Cuidado con lo que se predica
He leído por ahí la noticia de que un feligrés que asistía a la misa dominical, molesto por la forma y por el fondo de lo que predicaba el sacerdote, lo increpó desde su banco: “Esto es una misa, no un mitin”.
No puedo juzgar sobre el caso en concreto porque yo no estaba en esa iglesia. Puede que tenga la razón el feligrés, puede que la tenga el sacerdote, que la tengan en parte los dos o, incluso, ninguno de ellos. Para los efectos de este post es lo de menos.
A mí me pasó una vez una cosa parecida. Había ido a celebrar la misa dominical a una antigua parroquia mía – en ese momento ya no era yo el párroco – y, mientras leía el evangelio del domingo, un señor comenzó a protestar desde uno de los bancos del fondo del templo. El evangelio decía: “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio, y el que se casa con una repudiada por su marido comete adulterio” (Lc 16,18).
Algo desconcertado al oír los gritos de protesta, interrumpí la lectura y, cuando ya volvió a reinar el silencio, la continué. Solo al final de la proclamación del evangelio me permití observar, antes de iniciar la homilía: Un sacerdote tiene el derecho y el deber de leer en la misa el Evangelio de Jesucristo. Después de la celebración, pude enterarme de las razones concretas por las cuales aquel hombre se había sentido aludido.
El episodio me ha servido de lección. Cuando uno predica ha de procurar, creo yo, no herir. Ha de cuidar mucho la forma y las formas. Ha de hablar con la compasión de quien se sabe que es, o puede ser, peor que cualquiera. Con el afecto con que, si fuese el caso, un amigo corregiría a otro o un hijo a una madre.
Pero llega un momento en que la “politesse” encuentra un límite: la pura y desnuda verdad del Evangelio. Y la obligación, ardua y gozosa, de anunciarlo en toda su extensión, en toda su profundidad, en toda su sorprendente capacidad de desafío. Y esa tarea puede conducir, si las cosas se ponen mal, a un juzgado de guardia o incluso un poco más allá.
De todos modos, la prudencia no ha de estar reñida con la ciencia. Preparar el texto de la predicación por escrito, revisar cómo se dicen las cosas, entrecomillar las citas de las fuentes normativas de la fe – la Biblia, los documentos del magisterio de la Iglesia, los escritos de los Padres – supone, a la vez, una garantía de la autenticidad de la enseñanza y una posible defensa (y no solo ante los tribunales civiles) en muchos de los casos.
En un Estado que respete la libertad de culto y la libertad religiosa, el juez lo tendrá, supongo, un poquito más difícil a la hora de procesar a un sacerdote si este se ha limitado a haber leído un párrafo del “Catecismo de la Iglesia Católica” o de una encíclica, incluso en el supuesto de que esa lectura pareciese chocar, a los ojos de un feligrés más o menos instruido, con los llamados “derechos constitucionales”.
Todo lo que vaya más allá – excesos verbales innecesarios y, tal vez, contraproducentes – ha ser en principio evitado. Más que nada por no ponérselo fácil a eventuales enemigos. A este paso, tendremos que predicar grabando en vídeo la homilía y una vez que hayamos pasado la censura previa de los asesores legales.
Guillermo Juan Morado.
31 comentarios
Más de una vez yo me he dado el parón a media homilía, pero no por la doctrina católica, sino cuando empiezan a dudar de la Inmaculada Concepción, cuando dicen que todo mundo es salvo, no importando la religión, cuando comienzan a tocar su batucada, congas, timbales y tambores. Anne Rice, la que escribió "Entrevista con el Vampiro", se convirtió a la Iglesia Católica, pero hace poco la dejó, porque como su hijo es gay y la Iglesia no acepta ése estilo de vida, dijo que éramos intolerantes.
No se puede quedar bien con Dios y con el diablo y los pastores tienen el santo deber de poner los puntos sobre las íes, así como los padres cristianos tenemos que decir la verdadera verdad a nuestros hijos, no consintiéndolos. Saludos, padre.
Decía San Pedro: "Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto..."
¿Puede traer consecuencias indeseables?
Sí. Ahí tenemos el ejemplo de San Juan Bautista. Él también dijo cosas que no gustaron al poder establecido. Pero eran ciertas.
Pero la vocación de martirio ha de ser si no cabe, sin traición, otros medios...
Vamos, ya se ve que yo no soy San Juan Bautista.
Pretendo dos cosas con el post: Animar a decirlo todo y, a la vez, a decirlo con prudencia.
Creo que me explico.
GJM. Sí, claro. Puede ser insufrible. Lo comprendo.
GJM. Ya, pero nadie nos manda ser Jeremías. Nos basta con predicar el Evangelio completo. Y si se puede hacer sin más complicaciones que las imprescindibles, mejor.
Biblia, Tradición, Magisterio, catecismo, encíclicas, doctores, teólogos, santos...
Esto es inatacable, pues entonces el juez estaría atacando directamente a la libertad de religión.
GJM. ESo es lo que yo creo, Jordi. Me ha interpretado usted muy bien.
_________________
..que basta con uno, LF. Ya hay un laico haciéndolo por todo el mundo mundial via internet y con ese basta.
:)
El Señor tuvo que liar un látigo y en un arranque de cólera divina, expulsó a los mercaderes del templo. Y en un sermón (que entre nos se sigue llamando sermón), el sacerdote comenzó: "Muchos de nosotros acabaremos ardiendo en el Infierno".
Wow! Hasta algunos pocos que dormitaban despertaron. Saludos, páter.
GJM. Estimado amigo: Yo no he cambiado ninguna ponencia. No me convierta usted en un héroe, porque no lo soy. Espero no negar a Nuestro Señor, pero no me pida más heroicidades... Gracias, en todo caso.
No pocas veces (¡ay!) me he sentido aludida por el Evangelio, pero siempre he sentido el golpe atemperado por el infinito amor que Cristo nos tiene a los pecadores.
Sí, duele cuando le dicen a una las cosas claras. Pero hay que decirlas, por amor. El error, me parece, es cuando se usa la Escritura para atacar al hombre y no al pecado del hombre. Error muy común entre los hermanos separados, pero cada día (lamentablemente) más común entre los que se dicen católicos.
-En estos menesteres siempre:-Al pan, pan y al vino vino. Que si no, no hay consagración que valga.
Más que protestar o salirnos de la Santa Misa (el Sacerdote, por muy cerril, fanático o sencillamente cortito que sea, durante la Santa Misa representa a Cristo), lo que procedería es manifestar al término de ella nuestra protesta al Obispo correspondiente. Aunque claro, con algunos Obispos que hubo por allí, ya podría esperarse a que las ranas bailasen flamenco para que se tomasen medidas...
Fue Juan Pablo II quien al mundo entero dirigió un mensaje hablando de "Holocausto" al referirse al aborto. Así que eso es lo que hay. A quien no le guste, es su problema.
Llevamos ya más de un millón de bebés triturados y la pregunta retórica de si vamos a llegar a 6 millones también es mmuy adecuada.
Si los nazis permitían esos crematorios y nosotros permitimos los nuestros, está muy bien que un sacerdote hable como habló ese sacerdote. Ojalá hubiese muchos más valientes, que al final de eso va el tema, de arrojo ante los poderosos de este mundo.
Lo que hacemos es genocidio, holocausto, matanza infame y todo calificativo se queda corto. El gobierno es directamente responsable porque lo certifica como "derecho".
En verdad Padre yo creo que lo que se necesita es más predicación de ese tipo para despertar a un pueblo que camina derecho a la paganización absoluta de la moral.
Si San Juanes bautistas con ánimo de martirio predican al pueblo, y éste no escucha, y los herodes de turno encima le cortan la cabeza a los bautistas por denunciarles, nosotros debemos defenderles y animarles y nunca sugerir que se callen por miedo al martirio.
Esa es mi opinión.
Dios le bendiga Padre.
A fin de cuentas lo que el sacerdote decía, no es más que doctrina de la Iglesia. Si ese señor se siente ofendido, muy católico no debe ser. Mitines si he oido yo en la Iglesia, y no hablaban precisamente de respeto a la vida.
Lo que dice Luis Lopez,es cierto. Recuerdo haber salido a escape de la Iglesia de San Jose en Cádiz,(no había hecho ni la comunión).Iba con mi abuela; que mitin estaría dando el buen hombre para que no pudiera quedarse hasta el final.
Tendríamos que ver en cada caso dónde recae la responsabilidad de los grandes desencuentros y de las grandes asunciones. Pero es evidente que el sentido común dicta la norma de lo que debe ser adecuado a la forma, y la verdad a lo que hace al contenido, en cuanto a homilías se refiere, claro. No pocas veces el sentido común dicta que hay que ser contundente en las formas; otras, en cambio, el mensaje penetrará mejor si la exposición es equilibrada. Pero en ningún caso puede renunciarse a la verdad de los contenidos del mensaje evangélico por mucho que escuezan.
[...]
Un saludo, Llanos.
GJM. Lo siento, Amfortas, pero esos gritos, no. SPH.
En todo caso, no creo que sea especialmente necesario que los pastores hagan retumbar los templos con sus predicaciones. Todo dependerá. Como señala Eduardo, "no pocas veces el sentido común dicta que hay que ser contundente en las formas; otras, en cambio, el mensaje penetrará mejor si la exposición es equilibrada"
Un mensaje se interpreta de acuerdo con claves de las que dispone el receptor, y no siempre son compartidas por el emisor. Uno cree estar diciendo A, y el receptpor entiende B.
Los buenos predicadores son buenos comunicadores porque se hacen entender. De nada sirve predicar la verdad si lo que le llega al receptor es ruido y distorsión debido a unas "formas" que no son las que el receptor sabe entender.
Creo que la opinión del padre Guillermo es muy sensata, basta el Evangelio y los textos doctrinales para ceñirse sin que se acuse de politica.
Por otra parte todo es política, la organización social, la educación, las normas sociales, etc. De manera que si uno alude en el púlpito a que la corrupción es un pecado, igual le gritan que está haciendo política. En fín.
Es una vergüenza lo que hizo ese hombre. De hecho le expulsaron el resto de fieles con toda razón.
Páter, yo creo que a estas alturas, cuando uno predica lo que ha de procurar fundamentalmente es ser muy fiel a lo que quiere enseñar, asegurarse de transmitir el mensaje de forma meridianamente clara, sin ambigüedad calculada. Creo que quien predica ha de cuidarse, ante todo, de la responsabilidad que contrae con su predicación y que la misma no sea pie de escándalo por acomodaticia, ambigua o forzadamente olvidadiza.
A nadie se le puede exigir el martirio, pero eso no justifica una predicación mediatizada y tibia, especialmente en tiempos de confusión. Mejor es retirarse entonces que contribuir a aumentarla. Hoy, el poder político está empeñado en inventar una nueva religión, la religión del César, pervirtiendo el orden moral y convirtiendo los pecados en derechos. Prácticamente, cualquier referencia a los mandamientos de la Ley de Dios atenta contra algún “derecho constitucional” y puede tomarse como una injerencia política por todo aquél que subordine las cosas de Dios a las del César, la Fe a la ideología partidista.
“Preparar el texto de la predicación por escrito, revisar cómo se dicen las cosas, entrecomillar las citas de las fuentes normativas de la fe – la Biblia, los documentos del magisterio de la Iglesia, los escritos de los Padres – supone, a la vez, una garantía de la autenticidad de la enseñanza y una posible defensa (y no solo ante los tribunales civiles) en muchos de los casos.”
Es decir, que al predicador se le pueda aplicar una eximente por obediencia debida... que yo no he dicho eso, que quien lo dice es la Biblia, los Padres,... Esto sólo conduce a la triple negación de Pedro cuando ese tribunal, como las criadas del pontífice, le pregunte, ¿pero, entonces, usted no lo dice?.
GJM. Parece que el que tiene gusto por ejercer de tribunal es usted...
El pueblo de Dios está perdiendo la conciencia de la gravedad del aborto, como ya la perdiera del divorcio... Hay monjas benedictinas que salen de su convento y defienden en público el aborto como un derecho de la mujer, y no pasa nada; hay un sacerdote que reconoce públicamente haber pagado por dos abortos y su obispo realza su trabajo con “los marginados”, hay hospitales co-dirigidos por la Igleisia u organizaciones eclesiales en los que se practican abortos, ... y no pasa nada. ¿De verdad que la Iglesia cree que se trata de seres humanos? Más bien parece que hubiera aceptado la idea de la ex-ministra del aborto cuando dijo que eran seres vivos, pero no humanos...
Y dígame, Páter, ¿puede un cristiano dar su voto a un partido que promueve el aborto, el divorcio, la inseminación de una mujer sola con semen de donante anónimo y todos ellos como derechos inidviduales?
Saludos.
1. El pesamiento cristiano no se define por lo que "yo" diga. El pensamiento cristiano depende de la Escritura unida a la Tradición e interpretado por el magisterio de la Iglesia.
2. Cuanto más "personal", peor. Cuanto más "eclesial", mejor.
3. ¿Hay contradicción entre una cosa y otra? En absoluto.
4. ¿Se gana más "gritando" más y argumentando "menos"?
Cuanto más se argumente, mejor. Si "gritar" ayuda a argumentar, mejor.
Gritar por gritar, es de locos.
Y no leer lo que se puede argumentar y preferir sin más el grito... Dejo esta opción a criterio del lector.
Ya cansa "il ritornello".
Menos gritos y más razones, y más ayudas.
Lo demás, no a mí, que es lo de menos; pero, a otros quizá, más ayude.
Dejar un comentario