A la espera de Obispo
La situación que viven otras diócesis, la estamos viendo también en la nuestra. No es que no haya obispo, que lo hay, pues pese a que nuestro Obispo ha presentado la renuncia por edad, todavía no se la han aceptado. Aunque él no oculta, en absoluto, el deseo de que se la acepten cuanto antes. Ha cumplido ya veinticinco años de episcopado, en tres diócesis diferentes. La última, la nuestra. Y es un buen obispo, aunque no está bien que yo me exceda en elogios – por si alguien lo interpreta como adulación -, pero sí es justo que lo reconozca. Y estoy convencido de que no soy el único en reconocerlo.
¿Qué esperamos los católicos de un nuevo obispo? O, si me lo permiten, ¿qué espero yo que, siendo católico, soy sacerdote? Soy muy modesto en mis aspiraciones. Yo no espero a un nuevo obispo como parte de la opinión pública parece que ha esperado a Obama – y no critico, ahora, a Obama - ; como si fuese una especie de mesías, de salvador, de pacificador. No. Yo sé que el Salvador es sólo Cristo. Y que, en dependencia de Cristo, está la Iglesia. Y que en la Iglesia está, junto a los demás cristianos, el obispo. No aguardo a un “súper-obispo”, a un ídolo de masas, a un líder que se imponga por su carisma arrastrador. Si un obispo tiene ese don, bien para él – como lo tuvo, y en tan destacada medida, mi admirado Papa Juan Pablo II - , pero no es, a mi modo de ver, absolutamente imprescindible.
Para mí el obispo es un cura, en el más noble sentido de la palabra “cura”, tan denostada. Es decir, alguien que “cuida” de sus fieles. Uno de los primeros gestos que recuerdo de mi actual Obispo fue parar el coche en el que iba y detenerse a saludar a mi madre, y a mí de paso, cuando él se dirigía a confirmar en una parroquia próxima y, casualmente, nos vio a la entrada de nuestra casa. Ya sé que sólo eso no es la cura pastoral, pero es un signo de la misma. El obispo guía y sirve a sus hermanos, es diácono y ministro.
Es también un sacerdote. Más sacerdote que yo. Es, aunque no como Anás y Caifás, - un “sumo sacerdote”. Es decir, alguien que como maestro, sacerdote y pastor hace que la diócesis – la iglesia local – se ordene a la catolicidad de la Iglesia universal. “Cum Petro et sub Petro”, garantizando ese amable vínculo que nos une a todos los católicos al Obispo de Roma, Sucesor de Pedro.
Es un ministro de la Palabra, un Liturgo, y un Pastor. Que ejerce ese triple ministerio de anunciar la Buena Noticia, de celebrar los sacramentos y de regir, gobernando, como vicario y legado de Cristo, la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada. Un gobierno que nunca es despótico, sino que siempre escucha. Como hace mi Obispo: si está – y suele estar siempre – uno, sea quien sea, va a ser escuchado. Al menos escuchado. Y no es poco.
Y un obispo es responsable – con el Papa y con los demás obispos – de la Iglesia entera; es decir, jamás se puede conformar con que “su” diócesis vaya bien. Es un obispo de la Iglesia, de toda la Iglesia, al servicio de la totalidad de los cristianos y, de este modo, de la totalidad de los hombres.
Que quien venga, sea quien sea, ame mucho a Cristo, ame a su Iglesia y sirva, en consecuencia, a sus hermanos. Será, no lo dudo, bienvenido. Como lo ha sido quien, dentro de poco, nos dejará. A pesar nuestro.
Guillermo Juan Morado.
34 comentarios
Leí "A la espera de ser obispo" y creí que íbamos a perder al "párroco vortual"...
Luego, al leer: "¿Qué esperamos los católicos de un nuevo obispo? O, si me lo permiten, ¿qué espero yo que, siendo católico, soy sacerdote?" me acordé de un grupo de curas astures que escriben cartas (no pastorales) abiertas a la prensa reflexionando (constituidos en "foro") sobre las cualidades y prioridades del que ha de venir a nuestra diócesis. Poniéndole su misión más difícil, si cabe.
Pero ya sabía que usted no iba a caer en una cosa así.
Y luego, la re-re-confirmación de que un cura como-Dios-manda sólo puede querer esto: "Que quien venga, sea quien sea, ame mucho a Cristo, ame a su Iglesia y sirva, en consecuencia, a sus hermanos".
A sus hermanos sacerdotes en primer lugar, con ellos y a través de ellos, a todos los hermanos de la Diócesis.
Magnífica catequesis sobre lo que es ser obispo.
Graciñas.
Y si viniese vuestro Obispo, yo, encantado.
Pero xa non sei o que pode pasar.
¿Y si se lo cambiamos a Tui-Vigo por D. Guillermo Juan Morado? Por lo de la dificultad de ser profeta en su tierra, aunque valdría vuestra merced para pastorear a la sede de S. Telmo.
En fin... aquí necesitamos un nuevo Evagrio... (SPH)
Menos mal que lo aclara, Pater, nunca se sabe.
Gráficamente, mi colega Dante hablaba de
"Il Principii dei nouvo fariseii"
Si mandáis a D. Raúl, encantado.
Pero el cambio no sería equitativo.
Hay muchos buenos curas que pueden ser obispos. No digo los nombres, por no estropear el servicio que podrían prestar a sus diócesis.
Pero conozco a varios que lo harían muy bien.
Y nadie sensato, pienso yo, desearía hoy el episcopado en España. No creo que la "ambición" - así, entre comillas - , llegue a tanto. Sinceramente, no lo creo.
Pero, hoy por hoy, alguien puede desear ser "príncipe de los nuevos fariseos"?
Non credo, Luigi.
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Sin duda. Hasta muchos de nosotros nos mudaríamos con un Obispo así (no se asuste SPH). Si hay algo que pide un católico de a pié, viviendo en una ciudad -x- ,entre otras cosas, (tal y como escribe D. Guillermo)es que su Obispo jamás se conforme con que “su” diócesis simplemente vaya bien.
No me tire de la lengua, por favor, que empiezo a dar nombres y me pierdo...
By the way, el mote se lo adjudica con total tranquilidad Dante al Papa de su tiempo (del tiempo en que transcurre la acción de la Commedia, 1300), el ínclito Bonifacio VIII.
No hay nada más importante que un buen pastor en una diócesis. Hay veces que se piensa en buenos organizadores, administradores, gente de equipo, po po po: Un buen pastor, buen sacerdote, y hombre de oración y ale! la diócesis para arriba.
Nosotros elegimos a los obispos de entre los monjes y a veces hay que sacarlos a rastras de los monasterios.
Y que cuando quede vacante Getafe, a quien corresponda se le ocurra pensar en un párroco de Vigo y párroco virtual.
¿Se acuerda, don Guillermo, de un post de la Cigoña en que habalaba de "obispos simpáticos"? ¿Y de que luego usted hizo otro post a propósito de ese tema sobre las cualidadees de un obispo?
Pues ahí intervinimos unos cuantos hablando de cualidades episcopales.ç
Por entonces no habíamos descuibierto -creo- su capacidad para una mirada al mundo Sub Specie Hilaritatis. Cualidad que hoy me parece ya imprescindible.
Ojalá volviera yo a ver esa cualidad en un obispo de la diócesis más joven de Europa (la mía, claro, estando yo,a ver...)como la tuvo nuestro nunca suficientemente llorado don Francisco
El P. Nicolás ha incidido en que el Obispo sea hombre de Dios.
Y Yolanda ha puesto un ejemplo: el primer Obispo de Getafe.
En el barroco, el paradigma vicioso de obispo muda a hombre activo, los "Superiores briosos y sin letras" como decía el mártir de la Compañía (a manos de la Compañía), el gran Mariana). Es lógico: si las virtudes que se aprecian son las de la acción, relegando las de la contemplación, el hombre para conducir el rebaño deber ser un "manager". De místico y teólogo (Santo Tomás especifica que el sacerdote debe estar en la vía de la contemplación, el obispo en la perfección de la contemplación), el paradigma muta a experto en combinaciones y manipulaciones, en hábil en los negocios del mundo. Y así continúa el mal paradigma, hoy mutado en gerentes, activistas o politicos.
Por cierto, siempre los hay buenos: más doctores que gerentes, más pastores que políticos, más contemplativos que activos.
A su vez, la cooperación con la tarea de los obispos también se degrada. Los dominicos habían nacido como auxiliares de la missio fundamental concebida para los obispos, la predicación. Los jesuitas se delinean como una suerte de milicia, brazo armado o burocracia del obispo "brioso".
el que venía de Roma,
cándido como serpiente,
astuto como paloma".
(L.Castellani)
2. más pastores que políticos,
3. más contemplativos que activos.
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Bueno, pues este es el modelo que porpone luis.
Estoy de acuerdo completamente con las cualidades 1 y 2.
En cuanto a la 3 propondría fifty-fifty.
¡Y hombre de Dios, eso sí al 100%!
Cardenal Newman.
Primero espero que D. José lo dejen ir según es su voluntad, cuando alguien esta pero no esta las cosas están paradas y eso es un "sin sentido"
Gracias hay que darle a D. José por todo lo que ha echo y por todo lo que no ha podido hacer, seguro que lo hizo por el bien de la diócesis y los diocesanos
Del Obispo que venga lo que espero es que sea OBISPO con todo lo que eso conlleva para nuestra diócesis
Miren yo soy de los críticos con los últimos 3 obispos de nuestra diócesis, creo que la diócesis de Tuy-Vigo es la hermana fea de las diócesis, por varios motivos que me reservo, pero espero que el obispo que un día vendrá se haga tratar y sea tratado como OBISPO con lo que ese trabajo conlleva
Amén.
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Hombre, pues para dejarnos con esa intriga no haberlo dicho.Eso de decir: pienso una cosa pero no la digo... Pues claro, luego dirán que somos curiosas, pero es que ya te vale, Miguel.
Yo, que no entiendo nada de nada de asuntos de pasillos áulicos y que, encima, no leo a Cigoña, puede que no sea una opinión autorizada, pero veo la mar de bonita esa diócesis.
Sobre estar a la espera de nuevo Obispo, en mi diócesis llevamos casi un año así.
Y dice mi párroco que aunque estemos "sin cabeza", situación que le parece incomprensible, pues se sabe el momento en que cumple 75 años el titular, lo importante es seguir trabajando mientras llega, y cuando llegue trabajar con él lealmente. Sea quien sea. Cuando hablamos de la rumorología, dice que, sea quien sea, desde el momento en que lo nombren, será "su Obispo". No es que le resulte indiferente cómo sea, tiene sus preferencias, claro, pero repite que va a trabajar lealmente con quien sea.
Una cosa que me asombra de ciertos ambientes eclesiales es la facilidad con que se confunde la crítica y la discrepancia con la deslealtad.
Se diría que esa actitud no debería verse en fieles y clero del "ala conservadora", siquiera por cuánto presumen de "ser de la casa", de estar inequívocamente dentro, etc. Sin embargo, entre quienes controlan los pasillos de los palacios episcopales, entre quienes tgienen recillas con el cura de la parroquia o de la de al lado, entre quienes escriben en blogs de difusión universal, la deslealtad -más que la crítica- es manifiesta.
Colaborar lealmente con tu párroco, aunque no te guste, con tu obispo, aunque te dé cien patadas, es algo que quienes cacarean su fidelidad a la Iglesia jerárquica y todo eso, debieran atender a practicar más.
Pero hombres de acción tiene que haber. Contemplación y acción.
Es buenísimo eso de elegir monjes. Y cuanto más resistentes, mejor. Se acaban los trepas, los hombres de acción, los obsecuentes. Sería una gran cosa en la Iglesia católica... siempre que los monjes fueran buenos.
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Grandes Obispos han sido hechos "a la fuerza": San Ambrosio y San Agustín, por ejemplo.
La evolución "profesional" del orador no parece muy acorde con sus palabras, pero bueno...
Toto modo, no veo bien que a alguien se le saque a rastras para hacerle obispo. Ni a rastras ni con coacciones. En esto, como en (casi) todo, acierta la sierva de Dios.
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Jajajjajaja.
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