos si prefieren, para afrontar el dolor, sobrellevarlo y superarlo cuando las causas son conocidas y revividas. Ahora bien esto sigue siendo insuficiente cuando la persona no se plantea de algún modo el problema del sentido de su vida y no cuenta con referentes morales de una mínima solidez. En cierta ocasión un paciente me dijo como si nada que había donado su semen para que una pareja amiga de lesbianas pudieran tener un hijo. Y era un chico que por otra parte sentía deseos de tener una relación estable con una mujer para formar una familia. ¿Es posible sacar de ese marasmo interpretando sólo envidias, conflictos emocionales, reconstituyendo la capacidad de desear sin dar a ésta una cierta dirección...?

En fin, perdonen la digresión. Magnífico post, Padre.
02/09/11 1:54 PM
  
Fredense
Magnífico post, sí señor.
02/09/11 2:50 PM
  
luis
Cuando el Vicario del Opus Dei en la Argentina escribe en el diario de mayor circulación de ese país que "queremos gritar con fuerza lo mismo que hace tantos años, LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD", está todo dicho.
El éxito a cualquier costo, incluso tirando al cesto mártires y principios. La religión del éxito y la complacencia con el mundo neoliberal contra la religión del esfuerzo y del fracaso humano.
02/09/11 4:01 PM
  
Yolanda

http://revistaecclesia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=6018&Itemid=78
02/09/11 5:05 PM
  
Eduardo Jariod
Ni el éxito supone la verdad de aquello que lo ha producido, ni la verdad implica, y menos aún garantiza, éxito alguno. Igualmente, el fracaso no significa de forma necesaria ausencia de verdad.

En este mundo, todos de un modo u otro, consciente o menos conscientemente, portamos en nuestro interior un anhelo de comunión, de aceptación y, en definitiva, de amor, que un mundo como el que vivimos apenas puede satisfacer más que de un modo muy fragmentario. La frustración esencial, muy profunda, que supone la imposibilidad de dar cauce a esos anhelos, siquiera de expresarlos, conduce a todo tipo de desvaríos, errores y, como se decía en otros tiempos, perdición.

Es cierto que muchas de estas situaciones son provocadas por condiciones subjetivas, propias de una determinada historia personal: padres con marcados rasgos psicopatológicos, vínculos afectivos bizarros y dañinos sostenidos durante décadas, etc. Pero hoy es el momento en que las psicopatologías, en su estricto sentido etimológico, es decir, las enfermedades del alma, no proceden sólo ni siquiera principalmente de aquellas condiciones subjetivas, como en tiempos de Freud por ejemplo, sino de las circunstancias objetivas de una sociedad enferma que ha perdido su sentido y todo referencia vital saludable.

El relativismo con su "todo (o nada) vale" se hace muy potente en muchos por su capacidad para dar cobertura "moral" a cualquier salida falsa a nuestro dolor. Nos está permitida ya la promiscuidad, la infidelidad, la homosexualidad, abortar, ser hombres o mujeres según nos sintamos, ser autónomos o autorreferentes en el terreno moral...; en definitiva, hacer con nuestro cuerpo y con nuestra alma lo que queramos. Y no pocas veces quien así piensa se dice católico o "buena" persona. Ni siquiera la ciencia conoce ni respeta ya ningún límite más que el puramente técnico.

Cuando tal estado de cosas es generalizado, luchar contra ello por cualquier vía, aun llevando a Cristo en el corazón, ya sea evangelizando, siendo un padre de familia (es decir, hombre y padre), un profesional que ejerce con integridad y dignidad su función, etc., está llamado a fracasar. Lo más que puede lograrse, dadas estas circunstancias, es crear un círculo necesariamente íntimo que resulte acogedor, evocador de la verdad que lo fundamenta, pero que apenas puede trascender el ámbito privado en un entorno paupérrimo de ella.
02/09/11 5:59 PM
  
Eduardo Jariod
Gracias, Yolanda, por la referencia de este otro magnífico artículo de D. Guillermo, abundando en el tema.
02/09/11 6:13 PM
  
Migcel Alimon
"No por ser grande te elegí; al contrario, eres el más pequeño de los pueblos; te elegí porque te amo...", dice Dios al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento y así expresa la paradoja fundamental de la historia de la salvación: ciertamente, Dios no cuenta con grandes números; el poder exterior no es el signo de su presencia.



Un antiguo proverbio reza: "Éxito no es un nombre de Dios". La nueva evangelización debe actuar como el grano de mostaza y no ha de pretender que surja inmediatamente el gran árbol. Nosotros vivimos con una excesiva seguridad por el gran árbol que ya existe o sentimos el afán de tener un árbol aún más grande, más vital. En cambio, debemos aceptar el misterio de que la Iglesia es al mismo tiempo un gran árbol y un granito. En la historia de la salvación siempre es simultáneamente Viernes santo y Domingo de Pascua.



No buscamos que se nos escuche a nosotros; no queremos aumentar el poder y la extensión de nuestras instituciones; lo que queremos es servir al bien de las personas y de la humanidad, dando espacio a Aquel que es la Vida.


Joseph Cardenal Ratzinger, Roma, 10/12/2000
03/09/11 1:06 AM
  
Beatriz
Leyendo algunas páginas de la red que tratan sobre la religión o, específicamente, sobre la Iglesia no dejo de sorprenderme. Para algunas personas, incluso para personas de buena fe y para católicos devotos, parece existir una especie de ecuación muy simple: “sé ortodoxo, sé obediente al magisterio y tu parroquia, congregación o grupo crecerá como un vergel en medio del desierto”. No me lo creo.
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Yo tampoco. La gracia es esa fuerza interior silenciosa y misteriosa que nos hace rezar, ir a misa, amar al prójimo, perdonar, ser obediente al magisterio, ser ortodoxo....

No es esfuerzo humano.

Si hay éxito, es una gracia, don, regalo. Si no hay éxito, es también una gracia. Dios sabe lo que hace y lo que más nos conviene.
03/09/11 3:38 AM
  
Mario
Cómo me ha gustado este artículo. Esa es la verdad, que Dios siembra y recoge cuando y donde quiere. Esperemos que no se olvide de nuestra Europa! De hecho la ultra-ortodoxia no es garantía de nada, porque en muchos sitios llaman ortodoxia a una comunión absoluta con el magisterio de la iglesia, pero sólo en lo nominal, en la adhesión a la letra, pero no al acto que pide la letra. O sea, lo de siempre, es mucho más fácil defender el magisterio de la iglesia que vivir lo que dice ese magisterio, seríamos todos santos.
06/09/11 9:05 AM

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