Venerar la Cruz
Homilía para la Celebración de la Muerte del Señor.
El Viernes Santo, el primer día del Triduo Pascual, celebramos que Cristo, “en favor nuestro instituyó, por medio de su sangre, el misterio pascual”. La muerte del Señor es el primer paso de su “tránsito” de este mundo al Padre. La muerte, la sepultura y la exaltación al cielo son los tres momentos que conforman el único Misterio Pascual. En la unidad de este Misterio, la Cruz de Cristo es una Cruz gloriosa, digna de ser adorada: “Tu Cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero”.
Al venerar la Cruz de Nuestro Señor no nos complacemos en el dolor, no magnificamos un instrumento de tortura y de muerte, sino que cantamos el “ornato del Señor”, el “sacramento de nuestra eterna dicha”: “Las banderas reales se adelantan y la cruz misteriosa en ellas brilla; la cruz en que la Vida sufrió muerte y en que sufriendo muerte nos dio vida”. En la unidad de la Pascua, la Cruz de Cristo se alza como la única esperanza, capaz de redimir y de vencer todas las cruces que jalonan la historia de los hombres.
En la austera solemnidad del Viernes Santo, la Iglesia se reúne para contemplar la Pasión de Jesucristo. “Desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano”. “Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos”. Pero en esa imagen del Varón de Dolores, la mirada de la fe descubre la salvación del mundo: “sus cicatrices nos curaron”.
El amor de Cristo vence el mal. La confianza de Cristo vence la desconfianza del pecado. En su Pasión, “enmudecía y no abría la boca”. Cristo enmudece y calla, para que ninguna palabra que articulen sus labios sea una palabra de acusación. En la prueba, en el sufrimiento, el Señor nos precede con el silencio y la confianza: “Porque yo confío en ti, Señor, te digo: ‘Tú eres mi Dios’ ”. Benditos y alabados sean los que, probados por la vida, siguen repitiendo, como Jesús: “Yo confío en ti”, “Tú eres mi Dios”.
La Carta a los Hebreos nos invita a esta perseverancia, a esta paciencia: “Mantengamos la confesión de fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios”. Un sumo sacerdote “que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado”. En su obediencia y en su silencio, se ha convertido en “autor de salvación eterna”.
De la Cruz de Cristo brota la salvación para todo el mundo: La paz de la Iglesia santa, la protección del Papa y de los Obispos, la iluminación de los catecúmenos, la unidad de los que creen en Cristo, la plenitud de la redención para el pueblo judío, la esperanza para los no cristianos y para los ateos, la asistencia para nuestros gobernantes.
“Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. “Venid a adorarlo”. No nos molesta la Cruz. No nos ofende la Cruz. No nos estorba la Cruz. Adoramos la Santa Cruz, el símbolo concreto del amor hasta el extremo, de la infinitamente dilatada solidaridad divina que abraza a la humanidad entera para hacer posible, donde no parece haber futuro, un nuevo comienzo y un futuro nuevo.
El Señor nos renueva con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo, nos concede el perdón y el consuelo, nos permite pasar de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de la ruptura a la comunión: “Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal: Ten piedad de nosotros”. Amén.
Guillermo Juan Morado.
27 comentarios
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Gracias, don Guillermo, por estas magníficas reflexiones. No podré decir que en este Triduo no estemos bien pastoreados. Entre las admirables homilías del Papa, el encuentro fiel en La Puerta de Damasco, y la predicación de mi párroco, que parece tomado por una especial iluminación en estos días, minuto a minuto se puede vivir esta Pascua como anhelaba vivirla.
Y agradezco tantos comentarios positivos en este Blog. Ante la imposibilidad de agradecerlos uno por uno.
1) Al adorar la Cruz, que este año era una cruz sin magen pero portadora de una reliquia lignum crucis, al ir a besarla el sacerdote ha girado la cruz poniéndome ante los labios el lignum crucis precisamente; ya puedo decir que he besado la cruz, física, del Señor, la espiritual...
2)El acólito, al sacar el copón del monumento, ha necesitado mi ayuda para subir,y,al bajar me ha dado, para poderse mover y bajar, el copón durante 5 segundos, no he podido evitar que los ojos se humedecieran.
Estoy, en palabras de S. Pablo, con-sepultado con el Señor.
Escogió la muerte en cruz, para morir con los brazos abiertos, abrazando toda la humanidad.
Es un pequeño fragmento de la homilía de mi párroco que, como las de Vd. suelen ser muy atinadas.
Yo no soy muy de emociones, ya ves, pero eso no quita para que tenga muchas ganas de decir que, tal como deseaba, ni ésta ha sido una Cuaresma más, ni está siendo una Pascua más en mi vida.
Me alegro mucho de lo que dices.
Norberto: Gracias por tu vivencia.
Imagínate como me siento; ayer llevando la Sda. Comunión a enfermos y ancianos, son unas horas de dialogo íntimo con el Señor. Al mediodia,celebración
de la Cena del Señor en La Cartuja, comulgando bajo las dos especies (tomando el Caliz en mis propias
manos), según costumbre cartujana. Por la tarde, con la familia, en la parroquia, sosteniendo el Copón con mis manos, ayudando al Sacerdote que daba la Sda. Comunión bajo las dos especies. Después una Hora Santa en otra Iglesia que frecuento, una cena ligera y otra Hora en Las Salesas a las que debo tanto y esta madrugada, a las cuatro y media otra Hora de Adoración. Esta
Esta última Hora, tal como dije, la he ofrecido por D. Guillermo.
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Lleva don Guillermo tanta oración por él que no nos puede caber duda acerca de la cantidad de bienes que el Señor habrá de derramar sobre él. De loq ue nos alegraremos muchísimo.
Norberto, he dejado en el hilo anterior una noticia sobre Marcos.
Creu fidel, l'arbre més noble,
més insigne d'entre tots;
en cap bosc no el trobaries
d'igual fulla, fruit, ni flor.
Arbre dolç, que amb els claus dolços
dolça càrrega sosté.
Arbre Sant, torça les branques,
les entranyes endolceix,
fes suau la rigidesa
que et ve ja de naixement,
per portar amb delicadesa
el sant cos del Rei del Cel.
Només tu vares ser digne
de portar el rescat del món,
com una arca beneïda
va guiar el nàufrag al port,
amb la santa sang ungida
que vessà l'Anyell Sagrat.
A la Trinitat divina
lloa es doni eternament.
Lloa al Pare, al Fill lloança,
lloa igual a l'Esperit.
Al sol Déu en tres persones
honori tot l'univers.
Creu sagrada, Creu amada,
vine, vine al nostre cor,
Creu formosa, dolça esposa,
de Jesús, Nostre Senyor.
Una vez, siendo seminarista, aún no era acólito oficialmente instituido, tuve que ayudar al párroco a distribuir la Comunión (él había pedido el permiso oportuno). Y recuerdo ese momento por la sensación de temblor que me invadió.
Y ahora, tras muchos años de cura, debo rememorar la necesaria sorpresa que nos debe causar la proximidad de Cristo en su Sacramento.
No podemos acostumbrarnos a eso. Con todo, más, mucho más que tocar el copón, o el cáliz, es recibir la Comunión. Debe sobrecogernos, aunque no haya manifestaciones "emocionales".
Esta tarde, al venerar la Cruz, me ha venido a la mente el pensamiento de que Jesús hubiera muerto sólo por mí, si hubiera sido necesario. Y cada uno se lo puede aplicar a sí mismo.
No he podido ver de nuevo " La Pasión ". La primera vez no fui capaz ni de llorar. Me quedé como pegada a la butaca, pero hubo una escena que " me marcó ": durante la flagelación, con Jesús derrumado en el suelo, Satanás pasa frente a Él llevando en los brazos una criatura deforme que simboliza a la humanidad hundida en el pecado. Se cruzan las miradas de Satanás y Jesús. La de Satanás, fría, burlona, mostrando a esa humanidad en sus brazos. Jesús levanta el rostro, mira con firmeza a Satanás, con una firmeza en la cual podemos intuir algo así como si le dijera: " No vencerás, aún me queda fuerza para mucho más, no vencerás. " ¡ Qué cruce de miradas !
Con el recuerdo, me traslado al Santo Sepulcro, en Jerusalén. Mañana, y ya desde ahora, acompañemos a la Virgen María ( ¡ tuvo que ser espantoso lo que sufrió y qué bien lo refleja la película ! ) en su espera silenciosa.
Os emplazo: el Domingo de Pascua, un " ¡ Hurra ! " por María Magdalena, después de adorar a Jesús resucitado y felicitar a su Madre Santísima.
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Sí, es toda una mujer.
Pero sí, como dice el Padre, toda una mujer.
Por eso no me la imagino aplaudiendo en el Congreso de los diputados con ya sabéis quiénes,
Por algo será.
En nuestra consagración, en las letanía, aparece ella como segunda en las invocaciones, justo detrás de la Virgen María.
O sea, casi nada...
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