El blog más leído
No es el mío. Es, como todos saben, el de D. Francisco José Fernández de la Cigoña. A unos les encanta y a otros les enerva. Pero leído, lo es y mucho.
Pues bien, desde su “Torre” ha tenido la ambalidad de hablar de mi blog, en términos muy elogiosos. Y yo se lo agradezco sinceramente. Porque centra su análisis en los lectores del blog. Que es, digámoslo abiertamente, lo que llama la atención de todos. Más de una persona me lo ha dicho: sus lectores y comentaristas son de lo mejor. Algo que sé de sobra. Y que es verdad.
Nunca he pretendido ser original, ni polémico, ni especialmente “combativo". Para mí no es lo mismo escribir como seglar - donde todas las opciones caben, salvo que sean incompatibles con el Evangelio - que como sacerdote - donde lo que impera es lo común, dejando un amplísimo margen a la libertad de pensamiento de los demás -.
Alguno ha dicho por ahí que lo que se lee en mi blog puede leerse en una hoja parroquial. Es, justamente, lo que busco. Reflejar en un texto lo que, domingo a domingo, se intenta transmitir a los feligreses reales que tienen la paciencia heroica de escucharlo.
Cuando redactaba mi tesis doctoral le expresé una duda a un compañero de estudios - un hombre intelectualmente muy brillante - . Le decía yo: “Me parece que no aporto nada original". Y él, muy sabiamente, me tranquilizó: “La originalidad está en el Evangelio".
Me ha servido ese consejo a lo largo de mi vida. Así como una reivindicación continua que hago siempre: No sólo ha de ejercer la Medicina un Premio Nobel en esa especialidad, ni sólo ha de escribir un autor de la talla de Cervantes, ni sólo tratar sobre religión o Teología un pensador del nivel de Santo Tomás.
Reivindico la honrada normalidad - un adversario diría “mediocridad", sin que yo tenga miedo a la palabra - . El no ser un genio no nos dispensa a quienes no lo somos de aportar lo que esté a nuestro alcance. Sabiendo que ni podemos, ni pretendemos, hacer sombra a los genios. Allá donde estén, que se manifiesten. Para provecho de todos.
El día a día, el cumplimiento del propio deber, el no dejar a los demás lo que hemos de hacer en primera persona constituye un motivo para seguir adelante. Un motivo personalmente muy convincente.
Guillermo Juan Morado.
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