El deseo y la concupiscencia
Desear no es malo. Gracias al deseo aspiramos a conocer, a poseer o a disfrutar los bienes. Agrandar el deseo es aumentar nuestra capacidad de recepción. Un deseo infinitamente dilatado se convierte así en la mejor manera de abrir el espíritu a Dios, el Bien Supremo.
Si es en exceso vehemente, impetuoso, irreflexivo, si contraría a la razón, entonces el deseo se vuelve peligroso. Se parece, en este caso, a lo que el vocabulario cristiano llama “concupiscencia”, el deseo de los bienes terrenos o el apetito de los placeres deshonestos.
La concupiscencia, como tal, no es pecado, pero inclina al pecado, al desorden. San Juan nos habla de tres tipos de concupiscencia: la de la carne, la de los ojos, la del espíritu. La “carne”, si se resiste al “espíritu”, puede ser motivo de las tentaciones más bajas. Los ojos pueden dejarse deslumbrar más de la cuenta por los bienes materiales. Y el espíritu puede ser seducido por el canto de sirena de la soberbia o de una exagerada independencia.
Los mandamientos noveno y décimo nos alertan sobre la posibilidad de dejarnos atraer indebidamente por la codicia. El deseo es como la incoación de un acto; es como un acto que no llega a ser, pero que nos gustaría que fuese. Por eso, desear el mal es casi como hacer el mal; como hacerlo en la medida en que, en un determinado momento, nos resulta posible.
Frente a la concupiscencia, está el desprendimiento, el espíritu de pobreza, la distancia marcada con respecto a los placeres, a los honores, al libertinaje. Un hombre pobre, como San Benito José Labre, al pedir limosna, añadía: “poco, poco”. Todo lo que exceda lo necesario, sobra.
Para ser pobres hay que intentar ser puros. Y ser puro quiere decir ajustar la mente y el corazón a la santidad de Dios. El “Catecismo” precisa que este ajustarse se da “principalmente” en tres dominios: la caridad, la castidad y el amor a la verdad y a la ortodoxia de la fe.
Los “limpios de corazón” verán a Dios y verán como ve Dios. Y la mirada de Dios nunca es reductiva. Ver como ve Dios significa no convertir al prójimo en objeto. Significa velar por lo que no debe ser desvelado. Significa, en definitiva, reafirmar la dignidad espiritual propia del hombre.
Todo un reto, un triple reto, para una Cuaresma.
Guillermo Juan Morado.
30 comentarios
¿No es el deseo un rechazo de la realidad? Si la realidad es mala, el deseo de mejorarla será bueno, volver al estado de Gracia por ej. pero si la realidad es buena ¿porqué he de desear más?
Todo deseo dependerá del objeto de deseo. Los que aceptamos la voluntad del Señor en nuestra vida cotidiana ¿ que deseo podemos tener? Crecer en el amor a Diós, pero el resto? ¿cómo se casa esto?
Ver como ve Dios significa no convertir al prójimo en objeto
Yo me llevo esa frase para esta noche.
Afortunadamente sabemos que hay que hacer para superarlas: confiar plenamente en Dios, que nos ama hasta el extremo y pedirle mucha humildad y que nos ayude a vivir las virtudes que nos acercan a Él.
Saludos
Los “limpios de corazón” verán a Dios y verán como ve Dios. Y la mirada de Dios nunca es reductiva. Ver como ve Dios significa no convertir al prójimo en objeto. Significa velar por lo que no debe ser desvelado. Significa, en definitiva, reafirmar la dignidad espiritual propia del hombre.
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Gracias, don Guillermo. Es para reflexionar a fondo, porque muchos identifican la limpieza de corazón sólo con la castidad.
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De hecho, se puede usar al prójimo como objeto atentando contra la castidad, claro. Pero no sólo. Utilizar al prójimo para nuestros fines de medro, por ejemplo, o de prestigio de simplemente quedar bien o quedar por encima es una manifiesta falta de caridad que convierte al prójimo en objeto
"Frente a la concupiscencia, está el desprendimiento, el espíritu de pobreza, la distancia marcada con respecto a los placeres, a los honores, al libertinaje."
Respecto a la "concupiscencia espiritual", estoy leyendo "Curso básico de cristanismo", de L. Guissani, y tenía marcado esto:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Pero ¿quién es pobre? Pobre es quien no tiene nada que defender, quien está desapegado de lo que parece tener, de manera que su vida no tiene como finalidad afirmar su propia posesión. La suprema pobreza de espíritu es la pobreza frente a la verdad, es aquella actitud que desea la verdad y basta, más allá de cualquier apego que sienta, viva o experimente por las imágenes que se había hecho sobre las cosas.
Ojalá que nuestros deseos sean como los de Jesús: "Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros" (Lc. 22,15).
El fantasma de RockyMarciano, como alma en pena y ya con más miedo que vergüenza, vuelve al silencio para rematar (indecoroso eufemismo) el trabajillo que adeuda, no sin antes despedirse de toda la parroquia virtual, que a Dios encomienda.
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Creo que lo de utilizar al prójimo es extensible a utilizarse a sí mismo; por ejemplo, perder lamentablemente el tiempo que se debe dedicar a otra cosa, en lo que soy experto acreditado. Un día de estos me acordaré de que no soy mi propio dueño. (Si es que no estoy, pero pulso "vista previa" y veo más comentarios que cuando fui a buscar el libro)
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Pues buen trabajo. Y hasta la próxima.
"...la pobreza frente a la verdad, es aquella actitud que desea la verdad y basta, más allá de cualquier apego que sienta, viva o experimente por las imágenes que se había hecho sobre las cosas"
Magnífica cita que me llevo esta noche también. No tenía yo palabras para concretar esa idea que me ronda hace meses: la verdad y basta: más allá de cualquier apego por las imágenes que me haya hecho sobre las cosas
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Muy cierto, luis
Si deseamos sólo a Dios no iremos detrás de sucedáneos. La triple concupiscencia es desear cosas que no son Dios, al margen o en oposición a Él. Y, como recuerda Fran, es consecuencia y reflejo del pecado original. Pero la gracia de Dios puede más. "Solo Dios basta", que decía Sta. Teresa.
Buenas noches a todos.
Os deseo una santa y tranquila semana.
Que Dios os bendiga.
...la verdad y basta: más allá de cualquier apego por las imágenes que me haya hecho sobre las cosas...
(Del lat. concupiscentĭa).
1. f. En la moral católica, deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos.
deseo.
(Del lat. desidĭum).
1. m. Movimiento afectivo hacia algo que se apetece.
2. m. Acción y efecto de desear.
3. m. Objeto de deseo.
4. m. Impulso, excitación venérea.
arder en ~s de algo.
1. loc. verb. Anhelarlo con vehemencia.
¿Que coño dices, luis?
¿? ¡Buff!
Decididamente, luis, no llego al mínimo intelectual que Yolanda día a día constata en La puerta de Damasco.
En la antropología clásica, el deseo es el apetito de un bien. Como tal, es bueno, en la medida en que se orienta por el apetito superior, que es la voluntad, que a su vez es apetito de la inteligencia. La concupiscencia es una rebeldía del deseo contra el bien, una inversión metafísica del fin del deseo, un enclaustrarse del deseo en la inmanencia del ego.
Toto corde
:)
¡Ah! Y se dice "haya"
No se preocupe, a mí me han borrado comentarios también,y más de dos,porque muchas veces se me calienta la boca y la sangre y no vea,acabo liandola-aunque debo decir que no ha sido aquí nunca,en LPD-.
Lo de "las trifulquillas",que no debate agrio,no es por usted,ni por Luis,nada tiene que ver con lo que han hablado,pero si he dicho algo es por la alusión a Yolanda,que no se a qué venía,y sobre lo de el nivel intelectual,que ignoro también el motivo;ya le digo,a mí me hacen caso a veces ,cualquiera que lea las intervenciones mías podrá comprobarlo;nivel,lo que se dice nivel.....no gasto mucho,la verdad,pero no me quejo,me desacomplejé hace tiempo y mis ganas de aprender aumentaron. Espero no haberle ofendido,ni tampoco haber cometido faltas ortográficas otra vez,y lo dejo ya,que tanta tecla me mata,y me esperan letras por leer;ya sabe,para elevar un poco el listón.
Cuídese.
Toto corde
Saludos
La mata. La ortodoxia acaba con casi todos los instintos. Es un hecho que tu mismo has explicado.
Otra cosa es que de verdad la queramos matar si le ponemos un nombre tan florido y legendario.
et
non sine,
sed CUM PASSIONE,
dice el Común de los Doctores.
A lo cristiano, le cae tan mal el abstemio como el borracho. El hombre de cara pálida del Norte, como el moreno del Sur, dirá Lewis en su Regreso del Peregrino.
Vivir en la caridad, y luego procurar no caer en la tentacion de los señuelos humanos,: La carne que llama y la imaginacion que se escapa.
Hay algo que, o bien no está explicado a nuestra altura, o no lo he comprendido. Me refiero a la concupiscencia o adulterio mental o espiritual.
La concupiscencia o el adulterio espiritual es lo que se ha dicho, y bastante más.
Por ejemplo una persona casada que hace el acto sexual con su esposa, seguro que no peca, seguro que está obedeciendo una orden divina.
Pero si al hacerlo, aunque todo sea regulado segun los mandamientos...si piensa en otra mujer. o ella en otro hombre, y no rechaza ese pensamiento, entonces esa persona está cometiendo u adulterio espiritual.
Esto es lo que no se ha dicho. Y está bien decirlo, porque no todas las hacciones en los casados son permitidas.
Un saludo Padre, y a seguir, que su apostolado es bueno
C.Javier.
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No se desanime! No deje de luchar!
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