¿Debe el Obispo ser simpático?
El más famoso blogger católico de nuestro país, Francisco José Fernández de la Cigoña, plantea en un post titulado “Una asignatura pendiente en la Iglesia”, la necesidad, o la conveniencia, de que los obispos sean simpáticos. A la hora de ponderar las cualidades de un futuro obispo “también debería tenerse en cuenta la simpatía del candidato”, nos dice.
No voy a ser yo quien replique a una Cigüeña tan agudamente oteadora, pero sí me voy a permitir una amigable discrepancia; al menos, parcial discrepancia. Que estoy seguro que él aceptará con grandeza de ánimo.
En cualquier controversia se debe conceder, si es posible, algo al “adversario” – se entiende que adversario sólo en el plano dialéctico - . Un obispo, como un sacerdote, y en definitiva, como toda persona de bien, no puede ser un “bicho”, una persona intratable, aviesa o de malas intenciones. El decreto “Presbyterorum Ordinis” del Concilio Vaticano II aclara que mucho ayuda al ministerio de los sacerdotes – y, sin duda, al de los obispos – contar con “las virtudes que con razón se aprecian en el trato social, como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza de alma y la constancia, la asidua preocupación de la justicia, la urbanidad y otras cualidades que recomienda el apóstol Pablo cuando escribe: “Pensad en cuanto hay de verdadero, de puro, de justo, de santo, de amable, de laudable, de virtuoso, de digno de alabanza” (Fil., 4, 8)” (PO 3).
No cita específicamente el decreto conciliar la simpatía. Aunque, indudablemente, si alguien cuenta con las virtudes enumeradas, se hace, por lo general, acreedor de estima, de aprecio y de respeto por parte de los otros.
La simpatía se define como el “modo de ser y carácter de una persona que la hacen atractiva o agradable a las demás”. Una cualidad difícil de precisar. La simpatía no hace referencia a algo objetivo, sino al impacto que uno puede causar en los demás; a la capacidad de un sujeto de resultarle atractivo o agradable a otros sujetos. ¿Pero quién es atractivo o agradable? ¿Y por qué resulta alguien atractivo o agradable a otra persona? Creo que nos movemos en las arenas movedizas de las impresiones, de los gustos, de las complacencias.
En teoría, y en la práctica, un granuja puede ser simpatiquísimo. Y un psicópata, encantador. Y alguien puede resultar simpático a otros por las razones más diversas: por el modo de sonreír, por la capacidad de acordarse del nombre de sus interlocutores, por ser ocurrente o por ser físicamente agraciado.
Yo, al menos, no necesito que un obispo sea simpático. Me basta con que sea, humanamente hablando, educado, atento, comprensivo, noble. Y como obispo espero de él que, además de ser un creyente que busca agradar a Dios por encima de todas las cosas, esté cualificado para enseñar, santificar y apacentar al pueblo que le ha sido confiado. Con esto, me basta. Y si, encima, es simpático, mejor. Pero por añadidura, por decirlo de alguna manera.
Guillermo Juan Morado.
35 comentarios
"... y no se te olvide ser simpático, que con ello ganarás muchas almas para el cielo".
:D
Ahora bien, un obispo "simpático" a criterio de Cigoña... no sé, no sé.
Otro prejuicio: Cigoña no es infalible. ""No voy a ser yo quien replique a una Cigüeña tan agudamente oteadora"" ¿Por qué no? Y no es una pregunta retórica.
¿Por qué era simpático? Eso es muy importante precisarlo.
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Porque La Cigüeña es un laico, y muy hábil para detectar qué cualidades de un Obispo le gustan a la gente común. Es una persona muy inteligente y observadora. Al menos eso he apreciado.
Pero, por encima de todo, despedía esa mandsedumbre que seguro que Cigoña no sabe ni reconocer, tan acostumbrado está a la bronca. Cigoña no es especialmente hábil para detectar nada. No más que cualquier otra persona. La habilidad sí que la tiene, pero la aplica a otros asuntos.
Yo no creo que sea adecuado mostrar esos respetos humanos tan exagerados que le muestra todo el mundo.No imagino a don Francisco Jose Pérez y Fernández-Golfín haciendo acepción de personas y angustiado por leer el blog de Cigoña por si habla mal de él.
Mi pueblo es pequeñito, pero aquel febreo del 2004 nos conmocionamos mucho, no hacía mucho que nos había visitado y nos parecía más "nuestro" obispo.
Que un obispo sea alto o guapo nos trae sin cuidado: por mí como si se parece a Quasimodo, pero que nos sonría, se muestre afectuoso al acercarse a ti, te escuche, te gaste una bromilla, se le vea quitar hierro mansamente si escucha una desavenencia y que se ría con los niños y los niños con él... eso no es una cualidad independiente de la voluntad como la estatura o la belleza. Jesús no resultaría atractivo por alto o guapo (quizá lo era, quizá no) pero por todos lo demás que digo más arriba, seguro que sí, porque consta.
Por algo será el calco.
Lo de menos es la palabra empleada. Todos hemos entendido que queremos decir. Un obispo ceñudo espanta; un obispo sonriente atrae. No se trata de sonreír con aspecto de político en campaña, eso no cuela. El obispo que he descrito y que Dios tendrá en su Gloria era un obispo simpático o con don de gentes o como se le quiera llamar. Pero no espantaba a nadie.
Yo he tratado con varios obispos (Suquía,Buxarrais,Luna,Dorado...)todos ellos simpáticos,porque eran personas con las que se tenía la impresión de que el tiempo no pasaba,y,que no conversaban "clericalmente".
Supongo que Guillermo va más por "hacerse el simpático".de manera forzada y poco natural;desde luego un obispo al que la gente "le fastidie" y huya y se oculte no vale para ser pastor,mejor que siga investigando,enseñando o lo que sea,porque obispo docto≠buen pastor.
"Un santo triste es un triste santo"
Lo que sí digo, por estar relacionado, es que el obispo ha de ser alegre (no alegre=simpático, majete e hipersonriente), profesar la alegría de corazón que proviene de la comunión profunda con Nuestro Señor. Ése sí que es un déficit que percibo en algunos de nuestros obispos, cierta oscuridad o actitud gris, y no aquella que puede provenir de su grave tarea, sino por cierto hastío o rechazo de lo sobrenatural. Pero es es tan solo una apreciación personal.
Saludos cordiales.
¿Así lo crees de Benedicto XVI o de San carlos Borromeo, por citar dos ejemplos rápidos?
Aquí en España tuvimos recientemente a Don Marcelo González o a Don José Guerra Campos, que reunieron la doble condición de obispos doctos y excelentes pastores.
Saludos cordiales.
Mencionas el segundo término de la ecuación como prima facie,cosa que comparto,sin embargo la condición de docto, no hace que se cumpla la idoneidad pastoral,así,en España hemos tenido,y tenemos, a doctos obispos que no habían sido párrocos,y eso se nota,y mucho.
El sentido de la ecuación es, el destacar que un obispo no pueder tener "pavor" a tratar con la gente,no saliendo a la calle,ni dejándose ver por los fieles;esa especie existe,algunos muy, pero que muy doctos,pero,eso,no es de buenos pastores.
Un obispo que no disfrute de conocer,tratar,visitar,informarse y vivir la realidad de su diócesis,como Mn Pérez y Fernández-Golfín (ver comentarios de Yolanda),que se haga presente,y se le tenga como a un padre,un hermano:simpatía.
Mn.Suquía no era chistoso,más bien sobrio,pero siempre ofrecía tabaco al primero que se acercaba en una parroquia, "no era un gorrón",decía la gente;recordaba los nombres de las personas y sus situaciones.
Mn Buxarrais era,y es, mediterráneo,espontáneo y recordaba el nombre de las personas y sus circunstancias.
Mn Luna (carmelita) de Cuenca (Ecuador),recibía en su despacho con la siguiente condición:"ir";en efecto,bastaba guardar turno para que quienes iban fueran recibidos,de 10-13,30h. de lunes a viernes,todos los días del año,las reuniones sacerdotales o episcopales para otros momentos.
Mn Dorado cenó en mi casa...etc...etc...
II Tim 2, 3, me encuentro con esto:"Comparte mis fatigas como buen soldado de Cristo Jesús".Ni una alusión a la "simpatía".
Hay que ver después, qué se entiende por simpatía.
Buen trato, cercanía, respeto, saber colocarse en la situación de los demás...en fin, se podría abundar infinitamente, porque en el fondo es la caridad, la que se abre camino y sabe rodearse de las cualidades necesarias, para ponerse al servicio del prójimo.
Sólo que al "servicio real", no el caprichoso. Como el médico, que receta sus prescripciones, le gusten o no al enfermo.
Demagogia, vedettismo, camaleontismo, fingida diplomacia no son necesariamente "simpatía".
Salud
Me temo que le han constituido en portada de retorno en el nido.
Y ya salió alguna mala lengua. Ni caso.
En lo del obispo, creo que si es santo lo demás se le dará por añadidura. La simpatía no sé si estaría aquí comprendida. Ignoro si Nuestro Señor Jesucristo resultaba más o menos simpático. Atrayente desde luego que lo era. Y sigue siendo.
Pido disculpas por la confusión.
Miguel Antonio Barriola, por supuesto que no existe la tercera carta a Timoteo. Luis Fernando, con su fina inteligencia, ha hilado un comentario irónico que ha sabido despistar a más de uno (y me incluyo).
Saludos cordiales.
Por simpático no hay que entender chistoso o graciosillo.
Me reafirmo en lo dicho: un obispo no "tiene que" ser simpático ni guapo para cumplir fiel y eficazmente con su misión apostólica, pero esas cualidades y otras muchas pueden ayudarle en la misma. Si decimos que debería ser simpático para "ganarse a la gente", ídem con ser guapo.
Y el mejor ejemplo que se me viene a la cabeza es el de san Francisco de Sales, el dulce obispo de Ginebra que gracias a su amabilidad -conquistada sobre una guerra terrible en contra de su carácter iracundo- logró convertir a toda la región protestante del Chablais al catolicismo. Es por eso que Don Bosco llamó a su congregación Salesianos, en el sentido que es por la amabilidad y la dulzura que se puede ganar el alma de los jóvenes para Dios. Es más, san Francisco de Sales solía decir que se "se atrapan más moscas con una gota de miel que con un tonel de vinagre"
Saludos cordiales.
En fin, que en gustos y colores no han escrito los autores....
Yo sólo leo lo bueno y desecho lo malo. Pero parece que a algunos les mueve más el enterarse del chisme eclesial o a quién están destrozando esta semana.
Siempre he estado y estaré en contra de la mala educación, en contra de la violencia verbal, de la soberbia. No es cristiana.
El fin no justifica los medios.
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