El sabio silencio
Abstenerse de hablar puede merecer la pena. No todo se puede decir y no siempre lo que se dice es importante.
Hace falta el silencio para percibir, al menos sea por contraste, las palabras. Si hay ruido, nada se escucha.
Yo me despido hasta el próximo sábado o domingo. Acudiré, fielmente, a la cita que me propone la realidad: predicar cada domingo.
Siempre agradecido a los lectores y comentaristas. Parar es necesario.
Si César me envía su colaboración antes, la publicaré. Una cosa no quita la otra.
Recen por una intención mía.
Guillermo Juan Morado.
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Por otra parte hay veces en las que HAY que hablar y no vale escudarse en lo anterior.
¡Dificil esto de saber cuando hablar y cuando callar!
"Sea el Señor tu delicia y Él te dará lo que pide tu corazón"
Isaías 44, 21-45
Y también la del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración.
Recemos así, los unos por los otros, pongamos a los pies del altar nuestras intenciones, y recemos en los escondido, donde Dios siempre escucha.
Amén. Estoy en ello.
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