Fe y depresión
¿Qué es la depresión? ¿Qué factores sociales y culturales pueden favorecer su aparición? ¿Cuál ha de ser la respuesta que la Iglesia puede dar a quienes se ven afectados por esta dolencia?
La reflexión sobre estos interrogantes no es baladí, si consideramos que cientos de millones de personas en el mundo se ven afectadas por la “depresión", esa temida palabra, por otra parte ya familiar. Más allá de sus síntomas clínicos, que permiten el diagnóstico médico, la depresión se presenta como un padecimiento del alma, que atenaza a quien lo sufre.
Cada vez son más los que, en algún momento de su vida, han sucumbido ante lo que experimentan como la insoportable pesantez y gravedad de la existencia. La vida aparece cargada de tedio, de aburrimiento, de hastío. La víctima de la depresión desearía, tal vez, arrinconarse en una esquina y dejarse morir. La subjetividad, cautiva por esta dolencia, expande su pesimismo sobre todo, especialmente sobre el futuro, sobre el mañana, más temido que esperado. Las consecuencias que puede acarrear para el enfermo pueden ser varias: baja laboral, problemas familiares y, en el límite más dramático, incluso el suicidio.
Además de las diversas causas que pueden originar esta alteración del humor y de la afectividad, no se debe minusvalorar el peso, la posible influencia, de factores ambientales presentes en la cultura que nos envuelve. Una cultura demasiado liviana, demasiado vacía de valores, demasiado huérfana de referencias que, lejos de aligerar la vida del hombre, tantas veces la sobrecarga de temor y de tensión. En esta sociedad de la comunicación y de la abundancia, de la competitividad y la lucha, el ser humano amanece solo y confundido, como después de una noche de resaca, tal vez acompañado únicamente por su pobreza, saturado de desengaño y frustraciones, sumergido en la inutilidad de la nada.
El Papa Juan Pablo II decía que “es importante ser conscientes de las repercusiones que tienen los mensajes transmitidos por los medios de comunicación sobre las personas, al exaltar el consumismo, la satisfacción inmediata de los deseos, la carrera a un bienestar material cada vez mayor. Es necesario proponer nuevas vías, para que cada uno pueda construir la propia personalidad, cultivando la vida espiritual, fundamento de una existencia madura".
¿Cómo ayudar a vencer la depresión? Es preciso conocer y aceptar la enfermedad, dejándose ayudar para salir de ella. En medio del archipiélago de islas incomunicadas en que se van convirtiendo nuestras ciudades, no siempre es fácil encontrar el apoyo del otro; de la familia o de los amigos, pero hay que procurarlo. Junto a la insustituible labor de los médicos, no debe faltar la cercanía personal. La comprensión, la compañía, la escucha; en definitiva, el saberse amado, vale más que todos los tratamientos, aun cuando estos sean necesarios: “es importante -afirmaba el Santo Padre- tender la mano a los enfermos, hacerles percibir la ternura de Dios, integrarlos en una comunidad de fe y de vida en la que se sientan acogidos, comprendidos, sostenidos, dignos, en una palabra, de amar y ser amados".
La fe cristiana es un buen antídoto contra la depresión. No es un fármaco más, pero es una ayuda, y una ayuda importante. La fe nace del amor y, por consiguiente, genera confianza. Infunde la convicción de que el hombre es siempre amado por Dios; de que el mundo no es hostil, pues ha salido de sus manos; de que el otro no es un enemigo, sino un hermano. Aun en medio del sufrimiento, ocasionado por una enfermedad que no hemos de entender como un castigo, la vivencia de la fe brinda motivos de esperanza, y proporciona puntos de referencia sólidos para edificar sobre ellos una personalidad madura e integrada. La Iglesia, y la sociedad en su conjunto, no pueden desatender este problema. Más allá del tedio de la vida se alzará así, frente a la desesperanza, la serena certeza de que Dios nos ama.
Guillermo Juan Morado.
119 comentarios
¿Quién no ha amanecido así en alguna mala racha, en alguna etapa desdichada de la vida?
Pero si, cuando uno amances así, a los pocos minutos mira el día que se avecina y siente y SABE que la fe cristiana es un buen antídoto contra la depresión. No es un fármaco más, pero es una ayuda, y una ayuda importante. La fe nace del amor y, por consiguiente, genera confianza. Infunde la convicción de que el hombre es siempre amado por Dios; de que el mundo no es hostil, pues ha salido de sus manos; de que el otro no es un enemigo, sino un hermano ... pues todo adopta otra faz.
Si somos cristianos no hay nada que no se mire con los ojos de la fe. La oración al levantarse, conjura para un cristiano todas esas sensaciones de vacío, frustración, confusión, desengaño e inutilidad.
Y si, como dice Juan Antonio, un sacerdote de Cristo, ¡ como nuestro tan laureado párroco virtual!, nos acerca e impele a la oración, encontraremos un nuevo motivo para bendecir a Dios en medio de la confusión: nos ha dejado en la Iglesia al sacerdote, que es ministro de la gracia, actúa in persona Christi Capitis, en la persona de Cristo Cabeza de la Iglesia y, en virtud del sacramento recibido, hace y da lo que por sí mismo ningún hombre podría jamás hacer ni dar (1)
(1)Los sacerdotes, ministros de la gracia, G. Juan Morado, tal día como hoy de 2003
Pues bien, yo he educado a mis hijas en la fe de la Iglesia con la firme convicción de que ésta les va a permitir se más libres, más humanas, mejores personas, pero, sobre todo, más felices.
Es evidente que la depresión es una enfermedad que tiene unas causas físicas, pero estoy convencida, y numerosos estudios asi lo demuestran, que quienes tienen fe cuentan con más medios para hacer frente a los momentos difíciles de la vida, incluida esta terrible enfermedad. No sé, porque no tengo datos, en qué porcentaje afecta a los creyentes en comparación con quienes no lo son. Pero es absolutamente cierto que el sentido que da a la vida la fe, es una ayuda enorme para quienes la viven.
La "depresión" coloquialmente entendida es un continuum sintomático que si se amplía mucho mucho el concepto puede abarcar casi de todo.
Está claro que algunas formas del cuadro clínico son más endógenas que otras, por lo que hay que ser cautos al prescribir la FE como receta para el problema.
Yo entiendo que esta dolencia, ampliamnete disemninada y muy asociada a casi todos los trastornos síquicos - Viktor Frankl afirmaba que en la raíz de los mismos subyace una "falta de sentido" de la vida, lo que es raíz de la depresión - , esta dolencia repito, se ha diseminado a caballo del pelagianismo que domina gran parte de la sociedad occidental, apóstata ex cristiana. Ni gracia ni fe, "solo ego". Así, la mitología al uso sostiene que los éxitos se consiguen en base a una firme "autoconfianza", de lo que inmediatamente se deduce que el exitoso no tiene a otro que agradecer más que a sí mismo.
Pero esto es una moneda falsa, cuya seca lleva estampada la tétrica faz de la depresión y el desaliento sin consuelo. Porque cuando el éxito esperado no llega en la medida prevista, la autoconfianza se derrumba y aparec entonces el fantasma del "no sirvo". Sí, como si uno fuese una cosa, y cosa descartable.
Saber que somos imagen de Dios, y que en el juicio que verdaderamente importa no seremos medidos por nuestros éxitos mundanos, es una grandísima ayuda para evitar caer en la funestísima tentación del desaliento.
Esa dolencia es milenaria. Y, como dice Tulkas, en ella cabe, al menos para el entendimiento común d elos no especialistas, casi cualquier cosa, desde la "depre" hasta un transtorno bien severo de otra índole.
Es obvio que hablamos como profanos y que la fe la empleamos aquí en el sentido de que nadie que sea cristiano mira nada (o no debe mirarlo) sin llevar puestos siempre los ojos de la fe.
Por eso, aprovecho, Tulkas, para añadir que, de la fe, aquí creo que no se habla como receta. No obstante, y como parece que estás bastante "puesto" en temas de este tipo, quizá profesionalmente (lo digo por la soltura con que en dos frases se te ve manejar términos) ¿conoces qué grado de confianza tienen las afiramciones de "estudios" que a veces se citan, acerca de que las personas con fe religiosa superan mejor los trances más tremendos de la vida?
Mi órgano favorio se encuentra unos 30-40 cm más abajo.
Caramba, qué susto, espero que no seas enano.
(just kidding).
Nadie entre nosotros, ni con la mayor fe del mundo, aconsejaría a un enfermo de cáncer o de depresión que se desentendiera de tratamientos médicos. Como si la enfermedad no fuera algo permitido por Dios y la medicina no fuera querida por Él.
Pero todos nosotros aconsejaríamos al enfermo que además se adentrase en la intimidad de la cercanía de Dios, de lo que sólo puede obtener, como mínimo, el consuelo. ¿O no?
(jajajaja, pobre Tulkas, que seguramente sólo hablaba dl corazón; luis, andas de un procaz ultimamente... lo que me gusta es que se puede hacer mención SPH de cualquier cosa sin decir ni una palabra soez)
Claro que afrontará la depresión de otra forma, seguramente el ratio de suicidio baja en el primer supuesto, el del creyente, aunque más no sea por miedo. Pero eso de descubrirlo a Dios en una depresión, no sé, me parece que no es el mejor momento. Como decimos los profesores en los exámenes, opportet non studere, sed studuisse.
Igual, son opiniones, estoy hablando como doctor privado, jajaja
No hay nada peor que hacer sentirse culpable a una persona deprimida por su depresión, insinuando que no tiene suficiente fe o que no tiene fuerza de voluntad para superarla. Algo que es completamente falso.
En primer lugar porque, como dice Tulkas, hay depresiones y depresiones, y no es lo mismo una depresión exógena con una causa concreta que actúa sobre una cierta predisposición, a la depresión endógena que carece de causas externas.
Las neurosis noógenas, que nombra Frankl, no son propiamente depresiones, son simplemente un tipo de neurosis depresiva entre muchos otros.
La fe cristiana es cierto que ayuda en momentos difíciles, una sana fe en Jesucristo el de los evangelios, fe que nos transmite la Iglesia.
Pero no siempre la fe que se nos transmite es sana. Hay un cierto tipo de religión que fomenta los temores, los escrúpulos, la tristeza, incluso cuando pretende culpabilizar a la persona por sentirla.
Pero incluso la fe más enorme no puede evitar que una persona que tiene escacharrada la química cerebral se ponga bien. Para eso ayuda la medicina.
Aunque, por supuesto, "la serena certeza de que Dios nos ama", como dice el P Guillermo siempre le dará motivos para aguantar los tiempos peores confiando en que todo pasará y todo es para nuestro bien.
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Doctor privado: ¿decimos quizá lo mismo?
Es decir: nada acerca de la etiología.
Y sí mucho de cómo comportarse ante la enfermedad. Ante la adversidad en general.
Desde luego, hay cuadros depresivos de absoluta incapacidad para pensar o siquiera moverse, y somos los demás, los que rodeamos al enfermo, los que debemos actuar en su lugar. Y, si nos toca a nosotros, confiar en que alguien se ocupe de que nos pongamos en manos de un especialista pero, ¿tú no llevas la fe puesta incluso apra pensar en qué querrías que hiciesen contigo los tuyos si llegaras a acaer en un estado de enfermedad tan severo que te impidiera decidir?
Excepto en la idea de que Frankl sea "demasiado" bueno (a mí me parece bien) y en esto:
El suicidio no se ataja amenazando con condenaciones eternas. Eso podría servirle a una persona no deprimida que decide que prefiere no seguir viviendo. Pero esa religión del temor no sirve de nada a un enfermo deprimido.
¡Para que luego digan que somos iguales!
EL CORAZÓN: por profesión.
Tulkas: Si no fuera por el mismo motivo que antes me ha impedido decir algo similar a lo que ha dicho luis, te explicaría que ambos pensamos en lo mismo, sólo que luis puede decirlo y...en mí, y aquí... queda peor.
Además: yo SÍ sabía que lo decías con intención de evaluar las respuestas (ahora luis dirá que él también, claro)
;)
En todo caso, hay que tener cuidado a la hora de prescribir la Fe como remedio a la depresión. Si ésta es exógena, por causas externas, sin duda ayuda mucho para que remita. Pero si es endógena, lo único que se conseguirá es que el que la padece acabe sintiéndose culpable cuando vea que, aun con fe, no se cura. En estos casos, la fe sirve para dar un sentido al padecimiento, para otorgar consuelo y para que la persona se sepa acompañada por Cristo en su dolor. Pero no para ahcerla desaparecer como el parecetamol cura el costipado.
Quizá los médicos - cardiólogos inclusive - pueden aportar más datos.
Obviamente el post no es de Medicina, sino de pastoral (o de medicina pastoral, si se quiere).
Yo, en la práctica, si detecto algo que me parece que puede ser depresión, siempre aconsejo a la persona afectada que hable con su médico de cabecera. No es cuestión, nunca de "aut/aut" sino de "et/et".
Los psicofármacos ayudan mucho. Pero el hombre es una unidad (cuerpo, mente, espíritu), y por ello una sana relación con Dios ayuda a vivir, ayuda a curar y ayuda también a llevar la enfermedad, y hasta a morir.
Dios puede hacer milagros, y los hace. Pero normalmente actúa a través de causas segundas.
De todos modos, sí creo que esta sociedad tan competitiva, tan marcada por el éxito mundano es un factor, a la larga, de riesgo. Debemos valorarnos, y valorar más a los otros, no tanto por sus logros, sino por su condición de personas.
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Cierto. A menudo este tipo de fe es contraproducente y cae en un alto grado de voluntarismo: el rigorismo en el fondo tiene algo del ya mencionado pelagianismo.
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Pues sí, es un factor de riesgo esta sociedad por la sencilla razón de que crea unas expectativas a menudo irreales y desasosegantes. En realidad, acaba ocurriendo que en vez de estar contentos con lo que tenemos, estamos insatisfechos con lo que no tenemos.
Inicialmente porque lo que se hacía con ellos era recluírlos y encadenarlos. Luego porque a algunas formas de locura se las llamó histeria y la histeria es muy novelesca. Más tarde porque hemos sustituído las cadenas de hierro por cadenas químicas. Luego porque al significante "loco" le hemos cambiado el significado y ahora el loco es el tío sano que se revienta con 10 kg de dinamita en medio del mercado en Pakistán Después porque nos han dicho en Holliwood que la locura te la puedes autocurar si eres suficientemente inteligente (de manera que sólo los tontos tienen derecho a estar locos y siempre, porque nos ha dado vergüenza de la locura, y actualmente asco porque en su forma más granada la vemos desfilar maloliente por las calles de Madrid.
La locura (en todas sus formas) es una enfermdad y ya nos podemos buscar y rebuscar todos los argumentos que queramos psico-socio-familiares que al final nos daremos cuenta que los LOCOS de verdad no tienen nada de psicología, ni de la sociedad, ni muchas veces dela familia.
Conozco gente con casos muy cercanos de familiares muy locos y muy religiosos, que por supuesto ven a Dios y a la Virgen, ¿y? Pues que los vean, la enfermedad es la enfermedad, pero muchas veces estos locos se convierten en enfermos cuando su entorno se comienza a avergonzar o simplemente cuando el Estado falla en su atención porque prefiere dedicar dinero a PAGAR EL CINE.
La enfermedad no puede ser un tabú.
De hecho, a las esposas de los cardiópatas siempre hay que preguntarles que cómo andan de "contentas", porque son más sinceras,jeje.
Sí, y aun peor. Tener como meta en la vida los éxitos mundanos es más que un factor de riesgo, es tener todas las paepletas en la rifa del fracaso. Porque los éxitos mundanos frustran tanto si se no se alcanzan como si SÍ se alcanzan.
Las expectativas poco realistas nos frustran cuando vemos que no alcanzmos las metas propuestas. La competitividad deshumaniza las reñlaciones y nos deja en soledad. Pero ay de los que sí alcanzan lo que persiguen: si lo perseguido es el mero éxito mundano, una vez alcanzado, ¿qué? Ahí acabaría nuestra vida. Eso es aún peor.
Lo que no tengo tan claro es que esto sea especialmente propio de nuestro mundo. Yo creo que es así desde que el mundo es mundo.
Eso sí, el afán por medrar a toda costa no es exclusivo de nuestro mundo. Lo novedoso es pretender que está al alcance de cualquiera.
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Es así. Lo que pasa es que hoy la gente vive demasiado.
Pero depresión no es lo mismo que locura.
Yolanda, quizá. Pero conocemos mejor esta sociedad.
Si por locura plena se entiende sólo la esquizofrenia pues no.
Yo estaba pensando en la definición de López-Ibor: "DIS-estar en el mundo" en tanto que pérdida de la relación objetiva con la realidad.
El problema estriba en que nos es muy fácil considerar la esquizofrenia como cuestión bioquímica mientras que tendemos a pensar en la depresión como cuestión relacional y en la histeria como que el individuo es gili?=%%&s.
Y yo creo que en el fondo el esquizofrénico nos asombra por eso rápidamente pensamos que algún desorden complicado de alguna molécula del cerebro tiene que tener; el depresivo nos avergüenza y por eso pensamos que tiene alterada su relación con el entorno; y el histérico nos molesta, por eso es un gili?=%%s.
En resumen: el dis-estar en el mundo tiene causa bioquímica y no otra.
En este sentido, los factores externos pueden DESVELAR un proceso ya latente, como sucede de manera típica en muchos ancianos con cierto grado incipiente de deterioro mental que ingresan y ¡de repente! pierden la cabeza. No, de repente no. Sólo que unas determinadas condiciones externas faciltan la manifestación de los procesos que ya están teniendo lugar.
Sí: lo de poner esos éxitos aparentemente al alcance de cualquiera es novedoso.
Pero no me creo la felicidad de los que aparentan estarlo con los éxitos mundanos. No, no me la creo. De hecho, siempre que veo esa apariencia, no hace falta rascar casi nada par ver que debajo hay una inmensidad de frustración.
padre, ¿conocemos mejor esta sociedad?
Puede, pero conocemos testimonios de consejos ascéticos contra las vanidades mundanas desde hace milenios. Por algo se daban.
Buenas noches.
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Uy, Luis, menudo asunto. Tengo la sospecha de un autor muy citado hoy del que más de una vez se ha dicho que deja traslucir algún tipo de trastorno en sus escritos y cartas. Por comportamientos descritos del personaje mimetizados por sus hijos espirituales, estoy convencido de ello.
Por cierto, que el pobre tenía un problema, ya sabemos cuál. Si os leyerais uno de los trataditos que contiene el libro que me he comprado (Exhortación a una virgen) veríais que en los famosos y nunca suficientemente vituperados textos de Evagrio con que nos obsequió tiempo ha el páter, el asceta explaya, pero en Exhortación a una virgen recoge en forma de snetencias breves (ideales par el calendario póntico 2010) todos sus prejuicios enfermizos sobre "lo único".
Un ejemplo:
Quien atrae con risas las palabras de varón
se parece a quien se echa un lazo al cuello.
Y así passim. Los demás tratados que contiene el libro, siempre igual. ¡Pobre Evagrio!
Au que de vez en cuando sí me gustaría discrepar, siquiera para saber que sigo siendo yo y que no he sido totalmente abduicida por el lado oscuro (SPH)
asun, no seamos quisquillosas. Creo que ya les he tomado la medida a algunos e invisible te aseguro que no eres.
Escucho y acompaño a muchos deprimidos; unos, sensibles en extremo; otros, obsesivos neurasténicos ... todos sufren como bestias ,y, muchas veces, no sabemos acompañarles. Por cierto, unos, con una vida de fe intensa; otros, no. ¡Cuantos creyentes han frustrado su vocación por una depresión mal diagnosticada!. Deberíamos tener más utillaje de salud mental. Voy a lanzar una campaña de prevención de la depresión en los pueblos. En contra de lo que la gente piensa, la depresión en el medio rural es altísima.
Son loci, figuras retóricas, no hay que tomarlos en serio. Como las vidas de los santos, son modulares. Toca hablar del tema, y hablan, poniendo el locus. Casi como nuestros periodistas, pero con mejor nivel.
toto corde
Es de las pocas cosas con fundamento que se han dicho aquí últimamente.
Buenas noches definitivas
no creo que debamos perder la capacidad para desdramatizar y relacionarnos entre las personas y hasta con los problemas Sub Specie Hilaritatis
Una cosa es la Fe y otra la añadidura. No tiene sentido instrumentalizar la Fe tras objetivos médicos, sino que la cosa es al revés : estando presente la Fe en el candidato, los beneficios añadidos por Dios suelen observarse en la esfera sicosomática. "Tu Fe te ha salvado", decía NSJC, y surgía imponente el milagro. Pero primero fue la Fe, luego el milagro. Nunca al revés.
Y en cuanto a las diferentes "fes" que se han barajado, entiendo que el P. Morado se refiere a la única verdadera, a la que enseña la Iglesia. Es cierto que hay millones de "fes", como millones son los errores, pero una sola es la Verdad.
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Yolanda, es cierto que esta dolencia es milenaria, y cierto también que antes se la conocía como melancolía, tal lo que apunta Urdax.
También la prostitución, el mariconaje, el aborto, la eutanasia y el relajo familiar tienen antecedentes paleolíticos. Pero en pocas ocasiones de la historia como en la actual, esas lacras han invadido el tejido social con la amplitud y la profundidad que ahora vemos.
No voy a negar el rol de la acedia en la tristeza de origen teologal, pero pretender que la fe, como parece indicar mi compatriota Ricardo, incide en las depresiones de orden endógeno es como creer que el cáncer se cura con fe. Es un problema hormonal, y se cura con hormonas.
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Luis, decís que la depre es una dolencia exclusivamente hormonal????
La Apologia pro Evagrio Pontico, de Yolanda, me emociona... Con lo mal que le caía Evagrio!
Pues yo me alegro mucho de coincidir con Urdax. Además me ha hecho darme cuenta de que no soy totalmente invisible como empezaba a creer.
Buenas noches.
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No es invisible, Asun, pero se prodiga poco por esta "Puerta". Ya sabe que está en su casa aquí.
Evagrio me cae bien, padre, ya me cae bien. Creo que el pobrecito era una víctima de la sociedad, criaturita...
Ricardo:
Yo no comparto el catastrofismo que ve en nuestra época la peor de la historia. En todas las épocas ha habido agoreros que creían vivir la peor decadencia de la moral. En todas.
"Algunas veces, a los paranoicos sí los persiguen"- Woody Allen
Alguna será realmente la peor época.
Pero creo que está por llegar.
¡Dios nos ampare!
Por eso la distinguía de la acedia, estimado, y de las depresiones exógenas o de base neurótica.
Pero la experiencia me ha demostrado, con hartos ejemplos, que la endógena es claramente química, por supuesto que con causación recíproca psicosomatica.
Un conocido mío creyente ma non troppo me decía, al mes de tomar la medicación, que se sentía mejor y que incluso su vida interior y su relación con Dios había mejorado. Sentía a Dios, sentía como una presencia mística. En realidad, lo que sentía era la serotonina.
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Sí sí: eso mismo decían los agoreros del 2000 a.J.C. caundo pensaban que el mundo estaba a punto de tocar a su fin, a la vista de lo mal que veían a la juventuda y a tantos signos de decadencia.
¡Fíjate si estaban seguros que lo grabaron en piedra para la posteridad y así podemos sentir vergüenza ajena! ¡¡¡Y propia cada vez que decimos lo mismo!!!
Creo que vivimos una época muy mala en algunos aspectoa y ¡magnífica en otros!
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¿Y quién te dice que Dios no se sirva de la serotonina como causa segunda!
Completamente en serio, no es SPH esta vez.
Yo he visto llorar de felicidad en un momento de intensa oración a quien se sabe condenado a morir en breve por una terrible enfermedad. Llega uno a desear experimentar lo mismo viendo esa explosión de felicidad...
No sabemos si las causas segundas adoptan forma de serotonina o de vecino del quinto.
Pero, hablando así, luis, pareces uno de esos pseudocientíficos que dicen "antiguamente se atribuía a la voluntad divina las mareas; hoy sesabe que se debe simplemente a la luna que..."
¡¿Simplemente?! Venga ya, ¿dejará de ser voluntad divina?
Por supuesto, Yolanda, que para oprobio o para gloria todo conspira hacia Dios, hasta los demonios.
Siempre está presente Dios, todo está lleno de dioses, como dice Anaximedes.
En todo caso, la serotonina, la muerte, la dicha o lo que sea te abre los ojos.
Claro que el que no ve a Dios atrás de las mareas, o de la estructura neurológica y su equilibrio hormonal es un álogos, un ciego, un idiota que quiere afirmar la rama donde se sienta serruchándola.
Muy ludoviquico tu comentario, lo que pasa es que en este post estoy escribiendo como doctor privado. Te dejo a vos la posta de la ortodoxia inquisitorial.
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Así empezó Juan XXII...
Y San Agustín había dicho "¿los tiempos son malos? cambiemos a los tiempos. ¡Nosotros somos los tiempos!"
Lo que no quita que se están configurando algunos signos inquietantes. Como dice Newman en sus sermones sobre el Anticristo, es nuestra misión atisbar los signos. Por algo se nos han dado las advertencias.
Algo perturba los sueños de Yolanda...
Ante la depresión, recordemos que siempre hay esperanza para el que cree.
¿Ese cuadro es de nuestro Evagrio?
No creo. murió con 54 años y ahí e le ve muy ancianito, ¿tal vez por sus muchos trabajo envejeció tan mal?
Sí Tineo: la esperanza es lo que nos hace ser felices en la mayor adversidad y verla incluso como un signo de nuestra salvación. Y no son sólo palabras. Ni la serotonina o la luna.
No, no es nuestro ínclito Evagrio. Es una imagen de un monje en una página sobre los padres del desierto.
Últimamente coincides mucho con luis en los comentarios, no veo que polemices con "il nostro Bruno", empiezas a admirar a Evagrio... Hasta el P. Guillermo o Guillelmo está a-l-u-c-i-n-a-n-d-o-
Yo me lo haría mirar, jeje
¿Qué es la depresión? Partiendo de que existen multitud de tipos de depresión y factores etiológicos que las provocan, todas tienen en común la vivencia de una pérdida. La depresión es un sentimiento de haber perdido algo y de haberlo perdido de un modo irreparable. Esta experiencia suele adquirir fenomenológicamente la forma de un deseo. En este caso, es un deseo insatisfecho, fuente de frustración continua, pues para que un deseo frustrado sea causa de depresión debe tratarse para la persona de una realidad que se ha constituido, en su estructura psíquica, como algo central para su propia vida. La consecuencia de esta situación es que el individuo deprimido va aislándose de la vida, de los estímulos, retirando su atención y su ilusión (decatectizando, en horrible palabra técnica) sobre las cosas, para quedar fijado en una estado de desesperanza y, en los casos más graves, melancolía que se realimenta en el dolor de aquello que no pudo ser ya para siempre.
Este mundo en que vivimos puede favorecer la aparición de depresiones, pero la raíz del problema es eminentemente afectiva y suele desarrollarse en los vínculos emocionales con las personas más significativas de su entorno (los padres, el cónyuge...); comparativamente, las depresiones endógenas, de carácter puramente somático, supone un porcentaje muy minoritario. Si unimos a esto el mundo competitivo, despiadado, que sume en la soledad y el desamparo a mucha gente, deprimida o no, es normal la enorme incidencia que muestra en nuestros días.
Los psicofármacos ayudan mucho a sobrellevarla, pero no curan. Si la persona deja de tomar la medicación, aunque sea por poco tiempo, la sintomatología vuelve a aparecer con toda su fuerza. Lo que cura, cuando se puede hablar de curación, es el contacto con un otro que escucha, comparte y es capaz de desarrollar una empatía con su situación. Sólo desde el vínculo afectivo se puede salir del callejón, también afectivo, de este trastorno. Por supuesto, al vínculo hay añadirle un saber ver cuáles han sido las "rutas afectivas" a través de las cuales se ha ido desarrollado la estructura psíquica depresiva.
La Iglesia debe promover estos espacios de escucha y de consuelo, aunque no se debe excluir la intervención profesional, que es complementaria a la espiritual. Sin duda, la fe ayuda a sobrellevar la depresión en gran medida; pero por sí sola no es la solución. Por otra parte, como consecuencia del propio trastorno depresivo, la fe de estas personas suele ser sumamente lábil (aunque no siempre es así).
Perdonen la extensión.
Por supuesto, en esta época hay cosas buenas, a veces incluso muy buenas, faltaría más. Pero sus raíces están podridas.
Sí, efectivamente la depresión tiene por una de sus principales causas ciertas carencias afectivas mal resueltas. Por ejemplo, con el exagerado amor a sí mismo, que fácilmente cae por su propia inconsistencia.
En cambio, una adecuada resolución de las carencias afectivas pasa, como bien lo señala el Padre, por ponerse en manos de Dios -lo que obviamente exige la Fe-, puesto que Dios es Amor y puede sanar esas heridas.
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Yolanda, ten cuidado porque un razonamiento así te puede llevar fuera de la enseñanza católica.
Sabemos que el mundo puede acabar mañana. Y también sabemos que el fin del mundo será precedido por señales. Por lo tanto, si yo aseguro que esas señales no se dan hasta el día de hoy, pues entonces el mundo mañana SEGURAMENTE no acabará. Lo cual no puede asegurarse, al menos por parte de un católico.
Castellani resolvía este dilema afirmando que hasta ahora, todos quienes había vaticinado un inmimente final habían errado, como era evidente. Pero que los últimos no errarían... ¿Quién puede asegurar no ser de los últimos?
Además, para nosotros el fin de la historia no será tragedia sino infinito gozo, porque implicará la previa segunda venida de NSJC. Es lo que estamos pidiendo en cada Padrenuestro: "Venga a nosotros Tu Reino". Y así como lo pedimos, lo esperamos con ansias. ¡Ven Señor Jesús!
Por caso, si una anemia provocara una languidez similar a la depresión, mal haríamos en afirmar que la depresión se cura con hierro o con transfusiones de sangre. Porque sería siempre una anemia y no una depresión.
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Ooooh, aahhhh!
Pues si Castellani resolvía el dilema, ¿qué más puedo añadir yo a un dilema resuelto por el gran oráculo?
Mmmm..., un momento, pero eso que atribuyes a Castellani (hasta ahora, todos quienes había vaticinado un inmimente final habían errado, como era evidente. Pero que los últimos no errarían... ¿Quién puede asegurar no ser de los últimos?) , ¿no es lo mismo que acababa de decir yo en el comentario al que me respondes?
SPH, SPH, Ricardo, SPH: que ya conozco tu mal humor cuando te enfadas y aquí, en este blog, no me peleo con nadie. Y menos con un argentino que, en el blog del páter, debéis de ser ya mayoría.
Es que lo de Castellani es muy fuerte ya...chicos, citad de vez en cuando a alguien que no sea Chesterton, CS Lewis Castellani.
Estuve pensando en leerlos, pero creo que YA los he leído y enteritos y repetidos tras todas las citas de estos autores que leídas en vuestras citas.
Me he fijado en una frase tuya, al principio de tu cometrio, que me parece lo más significativo en el contexto en el que hablamos:
La depresión es un sentimiento de haber perdido algo y de haberlo perdido de un modo irreparable
Eso me hace pensar en por qué, quizá, según dicen, los creyentes somos menos propensos o superamos mejor los estados depresivos: cuando nosotros sufrimos una "pérdida" sabemos relativizarla, ver qué es lo que realmente importa (sólo Dios basta) y cuando sufrimos una "pérdida" de las de verdad, de las que SÍ importan...¡sabemos que no es irreparable!
Se ha ido ya de la primera página la noticia en la que comentábamos ambos ayer. Creo que no me entendiste nada, o no nos entendimos ambos.
Sería algo así como ir a tomar baños de sol... a la luz de la luna.
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Yolanda, mejor así. Por una vez estamos de acuerdo.
"Yo lloraba mucho, porque ninguno era hallado digno de abrirlo y verlo. Pero uno de los ancianos me dijo: No llores, mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raiz de David, para abrir el libro y sus siete sellos" (Ap.54-5)
Libro éste escrito por dentro como mayor y por fuera como menor según se mire si es en su densidad o su intensidad cúbicoesférica. Que es el Universo y que contiene la parte y el todo de toda la Creación; Donde los siete sellos son, cada uno en su jerarquía, los siete días de la evolutiva Creación.
Y en el primer sello de este libro escrito por fuera y por dentro, siendo este sello el mayor y el menor según se mire: está escrito todo lo que es y pertenence a la Naturaleza Elemental;
Y En el segundo todo lo que es y pertenece a la Naturaleza Mineral;
Y en el tercero todo lo que es y pertenece a la Naturaleza Vegetal;
Y en el cuarto todo lo que es y pertenece a la Naturaleza Animal Irracional;
Y en el Quinto todo lo que es y pertenence a la Naturaleza Animal Racional;
Y en el sexto todo lo que es y pertenence a la Naturaleza Humana.
Y en el Séptimo: Tododo lo que es y será perteneciente a la resurrección de la Creación redimida
En cuanto la otra discusión, creo que te entendí demasiado bien. Me parece, dicho sea con todo cariño, que a veces te pierdes en el detalle. No hay ningún problema, en principio, en discutir desde el detalle, pero siempre que se establezan previamente las bases de las teorías que manejamos para hablar desde allí. Haciendo una analogía, tú pensabas que es fundamental cómo se vaya vestido, y en función de nuestra apariencia todo cambia; y yo estaba en que lo importante es que necesitamos siempre ir vestidos, pues el que las prendas cambien no hacen a la necesidad de cubrirse. Así, cada uno va por un lado. La contradicción en ti reside en que para un católico consecuente lo importante es el ser (necesidad de ir vestido) y no la apariencia (tal o cual moda, es decir, lo social).
¿no tiene la impresión de que existe un abuso de psicofármacos en detrimento de la terapeútica? ... están bien los 'flotadores' pero también hay que aprender a nadar.
No estoy tan seguro que la fe de la persona deprimida sea lábil ... lo que es inestable en el deprimido convencional es la emotividad, que la fe ayuda a trabajar, purificar, integrar en una personalidad nueva y madura. La fe, puede ser firme y formada, pero 'no salta' la psicología (al menos tal como deduzco de estudio y observación ...)
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No, ni me entendiste ni me pierdo en detalles al estilo de lo que dices.
Pero es otro tema, da igual.
En cuanto al del post, no digo que un católico no pueda caer víctima de una depresión, o de cualquier otra enfermedad psíquica. Me réfería a si conoces si es cierta o fiable la idea común de que los creyenbtes "resitimos" mejor los embates de la viad y las pérdiodas. De serlo, se me ocurría que los motivo eran los que apuntaba arriba. Digo yo.
Gracias a Vd. por su amabilidad. Sin duda, que hay un abuso de los psicofármacos, y lo hay en detrimento de la atención psicoterapéutica. Fíjese sólo en un dato. En la Seguridad Social la psicoterapia brilla por su ausencia. El único camino que se acepta es el farmacológico y, en su caso, la hospitalización en sus diversos grados. Ahora se está abriendo el campo de intervención en el área de los servicios sociales, pero la psicoterapia sigue quedando fuera de la sanidad pública. Si la quieres tener, tendrás que rascarte el bolsillo (rascártelo mucho, pues es cara).
Conste que en muchos casos y situaciones la contención farmacológica es completamente necsaria, incluso para que se dé la posibilidad del abordaje psicoterapéutico.
Estoy de acuerdo con Vd. que en el depresivo la fe no es lábil siempre, ni mucho menos. Lo que ocurre es que el deprimido es muy sensible a nuevas heridas, a nuevas frustraciones. Digamos que soporta muy mal el "silencio de Dios". Pero, a la vez, nunca deja de apoyarse en Él.
Yolanda:
Completamente de acuerdo. Es mucho mejor para la evolución y el propio padecimiento de cualquier trastorno psíquico neurótico, ser católico que no serlo. Y lo es por lo que has apuntado más arriba.
Recuerdo una novela de Samuel Shem que hablaba, con humor, pero con un fondo de gran seriedad, sobre un hospital psiquiátrico y de cómo "competían" los médicos, cada uno de ellos siguiendo, casi en exlusiva, sus teorías médicas y psicológicas.
Me imagino que lo ideal es integrar, también en esto. Unir la pastilla y la psicoterapia.
Por ejemplo, ¿qué hacer si un familiar padece TOC u otro tipo de alteración?
La preponderancia de los psicofármacos viene dada por los propios requerimientos de nuestra sociedad de conseguir resultados aparentemente efectivos de forma rápida. Desgraciadamente, lo único que suele interesar a la sociedad de alguien con trastornos mentales suele ser ante todo el control de su conducta (evitar episodios agresivos, actitudes antisociales, etc.). Si un paciente se halla estabilizado o normalizado conductualmente, se considerará una intervención exitosa, aunque interiormente presente un grado de sufrimiento altísimo. Las psicoterapias, en cambio, son por lo general más lentas, más costosas en tiempo y dinero, y menos brillantes en el corto plazo.
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Bueno, un éxito sí que es, aunque parcial, porque los conflictos "conductuales", pienso, agravan el sufrimiento del paciente... Pero no lo es todo.
En efecto, ahora se tiende a actuar coordinadamente, en equipos multidisciplinares, bajo la autoridad del psiquiatra que es quien da el nihil obstat a todas la intervenciones que se aplican al paciente. Me estoy refiriendo, sobre todo, a la sanidad pública. En la privada, todo depende del poder adquisitivo de quien costee las intervenciones y de la voluntad de contratar unos u otros servicios.
El asesoramiento a las familias todavía no está suficientemente desarrollado, pero es muy necesario cuando el trastorno de un miembro de ella le afecta directamente. Suele ser necesario no sólo informar de lo que se hace o de los objetivos de la intervención, sino también y sobre todo contener la angustia que despierta el desequilibrio de un familiar.
Ante un caso de TOC (trastorno obsesivo-compulsivo, para quien no lo sepa), lo primero que debemos hacer es observar la gravedad del cuadro (intensidad y frecuencia de los síntomas, cronicidad o tiempo desde que aparecieron los primeros signos del trastorno, grado de autonomía, etc.), y en función de esto informar adecuadamente. No es lo mismo alguien con ciertas "manías", como se dice vulgarmente, que un caso que roza lo psicótico. Cada persona es un mundo; y no sólo por el paciente en sí, sino también por los contextos sociofamiliares que nos podemos encontrar.
En fin, un campo en el que ha avanzado - pensemos en la crueldad de los manicomios a lo largo de la historia - pero en el que aún queda por hacer.
Por supuesto, Padre, que una persona perturbada cuya conducta no es problemática es un éxito indudable; lo malo es que nos conformemos sólo con esto.
El mundo de la salud mental de la población reclusa no lo conozco, pero le aseguro que apenas se ha iniciado el camino. Queda mucho por hacer.
Ana:
Es que antes el mundo tenía un sentido; ahora ya no. La gente hoy descubre el bien y el mal a base de equivocaciones; ya no existen referentes que nos salvaguarden de ciertas experiencias, y si los hay, los atacamos con nuestra forma de actuar.
En el último post que intervine, le salió un imitador a luis en la vieja técnica de sacar un tema que no tiene nada que ver, tergiversarlo y tirártelo a la cara sin que tú sepas por qué aprovechando que has escrito un comentario amable dando las gracias a tres personas y sin meterme con nadie. Ese incidente me resulto decepcionante respecto a varias personas por su forma de reaccionar o no reaccionar a mi comentario. Pero sólo fue la confirmación de que esto hace tiempo que no es lo que era.
Me interesan los artículos, pero los comentarios generalmente no, porque me dan la impresión de que Dios los cría y ellos se juntan, pasando de todo lo demás.
Al final parece que sí se ha animado la gente a hacer comentarios sobre el post, y ha resultado ser un hilo muy interesante. Enhorabuena.
Gracias a Eduardo Jariod sobre todo, y ojalá aparezcan más por aquí Ana y otros comentaristas ocasionales, y sobre todo los desaparecidos, empezando por Norberto.
Buenas noches
Postdata a Yolanda: te he dejado un comentario en el post del feminismo de ese otro blog, pero tampoco allí voy a intervenir más.
Me despido.
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Seguro que no, Eduardo, más bien sería al revés, jajaja.
Voy a ver, asun.
He estado ahí por el reto, pero tal como consientes ahí que me trate esa maeducada, no sé si volver
""Dios los cría y ellos se juntan"", huy, asun, suena fatal en este contexto
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente...
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Eduardo: el salmo de competas de hoy es el 15, ¿no era tu favorito?
No, Yolanda, era el 50. Pero el 15 no está nada mal...
Menuda la que se ha montado en el blog de Miguel. Es que Moa levanta ampollas allí donde va...
Un abismo llama a otro abismo.
¿Hay salmos antidepresivos?
Además del 130 que comentamos el otro día, otro de mis favoritos es el 26 pero es más bien tranquilizante que antidepresivo.
Os dejo parte de las estrofas antes de irme:
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
...
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
El me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá
en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
...
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
"Buscad mi rostro".
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
...
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
En los momentos más difíciles de mi vida, me agarré como un clavo ardiendo a estas palabras del Señor:
"Pues se acerca la hora, es decir, ya ha llegado en que os dispersaréis cada uno por su lado y me dejaréis solo; pero yo no estoy solo, pues el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulaciones; pero tened ánimo que yo he vencido al mundo."(Jn 16, 32-33)
Y ya me retiro que es tardísimo para mí.
Amen.
Buen comienzo de día a todos.
Y, mira, Eduardo, ayer erré con tu salmo favorito; pero presisamente el salmo de Laudes de hoy es el tuyo (y muy mío también)
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias
Se buscan etiquetas, y nunca se las encuentra.
Particularmente difícil para quien tiene a su cargo alguien en problemas, son las tentaciones que acechan: que te den el nombre de la afección, las causas y la solución. No es así, el hombre es un misterio inasequible en el fondo a la razón.
En ese sentido, la fe puede servir para aceptar los límites.
Con frecuencia se puede observar que los dolores ocasionados por las cosas que nos pasan en la vida, se los compartimos a muchas personas (familiares, amigos, compañeros de trabajo), pero no le decimos a Dios: "me duele esto, Tú que eres el único que puedes hacer algo, manifiesta Tu poder en mi vida".
Cuando el dolor deja de ser mío y se lo comparto a Dios, se vuelve "de ambos" y Él toma carta en el asunto. Mientras no se lo comparto, El respeta mi decisión de quedarme solo.
A veces sí os leo y aprendo de casi todos. El tema del post actual es francamente interesante. Yo no sé lo que es una depresión, pero las he visto de cerca. Y es cierto, al menos según lo que he visto, que las medicinas son imprescindibles en determinados casos, pero también que la fe es un soporte magnífico. Me refiero a la verdadera fe, claro, a esa fe que te hace sentir a Dios como Alguien que te ama y NO desea que sufras; por lo tanto, Él estará a tu lado ayudándote en el mal trago para que de esa experiencia aprendas algo según sus designios.
Y otra cosa, aunque no deseo alargarme: hay que decir a una persona deprimida lo mucho que vale y descubrirle todo el enorme potencial que tiene. Eso no la sanará directamente, pero he visto que ayuda mucho.
Recuerdo ahora mismo, aunque la cito de memoria, una frase de san Juan de la Cruz: " Jesús no puede ver el sufrimiento de quien le ama sin socorrerle. "
el Señor me recogerá.
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Precioso verso del Salmo.
Me ha leído la intención.
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Es un salmo maravilloso, Yolanda, como tantos de ellos.
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Y saludos cordiales, Saulo Medina. Qué raro se me hace encontrar a un colega de profesión que sea católico. En España es más difícil hallar un psicólogo católico que un burro con alas.
Los médicos católicos no es una realidad tan excepcional como en los psicólogos.
Depresión y miedo; Psiquiatra, adicción y factura; O Confesor, contrición y absolución gratis.
De oficio en un hospital: Me explicaba un sacerdote que a pesar de los inconvenientes que la familia de un enferno le ponían para que él se acercara a un enfermo en inminente desahucio de muerte.
Y que aprovechando un descuido de la familia consiguió éste acercarse al enfermo preguntándole si deseaba intercambiar unas palabras con un cura.
Dicho y así, sin mucho ánimo al principio, entraron ambos en una conversación abocando a lo que más fuera una confesión de como casi cincuenta años pasados sin que el enfermo pisara una iglesia. Absolución hecha.
Al día siguiente el sacerdote volvió a ver a su amigo, del alma curado. Para ver cómo estaba y cómo había pasado la noche. A lo que éste con las pocas fuerzas que le quedaban, -dice el cura- que al acercársele a la cama. Delante de su familia se le echó al cuello. Y llorando y abrazándole le dió las gracias por haber venido a verle. Pues jamás en su vida se había sentido tan feliz y tan tranquilo.
Y que: Horas más tarde éste, -enfermo de cuerpo y curado del alma- libre de su depresión murió.
Cabe entender pues que la depresión es más cuestión del espíritu confuso, o aterrado, por lo que pudiera ser el más allá del horizonte claro-oscuro según sea la conciencia del enfermo. O de los dubitativos creyentes.
Claro que para esto en posible transitoria solución cabe el psiquiatra, la medicina que abotarga o crea adicción. Y la factura de éste que más que una solución es un: ¡hasta la próxima!
O la confesión y la bsolución que sólo cuesta la libre y responsable sumisión a la contrición.
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