Una pena
Realmente, es penoso. Siempre hay quien cumpla el papel de “aguafiestas”, de la “persona que turba cualquier diversión o regocijo”. A algunos cristianos, pretendidamente católicos incluso, la fiesta les repugna. Lo suyo son las caras largas, la queja por sistema, la amargura. El viernes santo, sin la más mínima expectativa del domingo de pascua, les encanta. Son así. No se les puede pedir más. A cada cual, lo suyo.
Ahora, a los amargados, les ha dado por arremeter contra el papa Juan Pablo II. Les da lo mismo. De lo que se trata es de estar “en contra”. En contra del papa, en contra del último concilio, en contra de la reforma litúrgica. De lo que se esté “en contra” es secundario. Lo básico es estar “en contra”.
Lo más curioso es que, con esa actitud, reivindiquen un “plus” de catolicidad. No lo merecen en absoluto. No cuela ya la disculpa. Por más razones que aporten, al final va a ser verdad que, contra el papa, no hay Iglesia. La disposición “anti-papa”, digan lo que digan, jamás han sido un sello en favor del catolicismo. Más bien, todo lo contrario.
No hay futuro para los “anti-papa”. Da igual que el papa sea San Pío X o el beato Juan Pablo II. Sin el papa, y contra el papa, no hay Iglesia.
¡Qué fácil lo ponen algunos a los que están cerca de la Iglesia! ¿Se oponen al papa? Ni lo duden, se oponen también a la Iglesia.
Guillermo Juan Morado.
44 comentarios
No hay otra, con el Papa o perdidos en el caos.
¡Qué pena, y qué terrible responsabilidad la de ellos!
Yo también opino lo mismo, pues veo como desfilan por diversos sitios (e incluso me visitan a menudo) personas que no saben otra cosa que hacer sino vivir en ese estado de amargura.
Aunque duela.
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A ver si es verdad.
Porque es verdad, además, que lo más curioso es que, con esa actitud, reivindiquen un “plus” de catolicidad. ¿Se le ocurriría a un progre de toda la vida esa sinietra pretensión? No, en verdad. Pues estos son aún menos católicos... eppur, se empeñan en ser "los fetén".
Tienen Vdes. un extraño "virus" que les contamina, en Infocatólica, en cuanto a no aceptar ciertas críticas bastante razonables.
Por vivir en tierras marcadas por el luteranismo, más de una vez me he planteado la pregunta de cómo pudo llegarse a una ruptura tan profunda, y a una deriva tan anticatólica, a partir de una discrepancia inicial sobre la compra de indulgencias, en la que tanto Lutero como sus más próximos se embarcaron por celo de la pureza de la Iglesia. Esta evolución me parecía algo único en su falta de racionalidad.
Pero ahora, el espectáculo al que estamos asistiendo últimamente en torno al beato Juan Pablo II por parte de los que se consideran más o menos como los «auténticos católicos», me está haciendo sospechar que aquello no se trató de algo único, sino que existe realmente un camino hacia fuera de la Iglesia que puede andarse una y otra vez, por uno u otro motivo. Empezando por cualquier tema que parece justo, y acabando por producir una extraña criatura. Y lo característico de ese camino es el odio creciente al papa, conforme se adentra uno en él.
Por eso creo que va a tener razón en lo que dice: No hay futuro para los “antipapa”.
Muchas gracias por el artículo, y un cordial saludo
Francisco Soler
Que haya que explicar eso... tiene su aquel.
GJM. Lo que usted quiera, pero no entiendo tampoco la tristeza de algunos por la beatificación del Papa Juan Pablo II. No puedo entenderla.
Además una beatificación supone el reconocimiento público y universal de la fidelidad plena que esa persona, en este caso el Papa Juan Pablo II, tuvo en su vida espiritual y social hacia Jesucristo y hacia la Iglesia.
Que se pueda discrepar de la idoneidad de una beatificación, a priori, a nivel de entelequia, parece permisible, cuando se entra a fondo en "la discrepancia", la cosa se complica.
1) ¿De qué se discrepa, del beatificando, del modus operandi, de qué?.
2) Los "discrepantes", cuyos argumentos he leído, exhiben como primera providencia que "no es acto infalible", ¡vaya, ponemos alto el listón y así la réplica es atenuable!. Infalible solo hay lo que hay, cuando lo hay y pronunciado por quien tiene la atribución para ello.
3) ¿Es esa, de verdad, la única objeción o hay más cartas en este juego?. Pues, a continuación salen los tópicos, frases hechas, lugares comunes y demás respecto al encuentro de Asís, asunto Legionarios, etc.¡Ah, lo de la infalibilidad era como burladero!.
4) Como no soy canonista, ni he intervenido en el proceso, ni tengo el expediente en mi poder, ni nada parecido, ¿cómo poner objeciones al proceso, nadie ha puesto objeciones, el modus operandi es correcto y conforme a Derecho.
5) Si la cosa va, entonces, porque excomulgó a Lefebvre y otras actuaciones, es decir, si de lo que se trata es de protestar porque JPII no se casó con nadie, porque no hizo favores a nadie, porque los intereses de estos o de aquellos no prevalecieron entonces empiezo a entender.
6) Sin perjuicio de los pronunciamientos canónicos pertinentes, el beato Karol Wojtyla ha sido providencial para la Iglesia Católica, un ejemplo para todos los que, de buen corazón, hemos tenido el regalo de vivir durante su Pontificado, nada fácil por cierto.
7) Lamento, por parte de quienes se entristecen con la beatificación, que se pierdan, caso de que quieran vivir el cristianismo en su integridad, el testimonio y la doctrina ejemplar de un testigo de Dios, un grande de verdad.
GJM. Más adelante, quizá.
Si en verdad conociéramos a estos opinadores que revelan una ignorancia y un desprecio casi absoluto a la realidad de la fe (mayor ignorancia y desprecio cuanta mayor es su pretendida formación académica), nos daríamos cuenta que su problema es otro. En efecto, lo esencial es "estar en contra"; la excusa es lo de menos, el disfraz con el que ocultan su herida que no deja de sangrar. Ante todo, se están pegando contra sí mismos, contra sus limitaciones que no aceptan, contra las de otros a los que quisieron y por la que quedaron defraudados... En fin, son pobre gente; pero como dijo Fromm también cabe incluso en los cuadros patológicos graves, el planteamiento moral: no sólo hay que ver lo que la enfermedad, el trastorno mental o el conflicto hace con el paciente, sino lo que éste hace con aquéllos. Y estos "hipercatólicos" de pacotilla se abandonan a sus carencias con una obscenidad que ciertamente es asquerosa, asco tanto mayor cuanto el objeto sobre el que recae sus miserias es más elevado y noble.
Cuídese, D. Guillermo, aunque sólo sea por higiene mental, y evite leer basura. Muchas gracias por la valentía de sus palabras.
Un abrazo.
Optimistas y pesimistas, tristes y alegres, todo un tema en el que usted ha incursionado otras veces, según recuerdo, con una visión un tanto invasiva, psicológico-moral. Difícil en un medio equívoco como internet.
La realidad óptima, por la que deberíamos alegramos todos, es invisible: la acción sobrenatural de la gracia. Cotidianamente muchas personas se convierten, se santifican, se salvan; el Señor está presente y operante en sus sacramentos. Pero es difícil que lo óptimo sobrenatural pueda ser noticia en un portal de información, o que se debata sobre el tema en un blog.
La alegría por la beatificación de Juan Pablo II, si es recta, dependerá primariamente de lo que el hecho en sí mismo significa para los católicos a la luz de la fe. Secundariamente, sobre todo en sus manifestaciones externas, puede variar según temperamentos, modos de ser, culturas, etc.
La ortodoxia y la ortopraxis permiten juzgar algunas opiniones y actitudes, pero también prevenir contra los excesos del entusiasmo, la publicidad y la superstición.
En fin, me parece que no deberíamos ser etnocéntricos al apreciar las manifestaciones del ánimo de otros.
Saludos.
Padre, adolece su artículo de la misma falta de seriedad que una editorial-basura anti-Iglesia del diario "Público".
Sé que es perfectamente capaz de entender las objeciones de los que nos oponemos a la beatificación de Juan Pablo II. El problema es que NO QUIERE ENTENDERLAS. Cuando alguien se hipoteca con el neo-catolicismo, cuesta mucho reconocer hasta sus defectos y contradicciones más evidentes.
Siempre tiene usted la opción de borrar mi comentario, como hizo en su último post. Es la táctica del avestruz, la postura típicamente neo-católico.
GJM. Qué gusto por inventar palabras: "neocatólico". En fin... Se define usted mismo. No hace falta que yo comente nada.
Enseña Santo Tomás que, así como no es pecado alegrarse por las consecuencias de un pecado, tampoco es pecado entristecerse por las consecuencias nocivas de un acto bueno o con las circunstancias que rodean ese acto bueno. No cualquier exaltación de la personalidad es bueno: si una beatificación es entendida del modo que el mundo hace apoteosis de sus líderes seculares, todo católico deplorará tal comprensión de la beatificación. Si la beatificaciòn es usada como argumento para debilitar la fe en la Iglesia, todo católico deplorará tal consecuencia. Si la beatificación, sin explicación alguna ni responsable alguno que pueda decir: el Papa se equivocó en tal grave caso porque lo engañaron sus colaboradores, sirve para alegar que la Iglesia no se hace responsable o que poco le importa no escandalizar a las víctimas, todo católico debe deplorar tal nociva conclusión.
En ese sentido, me parece deshonesto de parte del articulista confundir los términos. En primer lugar, sacar a relucir el amor a los Papas. Muchos de los que no nos alegramos por la beatificación de Juan Pablo II nos alegrarìamos por la beatificación de mas de una docena de Papas, a cuya memoria profesamos gran veneración y que no se nos ocurre imponer a la Iglesia universal como santos súbitos. Eso no nos hace más o menos adictos al Papado. Tampoco hace antipapista a un católico que se opone a la beatificación de Pìo XII hasta tanto no se aclaren perfectamente todas las circunstancias de su pontificado, para evitar escándalo y estrèpito que pueda dañar a la Iglesia. Entonces, seamos honestos y no nos recubramos en la dalmática pontificia para exudar odios o juicios temerarios, como hace el comentarista Jariod: porque amamos el Papado es que queremos que estè a cubierto de toda duda o sospecha. Porque amamos el Papado no nos convence que la canonización de un Papa, hecha por el mismo ministerio que la desempeñó, se haga en tiempo record y sin aclarar pùblicamente las dudas suscitadas.
Me ofende particularmente el uso de la acusación de oponerse al papado, porque entraña una manera desviada y anticatólica de concebir la institución, como si amor al papado implicara suscribir sin más no sólo todos los actos de un pontificado y abstenerse de toda crítica histórica, sino también la obligatoriedad de profesar adhesión a los modos, estilos, prácticas del hombre que desempeñó el papado. Como si el amor al Papado consistiera en ocultar que San Pío V cometió el error monumental de deponer a Isabel I, y que San Pìo X confió la persecución de los modernistas a gente indigna. Y estoy citando ejemplos de los dos últimos papas santos, me excuso de citar ejemplos de verdaderas depravaciones, crímenes y errores garrafales de otros pontificados.
En todo la Historia de la Iglesia no ha habido más que un escritor católico al que un Papa, el gran Benedicto XV, dedicara una encíclica. Este escritor, sin escrúpulo alguno, colocó en el Infierno a varios Papas, a los que hace declarar que esperan al reinante.
Pues bien, este escritor, fue proclamado, hace menos de un siglo, en dicho documento papal, como plenamente catolico, culminando con esta declaración: "Dante es nuestro".
El Papa no necesita aduladores, el Papado no es como los principados de este mundo. La propaganda, el manejo de las emociones, el culto a la personalidad, el manejo de multitudes a consigna, son una contaminación del triunfalismo del siglo. Es tan contaminante que un Papa salga al balcón vestido de emperador romano, como hizo Bonifacio VIII, que un Papa sea presentado como una rock star o como Lady Di.
Como he dicho, la santidad de Juan Pablo no está en escaparse a hacer esquí los martes, la santidad de Juan Pablo no está en las turbias negociaciones con USA, ni en el manejo del Ambrosiano, ni en el error monumental de Marcial Maciel, ni en la erradísima política de ocultamiento de la pederastia clerical. La santidad está probablemente en su heroica vejez, en su impotencia, en su muerte. De esto me alegro, y esto celebro. No puedo celebrar lo que celebra el siglo, no puedo celebrar el triunfalismo barato, no puedo celebrar la mediatización, la propaganda, la idiotizaciòn de las masas. No puedo alegrarme de que las técnicas de propaganda sean las mismas, se trate de Franco, Mussolini, Stalin u Obama. No, no me alegro.
Saludos.
GJM. Bueno, es muy libre de no alegrarse de lo que no quiere alegrarse. Yo, sin embargo, considero muy humano y muy cristiano alegrarse por esta beatificación. Y manifestarlo públicamente, como ha hecho la inmensa mayoría de los fieles, sin ningún complejo de culpa. La alegría, la fiesta, tiene este carácter espontáneo, que no hay por qué reprimir.
Un santo no es un modelo de vida en TODOS los ámbitos. Un santo es humano hasta el último aliento, humano ergo pecador. Sus virtudes heróicas son un eejmeplo y modelo; sus pecados, obviamente no.
En la amargura con que se vive esta beatificación coinciden los ultraprogres y los ultranosequé que se dicen católicos de verdad.
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Ay, Dios mío, ¿con qué se ha hipoctecado usted?
Yo lo estoy con el banco se Santander, por mucho tiempo, pero usted ha escogido una hipoteca rarísima...
Desde un principio estuve en contra de la persecución a granel de esos farisaicos consumados que les ha dado por reunirse en el blog del aprendiz de plañideras. (ahora tienen una voce, como dirían ellos, en el Vaticano.
Y es que como bien dice José Miguel Arráiz “... no saben otra cosa que hacer sino vivir en estado de amargura.” ¡Dios nos libre del Mal! Y a todos nos de La Paz con una nueva infusión del Espíritu Santo que es quien UNO nos puede hacer..
Sinceramente, veo peor la actitud de determinados grupos mediáticos, sobre todo afines a la derecha pagana, que han mostrado un inusitado entusiasmo con esta beatificación por oportunismo ideológico cuando día sí y día también manifiestan, en términos generales, la misma agresividad hacia Cristo y su Iglesia que la izquierda mediática y política.
GJM. Yo no he "excomulgado" a nadie: Sí he manifestado, con toda claridad, el sinsentido que, a mi juicio, supone no compartir la alegría de la inmensa mayoría del pueblo cristiano por la beatificación del papa Juan Pablo II. Ya sabemos que no se beatifica un pontificado, sino a una persona. Del pontificado, se ocupará la historia.
"Culmine verso cui tende l'azione della Chiesa e insieme fonte da cui promana la sua virtù (cfr Sacrosanctum Concilium, 10), la Liturgia con il suo universo celebrativo diventa così la grande educatrice al primato della fede e della grazia. La Liturgia, teste privilegiato della Tradizione vivente della Chiesa, fedele al suo nativo compito di rivelare e rendere presente nell'hodie delle vicende umane l'opus Redemptionis, vive di un corretto e costante rapporto tra sana traditio e legitima progressio, lucidamente esplicitato dalla Costituzione conciliare al n. 23. Con questi due termini, i Padri conciliari hanno voluto consegnare il loro programma di riforma, in equilibrio con la grande tradizione liturgica del passato e il futuro. Non poche volte si contrappone in modo maldestro tradizione e progresso. In realtà, i due concetti si integrano: la tradizione è una realtà viva, include perciò in se stessa il principio dello sviluppo, del progresso. Come a dire che il fiume della tradizione porta in sé anche la sua sorgente e tende verso la foce".
UDIENZA AI PARTECIPANTI AL CONVEGNO PROMOSSO DAL PONTIFICIO ISTITUTO LITURGICO SANT’ANSELMO, NEL 50° ANNIVERSARIO DI FONDAZIONE , 06.05.2011
En palabras del teólogo dominico, Melchor Cano, "Pedro no tiene ninguna necesidad de nuestras mentiras o adulaciones. Los que ciegamente defienden cada decisión del Supremo Pontifice son precisamente los que más hacen para socavar la autoridad de la Santa Sede."
GJM. No creo que usted corra ese riesgo! Se ve que se empeña a fondo en sostener el pontificado! Y supongo que una beatificación es algo diferente a una mentira o una adulación.
Es por esa razón que le pedimos a Dios todos los días por el Papa, para que la Iglesia, guiada por Pedro, encuentre el camino. Y por esa razón del hombre que ocupa la cátedra de San Pedro queremos mucho más que fiestas, encuentros multitudinarios, abrazos, emociones fuertes y palabras edulcoradas.
GJM. Así me gusta! No obstante, hay amores que matan. Y no sé por qué motivo los católicos no pueden celebrar una fiesta o emcontrarse con otros católicos... Aunque a ciertos "aristócratas" no les guste.
Yo pocas veces he visto crítica más feroz a la reforma pauliniano-bugniniana de la liturgia que la de la alocución citada por Usted de Benedicto. Claro que lo hace con un modito acaramelado que se tragan cualquier pìldora...
En particular esto:
"La liturgia de la Iglesia va más allá de la misma 'reforma conciliar', cuyo objetivo, de hecho, no era principalmente cambiar los ritos y los textos, sino más bien renovar la mentalidad y poner en el centro de la vida cristiana y de la pastoral la celebración del misterio pascual de Cristo. Por desgracia, tal vez, la liturgia ha sido acogida -también por nosotros pastores y expertos-, más como un objeto para reformar que no como un sujeto capaz de renovar la vida cristiana"
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Es verdad, excelente discurso de Benedicto XVI.
Desde luego, también debemos entender que la tradición como realidad viva que incluye en sí misma el principio del desarrollo, del progreso, no incluyelos abusos litúrgicos que hemos padecido y que Roma intenta corregir.
De lo contrario entramos en la peligrosa dinámica del doble-lenguaje/doble-pensar. Me parece.
En mi caso, por ejemplo (y que conste que yo no pude asistir a la beatificación, aunque me hubiera gustado), podría ser la «Evangelium vitae», o la agudeza con la que supo analizar la lucha entre la «cultura de la muerte» y la «cultura de la vida» como conceptos claves para entender el choque espiritual en el que estamos inmersos en occidente; o el haberse apoyado teológicamente en Ratzinger; o «Fides et Ratio»; o el haber sido capaz de no ceder a la enorme presión de los que querían ver a la Iglesia Católica recorriendo los mismos pasos que han acabado con el protestantismo europeo; o el testimonio de su trabajo permanente por anunciar a Cristo por todo el mundo; o el testimonio de cómo afrontó su enfermedad final, consumiéndose hasta el último momento en servicio a Cristo y su Iglesia; o esto, o lo otro. O, simplemente, el buen olor de Cristo que desprendía.
En otros casos, habrán sido otras razones.
Pero, por lo visto, todo eso no cuenta. Hay que buscar y rebuscar los errores que cometió, y subrayarlos al máximo. A fin de cuentas, no fue Dios, y se puede demostrar.
Y hay que pasar de puntillas sobre todo lo bueno que hizo, y que ha dado lugar a la fiesta del pasado domingo. Por que he leído estos días, entiendo que en eso consiste el ser católico: en convertirse en fiscal escrupuloso de los papas, y no pasarles una, por mucho de bueno que hayan hecho, tomando las cosas en conjunto.
Lo dicho: muy buen artículo D. Guillermo.
Saludos cordiales
Dicen amar el papado éstos... ¿Sabrán lo que es amar?
"...nella piena fedeltà alla ricca e preziosa tradizione liturgica e alla riforma voluta dal Concilio Vaticano II, secondo le linee maestre della Sacrosanctum Concilium e dei pronunciamenti del Magistero."
Eso es: en la plena fidelidad a la rica y preciosa tradición litúrgica y a la reforma querida por el Concilio Vaticano II según las líneas maestras del Sacrosanto Concilio y los pronunciamientos del Magisterio.
Pronunciamientos del Magisterio, lo hemos dicho muchas veces, debidos a lo mal que tantos entendieron y aplicaron el Concilio.
El espíritu híper-crítico, la acidez permanente, la falta de respeto con la que algunos se refieren al papa, la escasa empatía con el pueblo de Dios que manifiesta de manera espontánea y sencilla su alegría, la dificultad para alabar lo bueno, la obsesión por hacer de "suegras"... no son, a mi modo de ver, virtudes cristianas.
Eso es verdad, pero también hay otros contextos. Imagínese los profetas de Israel haciendo fiesta y alabando lo bueno ante el descarrilamiento idolátrico y adúltero de Israel.
Obviamente no quiero ni por asomo asimilar esta imagen a la Beatificación del Papa Juan Pablo II y la alegría, buena, que suscita en los católicos. Lo que sí es cierto es que puede haber una medida grande en que estas manifestaciones sean fruto no de una vívida reflexión sino del mediatismo que enternece un ratito y luego se olvida.
En este sentido los "filoesos" se plantan un poco erasmistas, creo yo, cuando tocan el extremo hacia una devotio moderna que excluye la piedad popular en las formas que no gustan; pero también tiene parte de reflexión verídica en el día a día de lo que es el escaso cumplimiento de la mayoría de bautizados...
A lo más que yo puedo aspirar honestamente es a una sensación siempre agridulce cuando en lo que a estas cosas respecta (beatificaciones express, JMJs, etc.). Dulce porque a Juan Pablo II le debo mi conversión, dulce porque Benedicto XVI es un pontífice entrañable y valioso, pero agrio porque no tapa el sol con un dedo...
Y dentro de lo más nuevo incluyo a los católicos piadosos, apegados a la Iglesia, muy poco beligerantes, pero que en su fuero interno y entre dientes dicen sobre Benedicto XVI: "No me cae bien este Papa" y lo comparan desfavorablemente con el nuevo beato.
Y sí, es cierto que Benedicto XVI no es beato (aún), pero es tan Papa como Juan Pablo II lo fue en vida, le debemos tanta obediencia, respeto y "simpatía" como al otro.
Por allí empiezan los cismas. Porque "este cura me cae mal y aquél otro me aburre". Y nadie se da cuenta que todos, cada quien a su modo, servimos al mismo Cristo, el mismo presente en cada Eucaristía, en cada pedacito de pan y en cada gotita de vino.
Y comparado con esa gotita de vino que se queda pegada en el purificador, ¿qué somos nosotros, para decir "este me gusta y aquél otro no"?
GJM. No estoy de acuerdo. Creo que el pueblo cristiano también quiere a Benedicto XVI. La adhesión es al papa, pero el papa no es un ente abstracto: Hay una persona concreta que desempeña ese ministerio.
My goodness, qué manía con la fábrica de papas santos... Esto ya es enfermizo.
GJM. Luis, reconozca que estaría encantado, usted, recitando a diario una letanía de papas santos!
Antes, cuando Juan Pablo II vivía, sólo los "progres" le criticaban. Pero, una vez fallecido y estando cercana su beatificación, ha surgido toda una caterva de miserables, dedicados a ponerle a parir de la manera más brutal y aberrante; y encima se creen más y mejores católicos que los que somos fieles de corazón a la Santa Sede, también tras el Concilio Vaticano II, efectivamente. Toda esa gente, ¿Dónde estaba cuando Juan Pablo II vivía? Además de blasfemos, son unos cobardes.
Beato Juan Pablo II, ruega por nosotros.
Esa es la expresión que me salió de dentro cuando me enteré del fallecimiento del Beato Juan Pablo II,y me sorprendió que, sin ponerme de acuerdo con nadie, ese apelativo de "el Grande" se lo estaban dando también otras muchas personas, y que es una apreciación común de mucha gente.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
GJM. Usted sabe de sobra que se beatifica a una persona, que sí, que fue papa. Pero no es beato por haber sido papa, sino por haber sido un cristiano ejemplar. En la línea que usted apunta, nadie con graves responsabilidades podría ser beatificado o canonizado nunca. La Iglesia - y el sensus fidelium - es más misericordiosa.
Adhiero a todo lo escrito aquí por usted, en especial, sobre la resentida actitud de algunos pocos apóstoles posteadores aguafiestas. La enorme mayoría del pueblo católico venera al beato polaco y hay altísima estima hacia él, en gente que no es de Iglesia, pero que son también personas con sensibilidad hacia la grandeza.
Por último, creo que afirmar que la beatificación de Karol es producto de la mediatización, la propaganda, la idiotizaciòn de las masas, es vivir en la estratosfera.
Aquí y ahora, está claro que una de las figuras más atacadas por los mass media lo fue Juan Pablo II en todo su pontificado. No voy a enumerar los epítetos y slogans que colgaron sobre su acción pontificia; escribiría una enciclopedia.
Que hubo propaganda de Juan Pablo II, también, de pique es imposible, porque los medios no responden a la Iglesia. Propagan el mundo, viven de espaldas a la verdad.
Y las masas idiotizadas no son las que piden santo súbito. Son, por el contrario, aquellas que "compran" la cultura de la muerte, muy lejos de la verdad, muy lejos del maestro de la fe, el Beato Juan Pablo II.
Saludos de un cristiano juanpablista.
GJM. Usted sabrá a lo que juega.
Cuantos más libros leo acerca de Juan Pablo II Y de Karol Wojtyla, más admiración me produce y más convencida estoy de la condición de santo de este beato, que ante todo fue un Pastor. Importantísima su labor en defensa de la Vida y de la dignidad de la mujer. A propósito de esto último, muy interesante y emotivo es el libro "Las mujeres DE Karol Wojtyla", de Annalisa Borghese, repleto de citas de la "Carta a las mujeres" y de la "Mulieris dignitatem".
Sin duda, "el Papa de la ternura" es el Personaje del segundo milenio y el Referente del tercer milenio. ¡SANTO SUBITO!
Y eso pasa tanto a la izquierda como a la derecha.
No se le declara beato por su papado o por haber sido Papa sino por ser católico y por su servicio incondicional a Cristo y a su Iglesia, lo cual no le exime de haber sido, como todos, un humilde pecador necesitado de redención. En la vida terrenal no existe la perfección absoluta ni tan siquiera en los santos más ejemplares.
La cita de mi comentario anterior pertenece a "Sed de Dios", de Alessandra Borghese
Debemos saber discernir entre libertad de expresión y falta de respeto o mala educación.
http://www.farodevigo.es/cartas/2011/05/07/suegra-laicismo/542419.html
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