El alcance secular del lenguaje religioso
¿Tiene el lenguaje de la fe un sentido limitado al ámbito que le es más propio o puede ampliarse, el sentido, también al campo, digamos, “secular”? Yo creo que es posible esa ampliación, siempre y cuando “ampliación” no equivalga a “reducción”. Grandes conceptos teológicos están en la base del hablar común. Llamamos “centro penitenciario” a una cárcel; empleamos, en la misma constelación de significados, la expresión “redimir pena” y usamos, por señalar un último ejemplo, la palabra “persona”, una categoría que tiene su origen en el debate cristológico y trinitario y que ha pasado a ser una de las grandes aportaciones del cristianismo a la cultura universal.
El lenguaje nos permite acercarnos a la realidad, hacernos de algún modo cargo de ella. Los conceptos, que exceden las palabras, son una especie de puentes mediadores entre la realidad y nuestro entendimiento. La novedad de la revelación divina, que aporta algo que va más allá de las necesarias estructuras del universo – accesibles, en línea de principio al conocimiento físico o metafísico - , no desvirtúa la fuerza del lenguaje, sino que dota al lenguaje humano de un alcance mayor; lo convierte en una especie de “sacramento”, de símbolo, capaz de expresar – limitada, pero adecuadamente - lo divino.
Esta tarde me he encontrado con un amable artículo, escrito por Manuel Rodríguez – a quien no tengo el honor de conocer -, que intenta, sin negar el sentido teológico de los términos, ampliarlo al lenguaje secular y mostrar así, en cierto modo, la racionalidad interna – y externa, sobre todo externa - de la fe. Mi sorpresa ha sido grande porque el columnista toma como punto de partida un texto escrito por mí hace ya bastantes años titulado “Tres palabras en desuso: Purgatorio, sufragios, indulgencias”. Un texto – cosas de Internet – que él conoció a través de una página peruana que – supongo – lo habrá tomado del lugar en el que yo, en su día, lo publiqué.
Santo Tomás de Aquino – y el Concilio Vaticano I en su estela – indicaba que una de las vías para llegar a una cierta inteligencia de los misterios de la fe era la analogía con las realidades creadas. Por ejemplo, podemos recurrir para explicar la paternidad divina a la experiencia de la paternidad humana. Pero este criterio vale también “al revés”: Las realidades creadas, “seculares”, se entienden mejor si tenemos en cuenta el plus de sentido que la revelación proporciona al lenguaje humano.
Muchas gracias a D. Manuel Rodríguez por su aguda reflexión y por su referencia. Sin embargo, no nos engañemos, sin la raíz nutricia de la revelación las palabras - muchas de ellas, al menos - no sólo dejarán de ampliar su significado sino que corren el riesgo de perderlo por completo.
Guillermo Juan Morado.
24 comentarios
Es una buena idea en un mundo que desconoce incluso la raíz etimológica de ciertas palabras.
Qué curioso es internet.
Por cierto me ha encantado el artículo Don Guillermo, con que claridad expone estas palabras y su significado.
Cuando las palabras transmiten lo divino en forma sencilla... trascienden.
A mí que la "corrección política" me importa muy poquito, introduzco en la conversación temas sencillos de fe que no deberían avergonzarnos: "Hoy en la mañana cuando estaba rezando el Rosario...", "el domingo pasado en Misa el padre decía...", "la última vez que me fui a confesar..." "como decía San Francisco...". De esa manera, según yo, vamos poco a poco devolviéndole al mundo la fe de la que le hemos privado ya demasiado tiempo. ¿Se ofenden los ateos? En mi experiencia, no. Por el contrario, más de un converso ha salido de ver a esta humilde pecadora que da consejos empresariales con matices de fe. Y sin ninguna vergüenza.
Un saludo muy cordial.
Parafraseando a Castelar diré: No pertenezco al mundo de la Teología, pertenezco al mundo de la técnica y la educación. Por tal motivo uso a menudo el DRAE. Los temas de mi Web, a cuya visita les invito, los desarrollo a partir de lo que dicen los diccionarios.
Mis columnas en www.diariolatorre.es intentan aproximarse a cuestiones no usuales en un periódico digital. Toco temas diversos: de carácter religioso, cultural y lúdico, contra el aborto y las leyes que lo propician, de carácter educativo y objeción de conciencia y cómo no, al estar inmerso en la “polis”, he de tocar, alguna vez, cuestiones de carácter político y social.
Como Gaby puede comprobar, el lenguaje de la fe, al expresarlo en la lengua natural, es asimilable sin su menoscabo. Lo que ocurre es que, al que se declara “ateo” o “agnóstico”, no se le puede argumentar desde la fe sino desde la visión que acepta, esto es: la razón, que es compatible con la fe.
Nuevamente le agradezco su artículo origen de mi columna y sus comentarios. Un cordial saludo. MR.
GJM. Muchas gracias a usted. Un saludo.
Aunque la cuestión parezca baladí, sin embargo, sin el uso de un lenguaje que nos haga capaces de darnos a entender a "todos", el mensaje del Evangelio puede quedar "menoscabado" en algún sentido, por no haber puesto los medios suficientes para intentar transmitir de modo claro y comprensible la fe de la Iglesia al Pueblo entero de Dios, y por así decirlo, sin tener que "excluir" a nadie "necesariamente".
Ciertamente esta es una tarea ardua y difícil, la de "abajar" el lenguaje sin "rebajar" el mensaje.
¿Quién nos entiende hoy en las homilías? Problema serio que deberiamos tratar de solucionar, tal vez mediante el empleo de recursos didácticos o subsidios pastorales.
Ojalá salga pronto el "Directorio sobre la homilia" que pidieron expresamente los Padres en el sínodo sobre la Palabra de Dios celebrado en el año 2008. Quizás ahí encontremos parte de la solución a esta cuestión que es preciso abordar con rigor y seriedad, ya que está en "juego" la formación de nuestra gente y la propia "integridad" del mensaje que queremos transmitir fielmente según el sentir de la Iglesia.
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No es igual lo que en este post se trata.
Una homilía es para católicos, para creyentes. Una Misa no es una catequesis, a ver si queda claro ésto tras decenas de exhortaciones escritas por JPII y Benedicto. Parece como si el Papa hablara al vacío.
Para "directorio de homilías" ver lo que recomienda Benedicto sobre la liturgia de la palabra. Me parece que queda muy claro.
Las catequésis son antes de la Misa. Quizá, es que no se está formando a los fieles sobre el significado de la santa Misa, la cual es liturgia y Sacramento. Fuente de gracia, presencia real de nuestro Señor y no una amena reunión vecinal a la semana.
En cambio, lo que muy bien indica el Sr. M. Rodriguez ,y con el que concuerdo, es que, al que se declara “ateo” o “agnóstico”, no se le puede argumentar desde la fe sino desde la visión que acepta, esto es: la razón, que es compatible con la fe.
No es un fin o el objetivo, pero sí es un primer paso que ilumina ese incipiente diálogo desde la razón, porque, en efecto, la ley natural es accesible desde ella.
Catequesis y Homilía
Michael F. Hull
A comienzos del siglo XX, el Papa San Pío X se lamentaba del pobre estado de la catequesis entre los fieles en su encíclica Acerbo nimis (15 de abril de 1905). A finales del siglo XX, las cosas no habían mejorado pese a la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae (16 de octubre de 1979) del Papa Juan Pablo II. Ambos documentos papales hacen referencia a la importancia de la homilía y la catequesis (AN, números 12–14 y CT, número 48). Por otra parte, el Concilio Vaticano II acentúa la importancia de la homilía en la constitución dogmática Sacrosanctum concilium (número 52). Por su propia naturaleza, un conocimiento suficiente de las verdades de la religión entre los fieles y una adecuada elocuencia sagrada entre el clero no se pueden evaluar fácilmente desde un punto de vista teórico, aunque sea obvio que un exceso en ambos casos es imposible. No obstante, a nivel práctico, y a comienzos del tercer milenio de Cristianismo, sigue siendo más que evidente la abrumadora falta de ambos.
Pío X indica que las homilías y la catequesis no son lo mismo, puesto que la homilía está dirigida en general a los que ya están catequizados, mientras que la formación de la catequesis está orientada a aquellos que desconocen la fe, en particular a los niños (AN, número 12). Pero de hecho, DOMINGO TRAS DOMINGO muchos sacerdotes y obispos se dirigen a parroquias enteras que están, A TODOS LOS EFECTOS, SIN CATEQUIZAR. Del mismo modo, domingo tras domingo muchas parroquias escuchan a sacerdotes y obispos cuyas homilías están tan vacías de contenidos, incluso aunque el estilo sea muy bueno, de manera que parte del pueblo de Dios permanece sin una sólida formación sobre las verdades eternas.
Juan Pablo escribe: "Respetando la naturaleza específica y la cadencia específica del [entorno litúrgico], la homilía ha de retomar el recorrido de fe presentado por la catequesis y llevarlo hacia su cumplimiento natural. Al mismo tiempo, anima a los discípulos del Señor a comenzar desde cero cada día su viaje espiritual en la verdad, la adoración y la acción de gracias" (CT, número 48). En este párrafo, el Papa subraya el vínculo esencial que existe entre la catequesis y la homilía: La catequesis básica es el sustento para un posterior avanzar en la verdad, la adoración y la acción de gracias; y la homilía es fructífera ya que hace avanzar el camino de fe del creyente hacia la beatífica visión.
Sacrosanctum concilium enseña: "Se recomienda encarecidamente, como parte de la misma Liturgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana" (número 52). Los fieles tienes una necesidad imperiosa de una predicación desde el púlpito que enseñe sobre nuestra santa religión. Como parte de la sagrada liturgia, la homilía no es un momento de exégesis de novelas, narración de historias, psicología popular o una reflexión a la ligera. La homilía es un momento para la verdad y sus consecuencias; los hechos del Evangelio y los resultados de afirmarlo o negarlo. Más aún, el Concilio Vaticano II nos recuerda: "La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia" (Dei verbum, no. 10). Ahora más que nunca, los sacerdotes y los obispos están OBLIGADOS a EXPONER ese SAGRADO DEPÓSITO en sus homilías para CONSTRUIR y ELEVAR los débiles FUNDAMENTOS de la catequesis actual. Todo sacerdote y todo obispo ha de subir al púlpito con las palabras de San Pablo en la mente: "¡Ay de mi si no predico el Evangelio!" (1 Cor 9:16).
Fuente: http://www.clerus.org/clerus/dati/2003-12/15-13/07CCCSP.html
Marcos W dices que "no es igual lo que en este post se trata".
Ya lo se, simplemente quería enfocar el mismo desde otra perspectiva. En fin, no tenía la pretensión de debatir, sólo de abrir un interrogante y opinar.
Parece ser que, tras varios mensajes en anteriores meses, en este tema y este blog, no consigo explicarme acerca de la única misión y participación en una Eucaristía por parte de un sacerdote.
Te mostré, en el pasado, exhortaciones de Benedicto sobre la homilía y de JPII Parece ser que no las deseas recordar. Máxime cuando provienen de los Vicarios de Cristo.
Es una lástima porque, si no se tiene claro lo que significa la Santa Misa y cómo debe ser la naturaleza de una homilía, posiblemente se termina engrosando las largas listas de ministros que han desnaturalizado la Misa y,así, nos vemos hoy con el problema que, tanto Benedicto como su antecesor Juan Pablo II, han señalado y exhortado en decenas de ocasiones.
Lo primero de todo, antes de poner un texto del profesor Michael Hull, al cual conozco, deberías leerle al completo.
Porque, una cosa es que él haga notar que los fieles hoy en día, no tengan casi ningún tipo de formación; que van a Misa el domingo como único nexo con la Palabra de Dios, y otra cosa muy distinta es que, para paliar ese problema, se desnaturalice la Misa convirtiéndola en una catequésis de adultos.
Eso, jamás lo ha dicho Michael Hull
Te voy a traducir a Michael Hull, pero antes he decirte que un Sacramento o la liturgia de la palabra no se rebaja, se diluye, o se cambia porque el mundo esté secularizado. Te recomendaría que formases grupos de laícos en tu parroquia, en catequesis litúrgicas, antes de cambiar la praxis de una Misa, lo cual, con el debido respeto, no tienes ese derecho.
O sea, para intentar ser muy claro y a nivel comprensible: creatividades homiléticas no están admitidas para "hacerte ameno y que se transmita la palabra de Dios".
Benedicto ha sido muy claro en esto, la misión de la homilía no es el lucimiento del celebrante, ni ser ameno, ni creativo, sino conectar la Palabra a la Eucaristía como un todo y celebrar el Misterio. Fuente de gracia para nosotros.
El Sacerdote y la Liturgia. Prof. Michael Hull
"El sacerdote está íntima y únicamente configurado a Jesucristo, el sumo sacerdote por su ordenación. Como un alter Christus, es el sacerdote que santifica (munus sanctificandi), enseña (munus docendi), y gobierna (munus regendi) in persona Christi capitis.
La actualización de la función santificadora del sacerdote en la Mystici Corporis Christi es la celebración de los ritos, sobre todo en la Sagrada Eucaristía y el resto de los sacramentos.
De hecho, en toda su adoración pública de Dios, uno y trino, la mediación y el ministerio del sacerdote son esenciales. La Iglesia adoptó y adaptó el término "liturgia" del griego clásico ampliamente atestiguado en la Septuaginta, del Nuevo Testamento y los escritos patrísticos, para describir a este culto público "a través del cual, sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, la obra de nuestra redención, y es a través de la liturgia, sobre todo, que los fieles puedan expresar en su vida y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la verdadera naturaleza de la verdadera Iglesia "(Sacrosanctum Concilium, n. 2).
La liturgia es, pues, con razón, visto como un ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo (SC, n. 7). Como Sumo Sacerdote, Jesús se ofrece por la oración y la obediencia al Padre en el Espíritu Santo. La Iglesia, su Cuerpo místico, está llamado a hacer lo mismo.
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Habrá que prestar atención ante todo a la Sagrada Liturgia sabiendo que "todo acto litúrgico está por naturaleza empapado de la Sagrada Escritura". Se recuerda aquí además para ello los números 24 y 7 de la constitución de liturgia Sacrosanctum Concilium que tratan de las relaciones entre Biblia y liturgia.
En este contexto es importante la clara preferencia que la exhortación hace a la presencia de Cristo en la acción litúrgica recordando los números 4, 9 y 3, de la Ordenación de las lecturas de la Misa que insisten en el método que Cristo usó para la lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras y que la Iglesia ha heredado de su fundador
Exhortación Apostólica, Sacramentum Caritatis, Benedicto XVI
"Pido que la liturgia de la Palabra se prepare y se viva siempre de manera adecuada. Por tanto, recomiendo vivamente que en la liturgia se ponga gran atención a la proclamación de la Palabra de Dios por parte de lectores bien instruidos. Nunca olvidemos que « cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras, Dios mismo habla a su Pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio »
Eucaristía y Cristo resucitado
37. Puesto que la liturgia eucarística es esencialmente actio Dei que nos une a Jesús a través del Espíritu, su fundamento no está sometido a nuestro arbitrio ni puede ceder a la presión de la moda del momento.
En esto también es válida la afirmación indiscutible de san Pablo: « Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo » (1 Co 3,11). El Apóstol de los gentiles nos asegura además que, por lo que se refiere a la Eucaristía, no nos transmite su doctrina personal, sino lo que él, a su vez, recibió (cf. 1 Co 11,23). En efecto, la celebración de la Eucaristía implica la Tradición viva. A p
Ars celebrandi
"Efectivamente, el primer modo con el que se favorece la participación del Pueblo de Dios en el Rito sagrado es la adecuada celebración del Rito mismo. El ars celebrandi proviene de la obediencia fiel a las normas litúrgicas en su plenitud, pues es precisamente este modo de celebrar lo que asegura desde hace dos mil años la vida de fe de todos los creyentes
"La homilía tiene como finalidad principal, ayudar a ser más comprensiva y eficaz la Palabra de Dios en la vida de los creyentes, por lo que el Santo Padre recuerda la necesidad de mejorar la calidad de la homilía, que ha de estar en relación con la importancia de la Palabra de Dios:
“Por consiguiente, quienes por ministerio específico están encargados de la predicación, han de tomarse muy en serio esta tarea. Se han de evitar homilías genéricas que oculten la sencillez de la Palabra de Dios, así como inútiles divagaciones, que corren el riesgo de atraer la atención más sobre el predicador que sobre el corazón del mensaje evangélico”.
El Papa subrayó que la "menor atención que en ocasiones se ha prestado al culto del Santísimo Sacramento es indicio y causa de oscurecimiento del sentido cristiano del misterio".
Explicó que esto sucede cuando en la Santa Misa "ya no aparece como preeminente y operante Jesús, sino una comunidad atareada con muchas cosas en vez de estar en recogimiento y de dejarse atraer a lo Único necesario: su Señor".
Benedicto XVI resaltó que "si en la liturgia no emergiese la figura de Cristo, que está en su principio y que está realmente presente para hacerla válida, ya no tendríamos la liturgia cristiana, toda dependiente del Señor y toda suspendida de su presencia creadora".
Esta realidad, explicó el Papa, está "muy distante" de quienes, "en nombre de la inculturación, caen en el sincretismo introduciendo ritos tomados de otras religiones o particularismos culturales en la celebración de la Santa Misa".
El misterio eucarístico no puede ser despojado de su valor sacrificial y reducido al de encuentro fraterno
Advirtió, especialmente, contra la reducción del "sacrificio" en mero "encuentro fraterno", sin valor salvífico.
El misterio eucarístico es un "don demasiado grande para soportar ambigüedades y reducciones", particularmente cuando, "despojado de su valor sacrificial, es vivido como si en nada sobrepasase el sentido y el valor de un encuentro fraterno alrededor de la mesa".
Debajo de los motivos que aducen los defensores de esta postura, afirmó el Papa, está "una mentalidad incapaz de aceptar la posibilidad de una real intervención divina en este mundo en socorro del hombre".
Más aún, prosiguió, "una intervención redentora de Dios" y "un signo sacramental que hace presente el sacrificio redentor" son considerados "por cuantos participan de la visión deísta" como una visión "integrista", estimando "más aceptable a sus ojos" celebrar "una señal que corresponda a un vago sentimiento de comunidad"
Sin embargo, rebatió el Papa, el culto "no puede nacer de nuestra fantasía; sería un grito en la oscuridad o una simple autoafirmación". "La verdadera liturgia supone que Dios responda y nos muestre cómo podemos adorarlo", subrayó.
Esta actitud de recepción ante el misterio de Dios, aclaró, "no significa volverse pasivo o desinteresarse de lo que allí acontece, sino cooperar porque nos volvemos capaces de actuar por la gracia de Dios".
En definitiva, "lo que la Iglesia es humano se debe ordenar y subordinar a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación, y el presente a la ciudad futura que buscamos", concluyó el Santo Padre.
Eso sí, no se le puede pedir "todo" a la homilía. Tiene un sentido en el contexto de la liturgia y ha de estar en función de la celebración litúrgica en su conjunto.
Pero su función es muy concreta: Mostrar/predicar la Palabra, a Cristo y conectarla con el Sacramento que se celebra. Siempre bajo ese contexto.
En cambio, la catequesis en general, constituye un aspecto del ejercicio del Magisterio de la Iglesia. La catequesis debe instruir en todo lo que un cristiano debe creer. Por oposición, la homilía trata sólo de los puntos esenciales del evangelio que procede en cada Misa, dejando a un lado el profundizar más en los aspectos especulativos o mundanos.
Lo que trato de enfatizar, es que no se debería usar la Misa para sustituir la falta de catequesis en los feligreses o convertirla en una simple reunión fraternal donde el celebrante busca dicho objetivo. Son cosas distintas.
Pero su función es muy concreta: Mostrar/predicar la Palabra, a Cristo y conectarla con el Sacramento que se celebra. Siempre bajo ese contexto.
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GJM. Sí, tiene razón en lo que dice.
Ya sé que dirán que hago publicidad. Me da lo mismo.
A lo que vamos: Encontrar el tono exacto no es nada fácil.
Desde mención a la vida de los Santos que conecta bien con el evangelio del día, a modo de ejemplo cercano a nosotros, hasta los Padres de la Iglesia o una exhortación del Papa. También, cualquier frase magisterial que enseñe/explique al feligrés el sentido del evangelio del día.
Cada celebrante usará su propio estilo de predicador, pero siempre, siempre, enmarcado en el evangelio del dia y conectándolo con lo que se celebra en la santa Misa y su sentido. El Misterio.
No una disertación espiritual a modo de reunión asamblearia o predicando bajo temas locales, ajenos a la liturgia, por muy amenos que sean o candentes en la actualidad. Mucho menos recurrir a técnicas de discurso catequetico como si de un speech en grupo se tratase.
Sólo hay que leer las homilías de Benedicto para entender, de forma accesible a todos, a Quien trata de mostrar.
Eso, jamás lo ha dicho Michael Hull".
Pues yo tampoco lo he dicho. En ningún momento he identificado catequesis y homilía. Es más suscribo lo que dices tú y D. Guillermo sobre la homilía. Y ya no digamos el Magisterio perenne de la Iglesia reflejado en los diversos documentos de los Papas. ¿Quién ha dicho lo contrario?
Sólo quería mostrar una preocupación entre tantas. Creo que nunca he sido reduccionista en ese sentido. Otra cosa es cómo se hayan interpretedo mis palabras.
En definitiva, como dijo el obispo Ricardo Blazquez en el sínodo sobre la Palabra de Dios en el que habló precisamente sobre la homilía y con el que estoy completamente de acuerdo, es que "sin convertir las homilías en catequesis, deben tener un contenido doctrinal claro y vigoroso".
Por cierto, si con tus palabras me estás acusando de desnaturalizar la celebración eucarística... pienso que no me has entendido o quizás no me he explicado suficientemente bien.
Pudiera parecer que no tiene que ver con el tema de arranque; sin embargo, ya tenemos la adversativa, el asunto merece ser tratado y se trata por los comentarios aparecidos. Si el Sr. Morado me lo permite y los comentaristas, quisiera decir algo sobre las homilías, desde el punto de vista de un seglar, lego en Teología, que las “goza” y las “sufre”. Me explico.
Las homilías se resienten por un problema físico de solución técnica. La mayoría de las iglesias tienen problemas acústicos que hace que el sonido no llegue con nitidez a los oyentes. Cuando eso ocurre, la mente divaga y se despilfarra un esfuerzo que debería tener mejor aplicación. La reverberación del sonido se complica con la deficiente vocalización de los lectores acentuada a veces por una posición inadecuada ante el micrófono y algunas más.
Un ejemplo. Asistía al funeral de un amigo difunto. Las palabras de la predicación debían ser muy acordes, por los retazos que de ellas me llegaban. Al término, el celebrante estaba en la puerta y le comenté que no me había enterado de su contenido por la deficiente acústica del templo y le añadí: Muchas de las personas que vienen a los entierros, éste es el único contacto que tienen con la palabra de Dios. No aprovecharla por problemas que tienen solución técnica es un despilfarro.
Aquello venía de antiguo. En varias cartas enviadas a hojas dominicales e incluso al propio Obispo mencionaba tal problema, que sigue sin solución.
¿De qué sirve preparar muy bien la Liturgia de la Palabra con sus homilías, si no se oye, por problemas que tienen solución técnica?
Vayamos ahora a los contenidos. Mi larga experiencia, por los años cumplidos, me dice que las homilías, en términos generales, no se preparan bien. Sé que su preparación exige un esfuerzo grande para no caer en lugares comunes y la rutina. Los sacerdotes y Obispos tienen el privilegio de la palabra, de ahí su “monopolio”. Es esa una buena razón que les obligue a una preparación esmerada, sin excusas y sin pretextos.
Otro ejemplo funerario: Por azar, la muerte tiene un mucho de azarosa, hube de asistir dos días seguidos a sendos funerales. El mismo oficiante. Idéntica homilía. Me sentí hondamente defraudado.
Los seglares no tenemos excusa. Sobre nosotros pesa la exclamación de San Pablo “¡Ay de mí, si no evangelizare!” que exige la preparación continuada y muy especialmente, nuestra disposición para la recepción de los Sacramentos, y de manera significativa, a la Misa dominical hemos de asistir con los “deberes hechos” ¿En qué consiste? Hacia final de la semana debemos de leer y reflexionar, al menos, sobre las lecturas del domingo. Así iremos preparados neutralizando, en parte, las deficiencias técnicas. Ello exigiría disponer de los textos o al menos sus reseñas del domingo siguiente.
Hay publicaciones muy meritorias y baratas. Intermet también las ofrece, pero además hay que facilitar las cosas ¿Qué impide que en las hojas semanales además del Evangelio del domingo se incluya la reseña de las lecturas del siguiente? Si a esto se añade que en la despedida, el celebrante se dirige a los asistentes diciendo algo parecido a esto: Para preparar la Misa del próximo domingo les exhorto a que lean y mediten los textos cuyas reseñas están,... donde fuere.
En ese sentido me he dirigido reiteradamente a quien ha procedido con nulo éxito. Se ve que no es muy importante o que carezco de poder de persuasión, o ambas cosas.
Perdonen lo largo del mensaje pero no he sabido comprimirlo más. Un cordial saludo. MR.
GJM. La editorial EDIBESA publica "Evangelio 2011" - este año - que es un libro muy asequible y muy útil para poder seguir el evangelio de la Misa de cada día.
Si estás de acuerdo, fenomenal. Si se ha malentendido el sentido de tus posts, very sorry. Probablemente será porque utilizaste a Michael Hull para responder a mi primer post, cuando expuse que una Misa no es una catequesis de adultos, ni se puede usar para tal fin.
Me alegra que estemos de acuerdo sobre la Santa Misa --incluyendo la liturgia de la Palabra-- y que las exhortaciones de Benedicto sobre la Misa sean seguidas en su contenido y significado.
¿En qué consiste? Hacia final de la semana debemos de leer y reflexionar, al menos, sobre las lecturas del domingo. Así iremos preparados neutralizando, en parte, las deficiencias técnicas. Ello exigiría disponer de los textos o al menos sus reseñas del domingo siguiente.
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Yes, sir, totalmente de acuerdo con usted. Los seglares no tenemos ninguna excusa porque es nuestro deber prepararnos y profundizar en nuestra fe.
Quien se considere católico y no lo haga, permaneciendo en la vaguería absoluta y "cumpliendo" casi por obligación, como si los sacramentos fuesen una tarea a cumplir, no debe pretender que la Misa sea la causante de esa laguna imperdonable.
Por otra parte, sus recomendaciones sobre la acústica del Templo también son muy de agradecer porque es cierto que en muchos no llega la voz del celebrante con claridad.
1º Darle más importancia a la acústica en los templos mediante el uso de aparatos óptimos que permitan escuchar a todos los participantes en la celebración de la Eucaristía.
2º Tomar conciencia sobre el deber de preparar responsablemente las homilías por parte de los que tenemos la "obligación" de servir con nuestra palabra a la Iglesia, siendo conscientes de que con ella podemos contribuir eficazmente a la nueva evangelización.
3º La corresponsabilidad que tienen los laicos con el clero, de modo particular, en la celebración de los sacramentos, que exige de los mismos una preparación que les ayude a celebrar mejor los sagrados misterios de nuestra fe, recurriendo a ser posible de tantos subsidios que existen en las librerias en forma de material para interiorizar y meditar aquello que después van a tratar de vivir en la comunidad y en la sociedad.
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