El amor desbordado
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús (Ciclo C).
La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús nos invita a reconocer la magnitud del amor de Dios a los hombres; un amor manifestado en Cristo. De todas las “definiciones” que nos proporciona la Escritura sobre Dios, la más profunda es, seguramente, la del apóstol San Juan: “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16). Dios es, a la vez, plena autoposesión y plena donación; su perfección se identifica con su amor.
Dios es el amor, la donación, la entrega recíproca del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. En Dios, el amor une y distingue. La esencia divina es el amor, pero ese amor, siendo único, es amor paternal en el Padre, amor filial en el Hijo, amor de comunión en el Espíritu Santo.
El amor de Dios no ha permanecido oculto ni ha querido contenerse en la esfera intra-divina, sino que se ha desbordado en la creación y en la historia. Dios, movido por su celo, nos busca a cada uno como el pastor sigue el rastro de sus ovejas. Nos busca para librarnos de la dispersión y de la oscuridad, para apacentarnos como es debido (cf Ez 34, 11-16).
Como ha expresado el Papa Benedicto XVI, “Dios cuida personalmente de mí, de nosotros, de la humanidad. No me ha dejado solo, extraviado en el universo y en una sociedad ante la cual uno se siente cada vez más desorientado. Él cuida de mí. No es un Dios lejano, para quien mi vida no cuenta casi nada” (11.6.2010).
En la Cruz de su Hijo, Dios nos ha dado “la prueba” de su amor: “Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (Rm 5, 8). Por amor, Dios llega literalmente hasta la muerte para vencer, asumiéndola, esa última limitación, para darnos vida y vida en abundancia.
Con amor sincero – dice la Liturgia – Cristo “se entregó por nosotros, y elevado sobre la cruz hizo que de su corazón traspasado brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia; para que así, acercándose al corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de la fuente de la salvación”.
En el Corazón del Verbo encarnado el amor de Dios, sin perder su universalidad, se hace concreto. Sin dejar de ser divino, se hace humano. Sin dejar de ser el corazón de Dios, se hace el corazón del Hombre. Dios “nos ha amado a todos con un corazón humano” (Catecismo 478). Un corazón sacerdotal, mediador entre Dios y los hombres, que une, para siempre, el amor intra-divino y el amor desbordado.
Un corazón vivo, del que brotan los sacramentos que construyen la Iglesia, a través de los cuales se difunde la vida nueva que el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, hace nacer en nosotros. Esta vida nueva, este amor que al entrar en nuestro interior se hace también nuestro, es un amor que salva, que perdona, que causa la alegría del reencuentro con Dios.
Que en la Eucaristía este amor de Dios encienda en nosotros el fuego de la caridad para que, como pedimos en la oración después de la comunión, nos unamos más a Cristo y estemos dispuestos a reconocerle presente en los hermanos.
Guillermo Juan Morado.
21 comentarios
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Y hace que veamos insignificantes las cuitas por las que nos dejamos poseer en ocasiones.
La Eucaristía frecuente nos preserva de la fuerza de arrastre del mundo, que nos posee haciéndonos ver como importante lo que no lo es y como decisivo lo no es tal para Dios, para introducirnos en ese Amor que nos rescata y nos devuelve la alegría.
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Es la diferencia vital, principal entre un cristiano que no se siente solo, frente al hombre que por propia elección ha rechazado el amor de Dios y se encuentra inevitablemente, algún día, en la más absoluta soledad.
No se puede vivir de espaldas a Dios. No comprendo cómo se puede elegir una vida incompleta y reducida a la mera biología.
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Una idea que el Papa desarrolló en la Misa de inauguración de su Ministerio Petrino...
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Ana, buen consejo.
Acojámonos en sus amorosos brazos,mas demos al mundo testimonio,que no es este un tesoro para guardar,sino para regalar con nuestras minúsculas fuerzas.
Comulguemos,recemos y actuemos,la buena lucha nos espera,son muchos los que andan en tinieblas y sumidos en la desesperación.
Sí,Marcos,no se puede vivir de espaldas a Dios,por eso seamos fieles a Cristo y hagamos lo que nos insta la Santísima Virgen María: haced lo que El os diga.
Estemos siempre alegres-quien es amado por Dios ha de estarlo-y ganemos para Cristo y Su Iglesia a los agobiados y cansados del mundo. Y recibiendo la Misericordia Divina,cuidemos de los hermanos sufrientes.
Motivo de alegría.
Y me conmueve especialmente la lectura del profeta Ezequiel leída hoy. Nos presenta - lo saben todos - al Buen Pastor, quien reconoce que algunas ovejas de han desperdigado en días de tiniebla y nubarrones. Metáfora muy expresiva: cuando las cosas no se ven claras, cuanto todo alrededor es demasiado complicado y no se ve el camino recto... Pero el Buen Pastor no sólo no se enfada con las ovejas: lo comprende todo y sale a buscarlas, aunque ellas han desconfiado del abrigo que tenían en el redil y han preferido irse, asustadas.
Sí, verdaderamente, es un Amor desbordado. El único y verdadero Amor desbordado.
Que Él nos guarde. Feliz noche, in comunione di preghiera.
de todo corazón te acompaño en la esperanza y en el dolor por la momentánea separación.
Te aseguro mis oraciones. Fraternalmente.
Os comunico que mi íntimo amigo y hermano sacerdote (y padre, y abuelo), ha fallecido hoy tras tres meses de lucha, desproporcionada, contra un cáncer.
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Jesús, el Corazón de Jesús, no lo habrá dejado solo en ese último trance.
Es muy triste que se muera un amigo. Sin fe, sería casi insoportable asumirlo.
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